Después de los hijos, ¿heredarán también los nietos los problemas de salud provocados por la toma de Depakine, un medicamento recetado para personas epilépticas, bipolares y con migraña?

La asociación de ayuda a los padres de hijos que sufren el síndrome de este anticonvulsivo (Apesac) ha hecho cuentas por primera vez, y ha contabilizado 99 nietos de personas que tomaron Depakine como potenciales nuevas víctimas del medicamento.

La cápsula del laboratorio Sanofi, hecha a base de ácido valproico, ha causado 30.400 problemas de neurodesarrollo y 4.100 malformaciones a toda una generación de niños nacidos entre 1967 y 2016, según la Agencia Nacional de Seguridad del Medicamento (ANSM), y no porque lo hayan tomado ellos, sino porque fueron contaminados cuando estaban en el vientre de su madre.

Sólo en Francia la Apesac calcula que de 41.000 madres gestantes, 11.500 bebés nacieron con malformaciones. Y en el Reino Unido se estima que unos 77.000 niños han nacido con diversas discapacidades por la exposición intrauterina al valproato sódico.

Sanofi no comenzó a mencionar los riesgos en el prospecto del medicamento hasta 2010, y no fue hasta 2016, cuando estalló el escándalo del Depakine en Francia.

Y ahora una nueva preocupación se abate sobre sus víctimas. Porque los bebés expuestos a la comercialización del Depakine en Francia hace 52 años, se han hecho adultos, muchos son padres, y sus descendientes sufren las mismas complicaciones que ellos a pesar de no haberlo probado jamás.

Una investigación de la Apesac llevada a cabo con sus propios medios ha revelado que de 187 nietos de mujeres tratadas con este antiepiléptico durante su embarazo, más de la mitad presentan problemas graves de salud característicos del Depakine: un 30% problemas de neurodesarrollo, un 9% malformaciones y un 14% de ambos tipos.

Malformaciones urogenitales, renales, en las manos y en los pies, cardíacas, del cráneo, dismorfias faciales, problemas de comportamiento, de interacciones sociales, de atención, de aprendizaje, autísticas, visuales, auditivas, psicomotrices, de lenguaje… los síntomas son los mismos.

¿La intoxicación por ácido valproico puede provocar esos estragos, generación tras generación? ¿Cuándo desaparecerá esa pesadilla?

Marine Martin presidenta de APESAC exige respuesta. Desde noviembre de 2017 solicita sin éxito al Ministerio de Sanidad francés que encargue un estudio epidemiológico.

Además de lo que costaría el estudio, ello implicaría después indemnizar a las familias. Ciertamente, muchos niños víctimas del Depakine no serán seguramente padres puesto que están tan afectados que no son capaces ni siquiera de hacerse la comida, pero otros, como mi hija de 19 años, se preguntan si podrán tener hijos sanos. Los chavales Depakine son clones, todos iguales, resulta aterrador”,señala.

Sandrine Bercillon, de 34 años, estuvo expuesta in utero, al contrario que sus cuatro hijos pequeños. Sin embargo, todos ellos han sido diagnosticados como hiperactivos. “Creen que mis hijos son gemelos, porque todos tienen la misma cabeza, exactamente igual que la mía”, la dismorfia característica de los niños Depakine.

Sandrine Bercillon y sus hijos tienen también problemas con la vista. Uno sufre incontinencia fecal, otra malformación en las manos y otra escoliosis, como su madre. “Eso me impide coger cosas pesadas”, nos dice la joven, “podría operarme pero tengo un 50% de posibilidades de acabar en una silla de ruedas”.

Los efectos del ácido valproico durante la gestación no se pueden probar, aunque las autoridades sanitarias francesas son categóricas al respecto: los niños expuestos a él corren cuatro o cinco veces más riesgo que los demás de desarrollar problemas mentales o de comportamiento, aunque el vínculo entre el medicamento y la siguiente generación no se ha establecido.

