Owen-Jones_EDIIMA20130327_0247_4El libro de Owen Jones, Chavs, la demonización de la clase obrera,   que muestra cómo representan los medios a la clase trabajadora británica, se ha convertido en un fenómeno editorial.

¿La demonización de la clase obrera es un fenómeno exclusivamente británico?

La demonización es inevitable en todas partes para justificar la desigualdad existente.

Si lo piensas bien, la desigualdad es irracional: el poder y la riqueza no deberían estar concentrados en  manos de unos pocos, pero la desigualdad se racionaliza repitiendo que los miembros de la élite merecen estar donde están porque son más listos y trabajan más, mientras que los de abajo se hallan en esa situación porque son estúpidos y vagos. Como sucedía con los esclavos negros y sus amos.

En el Reino Unido, a partir de Tatcher,  se produce un cambio en el que la pobreza, el paro y la desigualdad dejan de ser problemas sociales, injusticias que el gobierno debe solucionar, para pasar a convertirse en fracasos individuales.

Hay una frase muy famosa de un ministro thatcherista, Norman Tebbit: «En los años treinta, cuando mi padre se quedó sin trabajo se subió a su bicicleta y salió a buscarlo». Así, el «súbete a la bici» se convirtió en un cliché nacional como fórmula mágica para salir del paro.

Eso se comprueba fácilmente en Chavs, dónde la connivencia entre medios de comunicación y el discurso ultraconservador es evidente.

Sí, los medios utilizan ejemplos extremos. El año pasado, el caso de Mick Philpott fue muy famoso: seis de sus 17 hijos murieron en un incendio provocado por él. En el Reino Unido solo hay 190 familias con más de diez hijos en situación de desempleo, pero aparecen constantemente en los medios como los prototipos de una clase obrera que se aprovecha y vive de los subsidios, cuando la realidad es que, apenas un 0,7% del gasto social se pierde en abusos, pero la percepción popular es que se trata del 27%.

¿Por qué ocurre esto?

Cuando la izquierda reclama más impuestos a los ricos, los medios de comunicación rebaten la idea hablando de envidia. Lo mismo ocurre con la inmigración: se destacan los casos de inmigrantes que consiguen casas a través de ayudas sociales, para fomentar un discurso racista. Se detallan las remuneraciones y pensiones de los trabajadores del sector público – enfermeras, médicos, profesores – para fomentar la envidia de los trabajadores del sector privado y manipular en su contra a la opinión pública.

Se incita al odio de manera muy sutil. Se expone un caso de derroche de subsidios y se muestra que se trata de un inmigrante, y con eso basta. Su discurso se asemeja al tópico conservador de los sesenta, que decía: «Si quieres a un negro como vecino, vota a los laboristas».

La derecha ha sabido trasladar la rabia de la gente contra los banqueros y los evasores de impuestos responsables de la crisis, hacia sus propios vecinos, inmigrantes y trabajadores del sector público.

La idea de que no existe una clase obrera y que todos somos clase media es la clave de todo. Esa idea, fomentada por políticos y periodistas, pulveriza el debate sobre la desigualdad, porque si no existen clases sociales, no hay nada que cambiar.

La guetización de la clase obrera en viviendas sociales ha hecho que aquellos con mayores necesidades acabaran separados del resto de la población. Toda la clase empobrecida está concentrada, y el resto de la población sólo sabe de ella por lo que cuenta la televisión.

El ataque a la Seguridad Social y al sistema de becas hace que muy poca gente de clase obrera pueda permitirse que sus hijos se dediquen estudiar mientras les mantienen sus padres, junto a un montón de otras profesiones a las que ya no tiene acceso, como la de periodista. Porque, si para ser becario tienes que trabajar gratis durante meses, ¿quién puede sostenerlo? Estamos ante barreras de clase relativamente nuevas.

Mientras, se fomenta la idea de que todos podemos ser ganadores si tenemos talento y podemos llegar a la cumbre si nos esforzamos a tope, lo cual es radicalmente falso. Por eso las aspiraciones de los jóvenes de clase obrera son poco realistas: estrella pop, futbolista… pero porque es el único modelo que se les ofrece de poder salir de su situación.

Usted explica cómo esa guetización fue de todo menos casual.

Fue una decisión ideológica. Originalmente, las viviendas de protección oficial promovían comunidades mixtas. Aneurin Bevan, creador de la sanidad pública, dijo que quería recrear los mejores aspectos de los preciosos pueblos ingleses y galeses donde el doctor y el carnicero vivían puerta con puerta.

El problema es que los conservadores rebajaron la calidad de las construcciones y hacinaron a la gente en monstruosos bloques de pisos que no favorecían la vida comunitaria. En los ochenta además, al poner los pisos de protección oficial a la venta, reservaron una partida para los más desprotegidos, lo que provocó la fragmentación y división de los trabajadores, ya que todos estaban compitiendo por las mismos viviendas. La vieja táctica de divide y vencerás.

(Extracto. Adaptación libre)


Imagenes: eldiario.es

Fuente: http://www.eldiario.es/cultura/entrevistas/Owen-Jones-empeorado-escribi-Chavs_0_262124428.html

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