eldiario.esComo portavoz del equipo «Claro que Podemos», Pablo Iglesias defendió desde la tribuna de oradores que, como en el baloncesto, el equipo (de dirección) de Podemos no tiene que estar formado por gente del partido elegida al azar  – en clara referencia a la propuesta del equipo «Sumando Podemos»-, sino por los que decida la gente.

El ejemplo del equipo de baloncesto es muy oportuno para señalar dos cuestiones, primero, que como suele suceder en casi todos los aspectos de la vida, existen jugadores y jugadoras de más de dos metros de altura y jugadores y jugadoras que no llegan al metro sesenta. Segundo, que al margen de la elección del equipo, lo que importa son las reglas de juego.

Los equipos que llegan a la asamblea llegan con una desigualdad de origen. Unos miden más de dos metros y otros son gente con altura normal. El equipo promotor no solo tiene mayor visibilidad mediática, sino que son en toda regla los referentes políticos de Podemos. Esta desigualdad de origen está totalmente justificada, pues creemos que es difícil negar que gran parte del mérito de que Podemos haya llegado a donde está hoy, es gracias al trabajo y la inteligencia estratégica del equipo promotor.

Esta desigualdad, aunque justificada, quizás debería ser tenida en cuenta para valorar el discurso del equipo con más poder dentro de Podemos en relación a su mensaje de «hacer política de otra forma». Hubiese sido más lógico que la generosidad política para con otros equipos en el diseño y la ejecución de la Asamblea, así como en la búsqueda de consensos (algo que al parecer era un clamor en la propia Asamblea) hubiese estado más presente.

Pero el principal problema de esta desigualdad de origen reside en su capacidad de reproducción a través de la configuración de unas reglas de juego favorables a los que tienen más poder. Pero supongamos que dadas las ventajas con las que cuenta el equipo promotor, la gente decide colocar la canasta del resto de los equipos un poco más baja para igualar la competición. Es decir, establecer unas reglas de juego que propicien una igualdad de oportunidades dadas las diferencias con las que unos equipos y otros llegan al partido. Lo esperable es que los que se benefician de las reglas se nieguen a cambiarlas o, aún mejor, establezcan otras que refuercen su posición hegemónica.

El equipo promotor de Podemos ya ha tenido dos ocasiones en corroborarlo, convocando las votaciones para elegir el equipo que organizó la Asamblea en poco tiempo (sólo consiguió presentarse – en el último minuto – el Círculo de Enfermeras como competidor y, dos, “aclarando” el cambio en el sistema de votación para elegir los principios políticos, éticos y organizativos del nuevo partido de una forma poco transparente y justo después del final de la asamblea del pasado fin de semana, provocando la queja de los defensores de las propuestas “opositoras”.

Que las personas altas gocen de una cierta ventaja respecto al resto al jugar a baloncesto nos puede parecer injusto pero es comprensible y en cierto sentido inevitable dada la naturaleza del deporte. Pero que los jugadores altos decidan unilateralmente subir la altura de la canasta o prohibir los tiros de tres haciéndoselo aún más difícil a sus rivales, ya parece menos razonable. El problema es que cuando son los jugadores con éxito los que modifican las reglas, se nos hace imposible discernir si cambian las reglas para que sea más espectacular y bonito (la justificación del equipo de Iglesias) o si lo hacen para mantener su posición de poder (lo cual ya no tanto).

Basta de metáforas. Cuando Podemos (como los demás partidos) debate entre adoptar uno u otro modelo organizativo, está debatiendo sobre las reglas del juego: con cuánta gente dentro del partido tendrán que contar sus líderes o su líder en el partido, cuántos controles internos tendrá, y cuál será su capacidad de imponer su voluntad sobre la de sus militantes.

El debate sobre qué modelo es más eficaz para conseguir los fines de Podemos, además de tener consecuencias sobre la proyección del partido hacia afuera, tiene tantas o más consecuencias sobre el reparto de poder interno.

(Extracto. Adaptación libre)


Imagen: eldiario.es

Fuente: http://www.eldiario.es/piedrasdepapel/equipo-balonceso-Podemos-reglas_6_317478259.html

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