Amelia Tiganus sabe de lo que habla. Cuando tenía 13 años la violaron tres hombres, algo que marcó su vida. «No recuerdo ese momento muy bien porque fue algo tan brutal que lo he borrado de mi memoria. A partir de ahí, toda mi vida se derrumbó. Me convirtieron en puta sin importarles si yo quería ser médica o profesora».

La sociedad la estigmatizó y la dio de lado. La acosaban, la buscaban a la salida del colegio y las violaciones se multiplicaron y volvieron sistemáticas. Aunque pensó en suicidarse en varias ocasiones, no lo hizo por amor a su hermana pequeña.

A los 17 años la convencieron de que su vida iba a ser mejor viniendo a España a ejercer la prostitución. Antes de los 18 años la habían vendido a un proxeneta español por 300 euros y durante 5 años fue esclavizada en más de 40 burdeles. Cuarenta «campos de concentración» en donde aprendió que «acostarse con quince hombres en una noche no es un trabajo. El problema no es si ellas quieren o no, sino por qué los hombres buscan acostarse con mujeres que no les desean. Cómo puede agradarles practicar el acto sexual con alguien que lo único que quiere es su dinero».

Su carrera comenzó en un club de carretera de Alicante. De 5 de la tarde a 5 de la madrugada. «Había que exhibirse mucho y competir con las otras mujeres. El modelo a seguir era luchar por ser la que más ganaba. Era tremendo estar así doce horas. Un camino de violencia, de aguantar violaciones, agresiones, vejaciones, de permitir que se quitasen el preservativo…». Al cabo de tres semanas, ya había saldado la deuda de 3.000 euros con su proxeneta, que ahora se presentaba como su «salvador» y le pedía el 50% de lo que recaudaba. «Estaba en un club diferente cada 21 días. Si te acostabas con los encargados, te dejaban quedarte un par de semanitas más, como un favor».

Sus clientes más jóvenes iban en manada, con motivo de alguna celebración, exigiendo sexo duro como en las películas porno pero a precio muy bajo. Luego estaban los varones de entre 35 y 55 años que buscan demostrar su potencia sexual, y por último los solitarios, que pagan mucho dinero para que vayas a su casa o a un hotel. “Al menos dos chicas no volvieron después de alguna de estas salidas. A veces me acuerdo de ellas y me pregunto qué les pasó, si estarán enterradas en alguna cuneta”.

Amelia describe tres categorías de puteros. «Los que tienen deficiencias emocionales y en vez de solucionar ese problema, recurren a la prostitución como terapia; luego está el putero que sólo busca sexo y que mide su hombría por la mayor cantidad de mujeres que penetra y cree que las satiface y, por último, está el putero misógino, que odia a las mujeres y encuentra en las prostitutas el lugar ideal para expresar su odio, que son los más violentos y peligrosos».

Aún hoy día, después de haber salido del mundo de la prostitución, Amelia duerme con una lámpara encendida porque a veces se despierta con ansiedad y ataques de pánico.

Con 17 años te marchaste de tu país para ejercer la prostitución en España pensando que te daría fortuna y la llave de la libertad en poco tiempo. ¿No tuviste el apoyo de nadie que evitase esa tragedia?
Realmente el círculo de amistades desapareció en el momento que se me puso la etiqueta de puta, y eso pasó con 13 años. Me quedé en una situación de absoluta vulnerabilidad en el que no tenía otra salida.

Te vendieron por 300 euros a un proxeneta y, sin embargo, tardaste años en darte cuenta de que habías sido víctima de trata.
Existe un estereotipo de las mujeres víctimas de trata, una imagen de mujer engañada por una red de traficantes y explotadores, forzada y encerrada, con ataduras físicas. Estos casos existen, pero son una ínfima parte, así que yo no me identificaba con una víctima de trata. Aparentemente, yo no daba “el perfil”, cuando para considerar que una mujer es víctima de trata es suficiente con que otra persona la capte y se aproveche de su situación de vulnerabilidad para explotarla sexualmente.

¿Qué opinas del concepto del consentimiento tan usado por el juicio de la violación en grupo de San Fermín?
Cualquier  consentimiento queda invalidado siempre que se dé en una situación de vulnerabilidad. Ese supuesto concepto de consentimiento es muy tramposo. Los hombres que consumen lo que a primera vista es prostitución libre, no saben si la mujer con la que están es prostituta porque lo ha elegido ella o es víctima de trata.

Hablas de muchos tipos de violencia dentro de la prostitución: la sexual, la física, la psicológica… pero hay una que me interesa especialmente, la institucional. Dices que el Estado español es un estado proxeneta. Explícamelo.
Estado proxeneta es el que se lucra con la explotación sexual de las mujeres Los casos de trata se están abordando como si fueran una cuestión de extranjería, como un delito que tiene que ver con la protección de las fronteras y no como una victimización de mujeres y niñas.

