El 19 de enero de 2019 un grupo de personalidades, intelectuales, juristas, actores y familiares constituidos en un Comité por la Verdad y la Reconciliación,  solicitó que se reabrieran las investigaciones de los 4 principales asesinatos políticos de los años sesenta en Estados Unidos: el del presidente John F. Kennedy, el del activista Malcolm X, el del  reverendo Martin Luther King premio Nobel de la Paz, y el del senador  Robert Kennedy ganador de las primarias del partido demócrata.

Entre noviembre de 1963 y junio de 1968, el establishment de seguridad nacional eliminó a los más destacados gobernantes y activistas políticos reformistas, incluido el presidente del país, los dos principales opositores a la guerra de Vietnam, y el líder más influyente de la minoría negra.

A pesar de formar parte de este grupo los hijos de Robert Kennedy, abogados y colaboradores de Martin Luther King, médicos y forenses de renombre que trabajaron en el caso JFK, el disidente Daniel Ellsberg que destapó los papeles del Pentágono, cantantes como David Crosby, el cineasta Oliver Stone, autor de la película sobre el caso JFK, y varios actores de Hollywood, ningún gran medio español se hizo eco de la noticia.

La Comisión califica esos asesinatos de “asalto salvaje y concertado a la democracia y actos organizados de violencia política” que tuvieron un “impacto desastroso en la historia del país” al acabar con quienes pretendían “apartar a Estados Unidos de la guerra, encaminándolo hacia el desarme y la paz”.

Sobre el asesinato del presidente John Kennedy, el grupo dice que “fue organizado en las altas esferas de la estructura de poder de Estados Unidos y llevado a cabo por dirigentes del aparato de la seguridad nacional que utilizaron, entre otros, a personajes de los bajos fondos para su ejecución y encubrimiento”.

Recuerdan los “juicios farsa” que rodearon los cuatro asesinatos y apelan al Congreso a que exija la publicación de todos los documentos gubernamentales, que deberían haber sido desclasificados por completo en 2017, pero que la CIA y otras agencias mantienen en secreto.

Oficialmente, todos ellos  resultaron muertos en atentados obra de “locos solitarios”; Lee Harvey Oswald mató a John Kennedy antes de ser asesinado a su vez por Jack Ruby; Malcolm X murió a manos de tres negros musulmanes; Martin Luther King abatido por James Earl Ray, y el senador Robert Kennedy bajo las balas de Sirhan Sirhan, un palestino perturbado.

Ya en tiempos de Roosvelt, su vicepresidente, Henry Wallace, tuvo su correo controlado y su teléfono pinchado por la policía política por revelar que la amenaza soviética estaba siendo exagerada por el complejo de seguridad nacional. Lo mismo le ocurrió al candidato presidencial George McGovern, a cantantes como Pete Seeger o Woodie Guthrie, músicos como Duke Ellington, científicos como Albert Einstein, los activistas de Occupy Wall Street o Black Lives Matter

Desde que Edward Snowden demostró la existencia de Big Brother, y su encarnación en la NSA, las garantías constitucionales más básicas son negadas al conjunto de los ciudadanos.

A pocos les sonará el nombre del periodista Michael Hastings, a pesar de que se hizo famoso cuando un reportaje suyo provocó que Obama destituyera al general McChrystal, comandante en jefe de las fuerzas desplegadas en Afganistán.

Se rumoreó que la CIA estuvo involucrada en el accidente automovilístico que le costó la vida en 2013. Revelaciones de Wikileaks han demostrado que la CIA dispone desde hace tiempo de la capacidad de secuestrar vehículos de forma remota para llevar a cabo «asesinatos indetectables».

El automóvil de Hastings realizó un giro inesperado de 60 grados en una palmera, y un testigo presencial declaró que el coche viajaba extremadamente rápido y que se podían escuchar explosiones dentro del vehículo poco antes del choque. La policía de los Ángeles señaló que el incendio dentro del automóvil fue inusual debido a su intensidad, y comentó que parecía una quemadura producida por termita. El cuerpo de Hastings estaba tan quemado que le tomó dos días al juez de instrucción identificarlo.

El ex Coordinador Nacional de Seguridad, Protección de Infraestructura y Contraterrorismo de EEUU, Richard A. Clarke, manifestó al Huffington Post que «resulta relativamente fácil interferir el sistema de control de un automóvil, y hacer que se acelere o frene aunque el conductor no quiera, o disparar su airbag. Se pueden hacer cosas altamente destructivas, hackeando un auto. El problema con los ciberataques a automóviles es que no se puede demostrar».

El sociólogo Norman Birnbaum explicó en una entrevista concedida a Deutchlandfunk, que el presidente Obama tuvo bien presente durante su mandato el destino histórico de personajes de la vida americana como los cuatro anteriormente mencionados: “nuestro sistema tiene formas de advertir que no se traspasen determinados límites”. Desde que Eisenhower, en su discurso de despedida del cargo, el 17 de enero de 1961 advirtió que “debemos cuidarnos de la influencia del complejo militar industrial”,  dando a entender que el presidente de Estados Unidos es un prisionero del aparato de seguridad nacional “que tiene sus propias leyes y sabe perfectamente cómo disciplinar a la gente”, como señaló Birnbaum a propósito de Obama.

Siempre se dijo que el comunismo era un sistema irreformable, pero la experiencia confirma lo contrario: a lo largo de más de cuarenta años, los países del Este de Europa no dejaron de intentar reformas hacia el “socialismo de rostro humano”; cambios que la URSS no permitió. El viejo comunismo soviético se ha mostrado tan reformable que hasta se autodisolvió, y China y Vietnam se han sumado con entusiasmo a la economía de mercado.

Lo único históricamente irreformable ha sido Estados Unidos: una sociedad de extrema desigualdad, regida por el interés privado de una minoría, que suprime a todos los que representan el más mínimo riesgo para su hegemonía.

Estamos hablando de una élite que está por encima de las leyes y presidentes y que controla todos los resortes del estado.

Cuando se saca a la luz esa historia, siempre hay alguien que suelta lo de la “teoría de la conspiración”. Un concepto acuñado por la CIA en los años sesenta, para solventar el cuestionamiento de la increíble versión oficial de la muerte de Kennedy.

Desde entonces no cesan de usar ese latiguillo, porque cada vez tienen más estiércol que ocultar.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: Al Saeib LA Times|AP Blue Rider Press Penguin|imagenesmi.com|Contrainfo

Fuentes: https://www.mintpressnews.com/michael-hastings-targeted-cia-wikileaks-reveals-agencys-covert-carjacking-ability/225738/

https://ctxt.es/es/20190130/Politica/24177/estados-unidos-kennedy-luther-king-malcomn-x-rafael-poch.htm

https://elpais.com/sociedad/2013/06/22/actualidad/1371856325_198165.html

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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