Nuestros cerebros están más ocupados que nunca. Nos vemos asaltados por videos, mensajes, comentarios, opiniones y rumores que se hacen pasar por información. Intentar separar lo válido de la paja, lo que realmente se quiere saber, de lo que se puede ignorar o nos molesta, resulta agotador.

comunicacionysociedad2-2mablogspotcomEl autoservicio y el hágaselo usted mismo, nos obliga a hacer más cosas que antes. Hace unos pocos años, las agencias de viajes organizaban nuestros viajes y reservaban nuestros billetes y hoteles, mientras que, ahora acarreamos los equipajes en los aeropuertos y estaciones, la compra en las tiendas y supermercados, montamos nuestros muebles, ponemos el carburante al vehículo, o cumplimentamos trámites e impresos por internet… En una palabra, estamos realizando trabajos de 10 personas diferentes, mientras tratamos de continuar con el ritmo normal de nuestras vidas, con nuestros hijos, padres, amigos, trabajo, carrera, aficiones y programas de televisión favoritos.

Nuestros teléfonos inteligentes, que incluyen procesador de textos, diccionario, traductor, calculadora, reloj, juegos, mapas, GPS, linterna, brújula, calendario, cámara de fotos y de video, grabadora de voz, mensajería instántanea, correo electrónico, facebook y acceso a internet, son más poderosos y capaces que la computadora más avanzada de IBM hace 30 años. Y los usamos todo el tiempo, sin dejarlos descansar un momento. Mientras caminamos por la calle, hablamos por teléfono, mandamos wahtsupps, consultamos el correo electrónico, etc., y ni siquiera cuando estamos con otros, nos desengachamos.

morenograucomLa multitarea se ha convertido en una suerte de posesión diabólica. Earl Miller, neurocientífico del MIT, advierte que «nuestros cerebros no están bien conectados a múltiples tareas, sino que, cuando la gente cree que está operando en modo multitarea, lo que está haciendo en realidad, es pasando simplemente de una actividad a otra con gran rapidez. Y cada vez que eso sucede, paga un coste cognitivo, y ese salto frenético consistente en hacer caso omiso de lo que sucede a su alrededor, la convierte en una persona mucho menos eficiente».

Se ha comprobado que la multitarea aumenta la producción de la hormona del estrés, cortisol, y de la hormona de lucha, la adrenalina, estimulando en exceso el cerebro y pudiendo provocar cansancio, confusión mental y falta de concentración. La multitarea crea un bucle de dopamina- adicción, premiando la búsqueda incesante, estimulando los centros de recompensa del cerebro, generando una explosión de opioides endógenos. Y, para empeorar las cosas, la corteza prefrontal es atraída por la novedad, con lo que la atención puede ser fácilmente captada por ella, en detrimento del esfuerzo centrado y sostenido.

En los viejos tiempos, cuando sonaba el teléfono y estábamos ocupados, no se cogía, ni tampoco había ninguna posibilidad de poder comunicar con nosotros en todo momento. Ahora, en cambio, hay más teléfonos móviles que cuartos de baño, lo que ha creado la necesidad imperiosa y urgente de que la persona tiene que estar disponible permanentemente. Glenn Wilson, profesor visitante de psicología en el Gresham College de Londres, denomina a esta enfermedad infomanía. Su investigación encontró que el estar tratando de realizar una tarea, teniendo pendiente un correo electrónico sin leer en la bandeja de entrada, puede reducir su coeficiente intelectual. Está bien documentado que el cannabinol, el principal ingrediente de la marihuana, interfiere la memoria y la capacidad de concentrarse, pero Wilson demostró que las pérdidas cognitivas que provoca la multitarea son mayores aún que las que provoca fumar marihuana.

Russ Poldrack, neurocientífico de Stanford, encontró que, con la multitarea, el aprendizaje de nueva información, puede ir a la parte equivocada del cerebro. Si los alumnos estudian y ver la televisión al mismo tiempo, por ejemplo, la información de su trabajo escolar entra en el cuerpo estriado, una región especializada para almacenar nuevos procedimientos y habilidades, no hechos e ideas. Sin la distracción de la TV, la información entra en el hipocampo, donde se organiza y clasificarse en una variedad de maneras, por lo que es más fácil de recuperar.

Para desviar el cerebro su atención de una actividad a otra, necesita quemar glucosa oxigenada, el mismo combustible que utiliza para concentrarse en una tarea. Y ese tipo de cambio tan rápido y continuo hace que nos sentimos agotados y desorientados al cabo incluso de un corto período de tiempo, porque literalmente hemos consumido los nutrientes en nuestro cerebro. Además, saltar de tarea repetidamente, provoca ansiedad, elevando los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en el cerebro.

embapilarcomLa multitarea requiere la toma de decisiones instántenas: ¿qué y a quién atiendo primero?, ¿leo otros correos o contesto este mensaje que he recibidoLas pequeñas decisiones consumen tanta energía como las grandes. Tanto que, después de tener que tomar un montón de decisiones insignificantes, podemos acabar adoptando malas decisiones sobre cuestiones importantes.

