¿Qué clase de sociedad pondría a un violador masculino en una prisión para mujeres? ¿En qué país se consideraría aceptable encerrar  a un hombre condenado por violar a dos niñas en el mismo espacio que cientos de mujeres? En Gran Bretaña. En 2017.

Martin Ponting, padre de tres hijos, fue sentenciado a cadena perpetua en 1995 por violar a dos chicas menores de edad y se le recluyó en la prisión de máxima seguridad de Whitemoor.

Pero en 2017 Martin Ponting, hubo de ser trasladado a una penitenciaría femenina, mucho más suave, la de Bronzefield Ashford, después de someterse a  un tratamiento hormonal de 10.000 libras, costeado íntegramente por el Estado, para cambiar de sexo y convertirse en Jessica Winfield.

Una de sus víctimas manifestó al enterarse que continúa siendo una amenaza,  porque aunque “pueda haber cambiado físicamente, su cerebro sigue siendo el mismo”, lamentando que su nueva condición femenina le permita salir algún día de la cárcel.

En su nuevo destino, a pesar de ser una “mujer”, las reclusas le temían, porque aunque Martin/ Jessica se hormonaba, no se había operado y conservaba intactos sus atributos masculinos, teniendo los guardias que aislarla para evitar acercamientos y tocamientos indebidos a otras presas.

Parece terrible obligar a mujeres presas  a tener que convivir a la fuerza con un violador que anteriormente victimizó a mujeres vulnerables. Estar entre ellas supone aumentar su identidad narcisista y valorar sus sentimientos por encima de los del resto de reclusas. Y resulta ofensiva la idea de que debemos borrar el antiguo nombre con que Martin Ponting cometió sus crímenes para no ofender su sensibilidad trans.

Pero el de Martin/ Jessica no es el primer caso de reo transgénero, aunque haya necesitado esperar hasta tener 50 años de edad para darse cuenta de que lo era.

John Pilley, que se hallaba condenado a cadena perpetua por el secuestro e intento de asesinato de una mujer taxista en 1981, hizo historia en 1999 cuando se convirtió en el primer prisionero de Inglaterra y Gales en cambiar de  sexo, pasando a llamarse Jane Anne, aunque en 2006 se cansó de ser “mujer”  y decidió regresar a su antiguo estado.

Y es que las vueltas atrás ocurren, aunque no siempre se hagan públicas. Hace un año, el norteamericano Walt Heyer, tras cambiar de “género”, se sometió a una segunda operación para volver a su condición inicial masculina.

Se cree que actualmente hay alrededor de 80 presos transgénero en Inglaterra y Gales, que se ganaron el derecho a mudar de condición sexual en 1999 y, especialmente una década más tarde, cuando una sentencia  del Tribunal Supremo Británico dispuso  que se les trasladara a la prisión correspondiente a su nuevo sexo sobre la base de que, hacer lo contrario, violaría sus derechos humanos.

Más no deja de ser sorprendente que la metamorfosis de algunos voraces gusanos de seda a frágiles mariposas, se produzca estando en prisión.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: holahola.cc| rt.com|thefeministwire.com

Fuentes: https://www.holahola.cc/entretenimiento/86070

http://www.antena3.com/noticias/mundo/trasladan-violador-carcel-maxima-seguridad-otra-solo-mujeres-cambio-sexo_2017032158d101330cf2453280ccb323.html

http://www.spiked-online.com/newsite/article/a-rapist-in-a-womens-prison-society-has-lost-the-plot/20310#.WpwyX7NG201

http://sobrelamarcha.aceprensa.com/tag/ponting/?print=print-search

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