La vida en la base rusa de la Antártida

La base de investigación Vostok fue inaugurada por la Unión Soviética el 16 de diciembre de 1957. Es el lugar con las temperaturas más bajas de la Tierra, pero el día de su fundación fue el más caluroso de toda su existencia, ya que el termómetro marcó una temperatura de tan solo -13,6˚.

La estación se encuentra a 1.253 kilómetros del Polo Sur y a 1.260 kilómetros de la costa más cercana. Los meses más fríos son julio y agosto. La noche polar dura 120 días al año, desde el 23 de abril hasta el 20 de agosto. Durante el verano austral un total de 40 científicos e ingenieros trabajan en la estación, pero en invierno, su número se reduce a 20.

La base, ubicada a 3.488 metros sobre el nivel del mar está situada justo sobre un lago subglacial, aunque una capa de hielo de 4 kms. de grosor la separa de sus aguas. Los científicos rusos lograron perforar el hielo hasta dar con el lago en febrero de 2012, encontrando rastros de organismos vivos en las muestras de agua que extrajeron. En 2016, hallaron una bacteria hasta entonces desconocida para la ciencia.

La cantidad de oxígeno que contiene el aire en esas latitudes equivale a la que se encuentra a alturas de 5.000 metros en latitudes medias. Por lo tanto, el primer problema de los científicos que llegan al lugar es la reacción de su cuerpo a estas condiciones extremas, que pueden causar edema pulmonar e incluso muerte por hipoxia. Para adaptarse a las condiciones antárticas y comenzar a dormir con normalidad se necesitan varios meses.

Los humanos estamos acostumbrados a tener organismos vivos a nuestro alrededor. Pero en la base antártica no hay ni siquiera microorganismos. El agua que se bebe en la estación proviene de la nieve, ero como no contiene sales ni minerales, al principio los miembros de la expedición sufren una sensación constante de sed.

Cuando hace un frío extremo, la Antártida se impregna de un olor muy especial, apenas perceptible, al que por lo general no se le presta atención, como de «vainilla de caramelo».

Las aeronaves vuelan a la estación Vostok solo desde mediados de diciembre hasta principios de febrero. El resto del año no pueden aterrizar por el simple motivo que se quedan pegadas a la superficie.

El edificio residencial de la base Vostok se encuentra bajo una capa de nieve de dos metros. La luz del día no entra en su interior. La base tiene dos accesos: el principal y el de emergencia. La entrada principal es una puerta a la que se accede a través de un túnel de 50 metros excavado en la nieve. La salida de emergencia es una empinada escalera vertical que permite subir hacia la superficie a través de la capa de nieve que cubre la estación. Ni que decir tiene que para salir del edificio es necesario abrigarse bien, y además hay que ponerse una mascarilla especial para respirar.

Cuando uno respira a -58˚, el sonido normal del aire exhalado se mezcla con un ligero silbido. Y si se habla a esa temperatura, muchas consonantes se vuelven sibilantes. Ese efecto se debe a que el dióxido de carbono exhalado comienza a cristalizarse debido a la baja temperatura.

El récord de temperatura mínima en las inmediaciones de la Vostok es de -89˚. A esta temperatura un humano que se halle a la intemperie muere en 6-8 horas, incluso si está en constante movimiento. Además, no es posible respirar sin una máscara protectora porque la nariz y los labios se congelan inmediatamente. La temperatura dentro de la base normalmente se mantiene alrededor de 15˚, pero cuando se activa el modo de ahorro de combustible puede bajar hasta los 5˚-10˚.

Como en cualquier otro equipo humano no han faltado conflictos personales. Se formaron grupos rivales que a veces han llegado a las manos. Las peores disputas se producen bajo los efectos de alcohol, que se suministra de manera absolutamente legal y regular por ser un medio para calentarse en unas condiciones de vida tan severas.