Cuando se le preguntó al hijo de 10 años de Jeff Mogil (Jefe de Genética de la Universidad McGill) lo que su padre hacía para vivir, respondió: «contestar correos electrónicos.» El volumen de correo electrónico que recibe es abrumador, ocupando gran parte de su día la obligación de responderlos. Antes de que existiera el correo electrónico, si deseabas escribir a alguien, había que invertir tiempo y esfuerzo en él, sentarse con con pluma y papel, o en una máquina de escribir, y componer con cuidado la nota. Después había que añadir la dirección en un sobre, ponerle sello, y transportar la carta a un buzón, por lo que no nos tomábamos esa la molestia a menos que tuviéramos algo importante que decir, mientras que, debido a la inmediatez del correo electrónico, la mayoría de nosotros damos poca importancia a escribir cualquier tontería y pulsar el botón enviar. Algo que no cuesta nada.

También hay otras diferencias entre el correo postal y el electrónico. En los viejos tiempos, el correo se recibía una vez al día, y tardó al menos dos o tres días en llegar, por lo que no había que actuar sobre él inmediatamente.  Ahora el correo llega de forma continua, y la mayoría exige algún tipo de acción: haga clic en este enlace para ver un video de un panda bebé, escuchar un chiste, responder a una pregunta de un compañero de trabajo, hacer planes para quedar con los amigos, o eliminarlo como basura.

hogarutilcomEl correo electrónico se utiliza para todo. En los viejos tiempos, era posible ordenar todo el correo postal en dos montones, que corresponde con las cartas comerciales y las facturas, pero con los mensajes electrónicos entra todo mezclado: la diversión, lo personal, lo comercial, una consulta, un aviso, publicidad algo que se puede hacer ahora, más tarde, algo que cambia la vida, algo irrelevante…

Esta incertidumbre hace estragos en nuestro sistema de categorización perceptual, provocan estrés, y una sobrecarga de decisión ya que cada correo exige una respuesta inmediata.

Ahora, por supuesto el correo electrónico se está acercando a la obsolescencia como medio de comunicación. Los menores de 30 lo ven como un sistema anticuado utilizado sólo por los «viejos». En su lugar, envían mensajes de texto, y algunos suben a Facebook documentos, fotos, vídeos y enlaces a sus mensajes de texto y mensajes de Facebook (como hacen los mayores con el correo electrónico), pero los de menos de 20 ven a Facebook como una herramienta para la generación de más edad. Para ellos, los mensajes de texto se ha convertido en el principal arma de comunicación porque ofrecen la privacidad que no se consigue con las llamadas telefónicas, y más inmediatez que el correo electrónico.

Pero los mensajes de texto adolecen de la mayor parte de los problemas de correo electrónico y algo más. Debido a su brevedad, desalientan el pensamiento reflexivo y el nivel de detalle.

En un famoso experimento, los neurocientíficos McGill Peter Milner y James Oldscolocaron un pequeño electrodo en el cerebro de ratas, en una pequeña región del sistema límbico llamada núcleo accumbens, un centro de placer que regula la producción de dopamina y que se  ilumina cuando los jugadores ganan una apuesta, los drogadictos toman cocaína, o las personas tienen orgasmos. Una palanca en la jaula permitió que las ratas pudieran enviar una pequeña señal eléctrica directamente a sus núcleo accumbens y les gustó tanto que ya no hicieron nada más. Se olvidaron sobre todo de comer y dormir. Aunque tuvieran hambre, ignoraban la comida si tenían oportunidad de presionar la palanca; incluso renunciaban al sexo. Las ratas presionaron la palanca una y otra vez, hasta que murieron de hambre y agotamiento…  ¿no nos recuerda nada?…  Un joven murió en Guangzhou (China) después de jugar de forma compulsiva durante tres días, y otro en Daegu (Corea) por hacer lo mismo durante 50 horas.

Cada vez que comprobamos nuestra cuenta de correo, de Twitter o de Facebook nos sentimos más conectados socialmente y nuestro cerebro recibe una cucharada de hormonas de recompensa que nos dicen que hemos logrado algo, pero es el sistema límbico el que nos induce esa sensación engañosa de placer, no los centros de pensamiento de más alto nivel de la corteza prefrontal.

Por eso, conviene que no nos confundamos y seamos conscientes de que tanto el correo electrónico, como Facebook y Twitter, constituyen una adicción neural.

(Extracto del libro de Daniel J. Levitin, «La Mente Organizada: pensando correctamente en la era de la sobrecarga de información». Adaptación libre).


Imágenes: comunicacionysociedad2-2ma.blogspot.com|morenograu.com|hogarutil.com|embapilar.com

Fuente: http://www.theguardian.com/science/2015/jan/18/modern-world-bad-for-brain-daniel-j-levitin-organized-mind-information-overload

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