Virginie Escloupier, que vive en Charente-Maritime, busca también respuestas. Su madre tomó Depakine durante sus dos embarazos, en 1984 y 1988, ignorante del peligro que corría. Sin embargo, los médicos lo sabían perfectamente. Cuando su hermana nació con una malformación renal, el historial de maternidad mencionaba entre paréntesis “madre con Depakine”. Le tuvieron que quitar un riñón. En cuanto a Virginie, hubo de operarse de las rodillas a causa de las malformaciones.

Cuando Virginie Escloupier llama a Laurence Blanchard, vicepresidenta de la Apesac, no entiende por qué le pregunta tanto sobre sus hijos si ella no ha tomado nunca Depakine. Pese a ello, su hija mayor, de 10 años, padece problemas de agitación, de aprendizaje, visuales y tiene los pies cavos, una deformación de origen neurológico que le causa tanto dolor al andar que sólo toca el suelo con los dedos y el talón.

Su hijo menor nació hace seis años y medio con los dedos pequeños retorcidos y dos extraños huecos en la espalda, por encima del ano. “Los médicos nos dijeron que era el sitio de la antigua cola de mono”,r epite incrédula. A la hija de Laurence Blanchard le pasa lo mismo.

Virginie Escloupier muestra las pruebas que señalan una malformación de la uretra. El chico fue operado siete veces en nueve meses, durante los cuales tuvo que llevar una sonda en el pene. La anomalía en la columna vertebral de su chiquillo tiene un nombre: espina bífida. “Es una de las malformaciones características observadas en los casos de bebés expuestos in utero al Depakine, con un riesgo estimado en un 1% de estos niños, frente al del 0,5 al 1 por 1.000 de la población general”.

Entre nuestros pacientes expuestos in utero al ácido valproico, algunos se preguntan si existen riesgos para sus hijos. Es una pregunta legítima pero a la que no podemos responder cientificamente porque no existen pruebas que lo demuestren”, explica un experto.

El vacío científico ha impedido determinar hasta el momento si hay un efecto transgeneracional causado por ese medicamento. Pero ya exise un precedente: el Distilbeno y sus genéricos, prescritos en Francia entre 1950 y 1970 a casi 200.000 mujeres embarazadas para evitar un aborto espontáneo, que han causado a sus hijos problemas de infertilidad, de cáncer genital y de seno, anomalías genitales, etc., y también a sus nietos, que sufren de obstrucciones del esófago y malformaciones del sexo masculino. Algo que se logró probar en 2014.

¿Cómo se explica esta herencia? Por la epigenética. Una exposición a medicamentos puede conllevar modificaciones epigenéticas, es decir, de la expresión de los genes, e inducir cambios hereditarios transmisibles a las siguientes generaciones.

La farmacéutica Sanofi ha sido condenada en 2017 en una primera sentencia judicial a indemnizar con tres millones de euros a la familia de su víctima por los efectos secundarios que le provocó el medicamento. El tribunal acusó a Sanofi de vender un «producto defectuoso».

En enero de 2015, la Agencia Española de Medicamentos lanzó una advertencia informando que el Depakine estaba provocando malformaciones en bebés y  al mes siguiente, advirtió que este medicamento causa también enfermedades de las mitocondrias.

No se trata de un caso aislado. Otro fármaco de Sanofi, el Agreal, usado para aliviar los sofocos de la menopausia, que fue retirado del mercado en 2005, se halla aún en los tribunales por las lesiones y reacciones adversas que originaba.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes:RFI|BBC|elperiodico.com|Ladepeche.fr|Contralinea.com.mx

Fuentes:https://www.infolibre.es/noticias/lo_mejor_mediapart/2019/05/30/los_nietos_del_depakine_una_nueva_generacion_victimas_del_medicamento_94295_1044.html Traducción del francés de  Miguel López

http://loquesomos.org/sanofi-condenada-farmaco-depakine/

<https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2018/03/23/5ab4f359468aeb951b8b45ef.html

 

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