Más de 500.000 niños han desaparecido en los últimos seis años en México, según reflejan datos de Organizaciones no Gubernamentales (ONG’s) de ese país, que no cuenta con cifras oficiales exactas, aunque el Senado de la República Mexicana admitió que «de 2007 a 2011 el número de niños desaparecidos en el país ascendió a 150.000″ .
El diputado por el Movimiento Ciudadano, José Francisco Coronato Rodríguez, secretario de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso mexicano, denunció “falta de voluntad por parte del Gobierno para resolver este gravísimo problema», señalando que «desaparecen entre nueve y 10 menores cada hora, de los cuales, el 58% tiene entre 4 y 12 años de edad, y casi dos terceras partes son de sexo femenino».
El parlamentario, también integrante de la Comisión de Seguridad Pública, tramita la creación de un Sistema Nacional de Registro de Menores Desaparecidos y Sustraídos, porque la ausencia de una base de datos eficaz, ha ocasionado que este delito pase inadvertido “dejando en el olvido la identidad de las víctimas».
A esta situación se suma el hallazgo en México de más de 40 fosas comunes, que salieron a la luz durante la investigación por la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, hecho ocurrido el 26 de septiembre pasado.
Para el diputado no contar con una base de datos oficial, resulta paradójico, ya que “el tráfico de niños y de personas es el tercer negocio más lucrativo a nivel mundial, después del tráfico de armas y de drogas, que mueve alrededor de 32.000 millones de dólares al año”.
Las bandas de secuestradores de menores operan con mayor intensidad en el Distrito Federal, Estado de México, Veracruz, Tijuana, Monterrey, Guadalajara y en las zona fronterizas del norte y sur del país. Los infantes terminan en Estados Unidos y Canadá, donde se llegan a pagar hasta 50.000 dólares por ellos.
«Oficialmente, se produjeron en el último año y medio 3.000 casos de robo de niños y 45.000 más de desaparecidos, o ausentes por su propia voluntad, pero no hay datos sobre cuántos de ellos lo fueron para tráfico de órganos o explotación sexual, porque al gobierno mexicano no le interesa saberlo», denuncia Guillermo Gutiérrez Romero, presidente de la Fundación Nacional de Investigaciones de Niños Robados y Desaparecidos.
«El crimen organizado atrapa a sus muchas víctimas, sobre todo adolescentes, a través de las redes sociales, utilizando jóvenes atractivos como señuelos». Las autoridades de Estados Unidos y de Francia tienen identificado perfectamente el modus operandi de estas bandas. “Los órganos de los niños no se los llevan de México en contenedores o hieleras, eso es ciencia ficción. Se los llevan vivos a Estados Unidos, donde hay clínicas clandestinas y médicos corruptos que por miles de dólares los operan y les extraen todos los órganos. Lo he hablado con autoridades de alto nivel de Estados Unidos y Francia y me han dicho que nunca se va a encontrar a un niño abierto en canal, porque lo que hacen estas bandas es que los restos de las víctimas son arrojados a grandes trituradoras, y una vez convertidos en carne picada, entregados a los perros como alimento”.
«Las edades de los niños robados ideales para el tráfico de órganos, oscilan entre los 7 y 10 años de edad; los bebés recién nacidos se emplean para satanismo, y los menores de hasta cinco años, son sustraídos generalmente para vendérselos a parejas que no pueden tener hijos».
El problema del tráfico de órganos de niños mexicanos hacia Estados Unidos cobró visibilidad cuando fue denunciado por El Vaticano en un editorial del diario L’ Osservatore Romano. En un reportaje de Julia Preston para The New York Times, la periodista afirmó que los menores se han vuelto un negocio muy lucrativo y de bajo riesgo para los cárteles mexicanos de la droga, que controlan y se han apoderado también de este macabro tráfico humano.
(Extracto. Adaptación libre)
Imagen: despiertaalfuturo.blogspot.com
