España UETodos sabemos que cuando España solicitó ingresar en la Unión Europea (denominada por aquel entonces Mercado Común), Alemania y demás países fundadores se mostraron encantados, pero haciéndonos saber que era un club selecto y teníamos que cumplir escrupulosamente sus reglas para lograr ser aceptados.

Cuando finalmente el 1 de enero de 1986 España formalizó su adhesión, el precio que pagó para entrar fue el desmantelamiento total de su industria pesada: altos hornos, astilleros y siderurgia, que fueron sacrificados en una salvaje reconversión industrial pilotada por Felipe González que costó muertos, sangre y despidos a mansalva, y de la que, 30 años después, todavía no nos hemos recuperado.

El peaje inicial no pudo ser ya más alto.

En el reparto de competencias quedó claro que fabricar era cosa de Alemania, y que los españoles teníamos que conformarnos con el sol, el clima y nuestra simpatía para atraer turistas, y como premio de consolación, con las ayudas denominadas fondos de cohesión y fondos estructurales.

A partir de ahí, ¿a qué actividad económica podíamos dedicarnos?… ¿a producir botijos?… No nos habían dejado otra salida que fabricar casas, la gallina de los huevos de oro. Y desde luego si lo hubiéramos hecho ordenadamente y con cabeza, esa opción hubiera podido funcionar razonablemente bien, pero con el AVE por medio, las obras faraónicas, los pelotazo inmobiliarios a diestro y siniestro, y el afán de presumir de crecimiento, buena gestión, superávit de cuentas públicas y creación de empleo por parte de nuestros dirigentes políticos, la malograron sin remedio, convirtiéndola en la pesadilla de la deuda.

elimparcial.esComo los ciudadanos españoles no ahorrábamos suficiente para construir un parque de viviendas tan elevado, los bancos alemanes suministraron fondos a los bancos españoles, tal y como volvió a hacer Alemania en 2013  prestándonos más de 40.000 millones de euros para salvar a la banca española y, de rebote, a la suya. Los alemanes nos lo financiaron todo: primero la burbuja inmobiliaria que nos abocó a la crisis y posteriormente el rescate que nos dejó en la ruina… ¿qué más le podemos pedir?

Si como contrapartida de los recortes, Alemania facilitó a España recursos económicos, no fue para atender necesidades sociales y que fluyese el crédito a la economía productiva y al consumo de las familias, sino para que los bancos españoles pudieran reembolsar lo que debían a sus homólogos alemanes.

Puesta la ayuda, puesta la trampa. Yo te doy la pasta, tú me la devuelves, y todos en paz.

Pero si ese dinero no iba a cambiar realmente de manos, cabe preguntarse , ¿por qué sabiendo desde el principio que iba a terminar a orillas del Rhin, Alemania no se lo entregó directamente a sus propios bancos, en vez de hacerlo a través de España, dando un rodeo?

La razón es obvia: si Alemania hubiese rescatado directamente a sus bancos, la factura hubieran tenido que pagarla los contribuyentes alemanes, mientras que rescatando Alemania a España, quienes tendrán que reembolsarla serán los contribuyentes españoles.

Que no es ni parecido. Y como la deuda ofende, mejor quédatela tú, Mariano, que te hace más falta. Y Rajoy sacando pecho por su hazaña, que el hombre no cabe en sí de gozo con su mayoría absoluta que le ha convertido en rey del telediario y dueño del boletín oficial del estado. Un servicial chico de los mercados que se ha puesto primero de la clase e incluso gana al profesor con sus desahucios, recortes en sanidad, educación, pensiones, pérdida de puestos de trabajo, bajadas de salario y supresión de derechos, a los que califica educadamente como «reformas». La desfachatez al poder.

El caso es que, en una sociedad capitalista, toda crisis tiene que tener unos ganadores y unos perdedores, que por supuesto, nada tienen que ver con quienes la han provocado, ni con quienes tengan más razón, sino con quienes sean más poderosos y puedan imponer sus condiciones al resto, y como los países del sur de Europa son el eslabón más débil, les ha correspondido comerse el marrón y a sus ciudadanos ser los chivos expiatorios.

Porque no hay mejor manera de deshacerse discretamente de la porquería propia que sacudírsela al vecino, si se deja, cuando el comportamiento correcto hubiera sido nacionalizar la banca española quebrada, y que los bancos alemanes, corresponsables de haber alimentado la burbuja inmobiliaria patria, se cobrasen su deuda en urbanizaciones, viniendo a veranear aquí con los gastos pagados.

Desgraciadamente, en esta Europa solidaria de los mercados, cada cual arrima el ascua a su sardina, y las conquistas que hasta ayer se realizaban mediante tanques, se efectúan hoy con primas de riesgo, con resultados infinitamente más satisfactorios.


Versión actualizada del artículo titulado ¿Por qué Alemania prefiere recatar a España que a sus propios bancos?, publicado originalmente en kaosenlared.org: http://2014.kaosenlared.net/component/k2/33996-%C2%BFpor-qu%C3%A9-alemania-prefiere-rescatar-a-espa%C3%B1a-que-a-sus-propios-bancos

Imágenes: elimparcial.es| hablamosdeeuropa.es

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