otromundoesposible.netVivimos en una sociedad de mercado con una democracia de mercado, partidos de mercado, gobiernos de mercado y justicia de mercado.

Un mundo de empresas y no de humanos, donde todo está en venta: trabajadores, productos, gobernantes, estados y leyes, que existen para servirle, obedecer sus mandatos y rendirle pleitesía.

El mercado no persigue el bien de la gente, sino el negocio; no la convivencia, el respeto, la paz  y la equidad en la distribución de cargas y beneficios, sino la explotación, la guerra, la competitividad y la desigualdad, en aras de la eficiencia y de la prosperidad particular, que no general.

Un arma de destrucción masiva que solo responde ante sí misma y Wall Street, y en cuyos designios los humanos no tenemos cabida, constituyendo únicamente la materia prima del lucro.

El mercado es simplemente el sistema de dominación de una élite. El método más perfeccionado de depredación inventado nunca por el hombre: tan exitoso que hasta ha sido capaz de acabar con el comunismo, relegándolo al papel de  subalterno suyo.

Aunque no todo no sea negativo en él, y haya producido infinidad de bienes (la mayoría de ellos inútiles), e impulsado un desarrollo tecnológico sin precedentes, sus peajes, humanos y medioambientales, inasumibles para el planeta y la especie, lo convierten en un modelo fracasado que nos aboca al desastre.

Se acerca cada vez más ese momento, como el iceberg al Titanic, lo sabemos, lo vemos y palpamos a nuestro alrededor, pero lo esquivamos por el procedimiento de no creérnoslo, mirar para otro lado y hacer oídos sordos a sus avisos, como si no pasase nada, o el asunto no fuese con nosotros.

Podemos seguir autoengañándonos para no enfrentarnos ni asumir nuestra responsabilidad, pero el mito del crecimiento indefinido, de la abundancia para todos y el hiperconsumo feliz toca a su fin, y por más conejos que el mercado se saque de la chistera, ningún  milagro tecnológico de última hora, ni nada que no sea un cambio radical de rumbo, nos salvará.

Sus sofisticadas trampas de ingeniería financiera, contabilidad B, paraísos fiscales y marquetín, nos permitirán comprar algo de tiempo y retrasar lo inevitable, pero no escapar de sus miserias.


Imagen: www.otromundoesposible.net

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