En este momento ni siquiera hay una ley integral contra la trata en el estado español y se están llevando a cabo debates absurdos sobre si la prostitución es un trabajo o no lo es. Necesitamos una ley para porteger y defender a las víctimas, y después incidir en la demanda. La reducción de la demanda debe formar parte de la estrategia de lucha contra la trata, pero en vez de eso, el Estado español incluye en el PIB el dinero de la explotación sexual.

¿Conociste a políticos puteros?
Sí. Son puteros y también proxenetas.

¿Y a policías y guardias civiles?
Sí, sí. Están todos metidos. Jueces, fiscales, policías, periodistas…, pero también hay barrenderos, hombres normales y corrientes.

Tú haces una clasificación de los clientes: los violadores, los maltratadores y, los peores, los puteros majos, los que no te dejan desconectar mentalmente.

Sí, porque  ellos te  exigen además tu afectividad y encima se presentan como hombres normales.

¿Qué le dirías a esos hombres que están preparando la despedida de soltero de su amigo y que están pensando en irse de putas el fin de semana?
Nada,  porque han sido socializados de forma que entienden que las mujeres somos objetos de diversión. Lo que tenemos que hacer es señalarlos. Estamos muy horrorizadas por lo que ha ocurrido en Pamplona, pero todos los fines de semana, manada tras manada, hacen el mismo ritual de dominación sexual de las mujeres que están en los puticlubs.

Ninguna mujer nace para puta, pero ¿qué pasa con los hombres? ¿Nacen ellos para puteros?
Creo que tampoco, pienso que les enseñan a ser puteros. En estos momentos hay un gran generador de demanda que es la pornografía.

La educación tiene muchísimo que ver y hay mucho por hacer. La manera que tienen los jóvenes de educarse sexualmente es a través del porno que deshumaniza a las mujeres. Muchas adolescentes me comentan que sus parejas quieren practicar lo que ven ahí, y esto nos afecta a todas.

La prevención es la única manera eficaz de combatir a la industria del sexo. No podemos recoger a mujeres rotas para que se reconstruyan y, a la vez, permitir que sigan entrando chicas nuevas al mercado.

Los hombres aun no tienen intención de vivir en igualdad con las mujeres, salvo con las de su entorno inmediato, pero no con todas en general, y colonizan los cuerpos de las mujeres más pobres. Al hablar de situaciones de prostitución, estamos hablando de mujeres de países empobrecidos, explotados por los países más ricos. Y lo mismo pasa con las mujeres de estos países.

Reconoces que los mismos argumentos que usan los proxenetas son los que utilizan algunas activistas partidarias de regular esa actividad.
Se dice que nosotras tenemos el control y que a partir de nuestro cuerpo manejamos a los hombres y ganamos dinero. Algo totalmente falso porque no se dice lo que supone a largo plazo y las secuelas que deja. Se frivoliza con las repercusiones que tiene sobre nuestra vida y nuestra salud, física y mental. ¿Cómo se puede afirmar que tienes el control de esa situación, cuando se trata de unas relaciones completamente desequilibradas donde el poder lo tiene quien pone el dinero y paga?

Después de cinco años ejerciendo, abandonas la prostitución. ¿Qué fue antes, el feminismo o la salida de ese mundo?
Primero fue la salida de la prostitución y seis años después fue cuando realmente empecé a rehacer mi vida. Rehacer tu vida que no es casarse y tener hijos, sino luchar para que deje de pasar esta injusticia.

¿Fue complicado tu integración en la sociedad?
La sociedad no estaba preparada para recibirme y no recibí el apoyo que necesitaba. Mi suerte fue encontrar un trabajo y resistir en él, porque como durante muchos años me habían dicho que no valía para otra cosa, llevé una batalla psicológica muy dura conmigo misma.

Amelia desde hace año y medio eres una cara conocida, muchas personas te leen o te escuchan, ¿qué es lo mejor que has conseguido desde entonces?
Hay más de una mujer que ha salido de la prostitución gracias a mí. Eso me gusta, pero a la vez me preocupa porque les hace darse de bruces con la realidad y ver que van a encontrarse con muchísimos problemas de integración. Me enorgullece que haya puteros arrepentidos, que me han confesado que han sido unos estúpidos y que se han dejado llevar por una dinámica de grupo, pero no hay que olvidar que, de momento, yo soy una excepción.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: F. Otero Perandones|interviu.es|pensamientosrenovables.blogspot.com|Peter Djong bbc.com

Fuentes: http://www.galiciae.com/articulo/sociedad/34-prostibulos-donde-todos-hombres-son-hermanos34/20171125192214018975.html

https://saltamos.net/el-estado-aborda-los-casos-de-trata-como-un-delito-contra-sus-fronteras-no-contra-los-derechos-humanos-de-las-mujeres/

http://navarra.elespanol.com/articulo/sociedad/amelia-tiganus-superviviente-prostitucion-y-trata/20160621165050050767.html

http://www.semana.com/vida-moderna/articulo/amelia-tiganus-sobrevivio-a-la-prostitucion-en-espana/481512

http://www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/los-puteros-pueden-ser-jueces-barrenderos_1189933.html

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