Que las clases altas de una región rica ambicionen independizarse del resto de un país para no compartir su riqueza no es novedad. Ocurre en Milán con la Liga Norte o en Bolivia con la región de Santa Cruz, pero al menos la Liga Norte ha tenido la decencia de reconocer que su secesión es por motivos económicos y no porque el resto del país «les robe».

La oligarquía de las regiones más ricas siempre ha sido insolidaria y supremacista, rayando en el racismo, pero la catalana ha conseguido además que se identifique a Cataluña con sus intereses. Lo vergonzoso es que la izquierda comulgue de buen grado con eso, a pesar de que los estudios sociológicos dejan meridianamente claro que la clase trabajadora catalana no es independentista.

El movimiento independentista catalán cree que una vez que ha sacado todo el beneficio posible de las regiones más pobres de España, y siendo Cataluña más rica que el resto, le irá mejor sola. Un cálculo puramente egoísta.

Pero la oligarquía de Cataluña que se ha aprovechado de la mano de obra barata de otras regiones más pobres, como si fueran colonias suyas, no tiene derecho a separarse cuando considera que ya no le resulta rentable seguir explotándola. Lo que sucede es que al igual que los multimillonarios buscan paraísos fiscales, la élite de Cataluña piensa que la independencia será su “paraíso fiscal”.

Justificar la secesión con la corrupción de España desde el partido del 3%, o denunciar al gobierno del PP, desde una región donde ha gobernado una derecha igual de retrógrada, resulta patético. Una región, Cataluña, que para más inri, incluso ha tenido su propia “familia real”: el clan Pujol.

Las críticas al nacionalismo español por parte del nacionalismo catalán también resultan ridículas, porque ambos nacionalismos son idénticos y comparten los mismos valores. Igual que el franquismo tenía una visión en la que sólo había sitio para los vencedores de la guerra civil, el nacionalismo catalán con su componente de pureza no es menos excluyente.

En muchos aspectos el independentismo catalán comparte con la gran mayoría de nacionalismos, la ideología del fascismo.

Primero, inventándose un pasado glorioso con una historia fantástica, tan real como la mitología griega. En segundo lugar fabricando una identidad nacional excluyente en la cual sólo existe el catalán de verdad y los demás son traidores a la patria. Y, finalmente, creando un enemigo exterior, en este caso España, culpable  todos sus males, y que usa para conseguir cohesión, el prietas las filas. Todos ellos rasgos propios del fascismo. A falta del partido único, se conforman con el régimen único.

A esto se une un victimismo absolutamente ridículo. Cataluña no sólo no es ninguna colonia, sino que su comportamiento con las regiones pobres del resto de España tiene mucho de la rapiña de la metrópoli. La oligarquía catalana que ahora se declara independentista se ha beneficiado durante el último siglo de  Andalucía y Extremadura que le proporcionaban materias primas baratas y mano de obra explotable. Que ahora el nacionalismo catalán pretenda irse con sus ganancias resulta comprensible, pero que lo defienda la izquierda, ruin. No quiero recordar a Pep Guardiola pidiendo ayuda a la comunidad internacional para la Cataluña oprimida por España, por respeto a la salud mental de los lectores

En su flamante y recién proclamada “Constitución Catalana”, lo primero que han hecho los independentistas ha sido garantizar la indivisibilidad de Cataluña…  mandando a tomar por saco el derecho a decidir,  que ya cumplió su objetivo.

Porque como es lógico, todos los países protegen su integridad territorial no permitiendo la secesión, como hace Francia con Córcega, Italia con Milán o Alemania con Baviera, y España no iba a ser una excepción.

El secesionismo no es símbolo de libertad, ni un derecho en sí mismo. En la guerra civil americana fue el sur esclavista el que declaró la secesión. Y seguro que el apoyo popular para mantener allí la esclavitud era mucho mayor que el apoyo al referéndum en Cataluña…  ¿puede alguien de izquierdas defender que lo democrático hubiera sido permitir un referéndum que garantizara el mantenimiento de la esclavitud y la secesión de la Confederación? Si se hiciera un referéndum en Europa para expulsar a los inmigrantes, seguro que contaría con el respaldo de buena parte de la gente, ¿debemos hacerlo entonces en nombre de la democracia?

El último paso del esperpento, ha sido la desconexión con la convocatoria de un referéndum para el día 1 de octubre, que podría figurar en el libro Guiness de los absurdos.

Se pretende declarar la independencia a través de un referéndum sin censo, sin garantía legal ni juntas electorales imparciales, con las papeletas impresas en casa y con cajas de fruta a modo de urna. Un plebiscito convocado por partidos que aglutinan a menos de la mitad de los votantes, sin siquiera exigir una participación mínima para ser vinculante, sin dejar hablar a la oposición, sin campaña electoral, y dirigido solo a la mitad de los catalanes, permitiéndose encima el lujo de poner como ejemplo de democracia a esta mamarrachada, a esta pantomima.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: elconfidencial.com| ASEC/ASIC

Fuente: http://www.agendaroja.org/2017/09/cataluna-una-gran-i-lliure-o-una-unidad-de-destino-como-prefieran/

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