Casi 100 años después de su muerte, el ministro de propaganda de Hitler se despierta en una extraña habitación con personas desconocidas.

Los individuos que le rodean le explican que representan a los gobiernos y multinacionales más poderosos del mundo, y que le han resucitado (clonado), porque necesitan sus servicios.

Desean que les indique como desactivar cualquier amago de oposición, pero dentro de un régimen formal de libertades democráticas, sin gestapos ni leyes que permitan ilegalizar partidos o cerrar periódicos.

Goebbels acepta el encargo y al cabo de pocos días, les hace entrega de sus principios de propaganda, adaptados al momento presente:

-Principio del Perdedor. Tú eres el único responsable de lo que te pasa. Si fracasas es exclusivamente por tu culpa, y no tienes derecho a solicitar ni esperar ayuda de la sociedad. Si no puedes pagar el gasto de luz y la hipoteca de tu casa, es por tu ineptitud y te mereces ser desahuciado sin contemplaciones. A nadie le importa que hayas trabajado con la máxima dedicación toda tu vida, que te hayan despedido con un ERE a los 50 años, y que ninguna empresa quiera contratarte porque eres demasiado «viejo». Aquí no valen excusas.

Principio de Todo es Susceptible de Empeorar. Cuando veas a un mendigo pidiendo por la calle, alégrate de no ser como él. Da igual que tu jefe te pisotee, te obligue a trabajar el doble de horas de las legales, o que te pague tan poco que no llegues a fin de mes: agradece al libre mercado la suerte de tener una ocupación.

-Principio de la Actividad Incesante. La clave del éxito está en conseguir que el ciudadano se encuentre constantemente atareado durante su tiempo de descanso para evitar que piense. Telebasura, bombardeo publicitario e informativo, compras compulsivas, viajes, alcohol, juegos, móviles, drogas… no hay que dejarle un minuto libre. El ocio debe servir para aturdirlo y embrutecerlo lo más posible, no para que se cultive.

-Principio de Comparación. Generemos un sinfin de cosas cuya gracia más que en poseerlas, está en enseñarlas. Así los ciudadanos se obsesionarán con tener la ropa, el coche, el teléfono, y el reloj más caro, o que más veces aparezca en los anuncios, e invertirán todo su dinero y energía en estar a la última moda. Lo que, de paso, contribuirá a incentivarlos para trabajar más duro, y animarlos a que despilfarren su tiempo exhibiéndose puerilmente.

-Principio de los Falsos Enemigos. Debemos atomizar la sociedad hasta el infinito, dividiendo y enfrentando a los ciudadanos según su raza, sexo, religión, lengua, profesión, o  pertenencia a este o aquel lugar.

Hay que convencerles de que todos sus problemas se deben a la «tribu rival», presentándonos como sus salvadores. Mientras se dedican a odiar, no pensarán en los abusos a que los sometemos, e incluso llegarán a amar a quienes les explotan si somos capaces de encauzar sus iras adecuadamente.

-Principio de la Unificación Símbólica. Debe fomentarse que los gobernanes acudan a fiestas nacionales, partidos de fútbol y eventos importantes que fomentan el espíritu patrio, regándolos desde el Estado con dinero público, y permiten que el pueblo se identifique con sus dirigentes.

-Principio de los Grandes Hitos. Conviene organizar actos de masas para demostrar a cada ciudadano su insignificancia y, a la vez, mostrarle que integrándose y siguiendo fielmente las consignas del poder, puede convertirse en algo más grande que él, sentirse protagonista y convencerse de que está haciendo Historia. De ese modo darán por bien empleado cualquier sacrificio o penalidad que se les exija. Eso le aporta al ciudadano las dosis de orgullo que necesita para continuar con su miserable vida, trabajando en precario , a lomo caliente, sin derecho alguno y sin rechistar.

-Principio de Castigo Selectivo. Impongamos penas todo lo duras posible para quienes desafíen el orden establecido. 10.000 euros de multa por una manifestación no autorizada y 7.000 por tener a un trabajador sin dar de alta en la Seguridad Social, sin contrato ni medidas de seguridad, es lo adecuado.

-Principio de Siempre Tienes Algo Que Perder. Cuando algún trabajador cuestione sus  condiciones laborales comparándolas con las del pasado, hay que asustarle con que si no las acepta los capitales huirán, su empresa se trasladará al tercer mundo y perderá su empleo. Que se dé cuenta de que, aunque  sea mucho menos productivo que los asalariados de otros países, sigue siendo un privilegiado.

-Principio de Estrés. Hay que incrementar el nivel de exigencia y de tensión de los ciudadanos para que  acaben agotados de estudiar,  buscar trabajo y realizar su tarea, para que no se planteen nada más, ni se cuestionen su situación.

Criminalización de la Disidencia. Satanicemos a quienes se atrevan a contradecirnos o criticarnos. Si no podemos mandarles a prisión, calumniémoslos, ridiculicemóslos y estigmaticémoslos, acusándoles de vagos, raros, inadaptados, amargados… y se ajusten al modelo homologado de buen ciudadano.

Después de leerlos cuidadosamente, los prohombres que habían resucitado a Goebbels  quedaron totalmente apesadumbrados. El mayor manipulador político de todos los tiempos, no les había enseñado nada nuevo, nada que ellos no supieran de antemano, o estuvieran cansados de practicar. El suyo había sido un esfuerzo enteramente baldío, así que lo volvieron a hibernar.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: it.depositphotos.com |El Roto| segundaguerramundial.es| newstatesmen

Fuente: https://www.meneame.net/story/goebbels-resucitado-recibe-encargo

 

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