Los Papeles de Pandora son el resultado de una investigación llevada a cabo por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), en el que han participado 600 periodistas de 117 países, coordinados por el Proyecto de Informes sobre el Crimen Organizado y Corrupción (OCCRP).
Para que 600 periodistas puedan dedicarse durante 2 años a investigar la corrupción a escala mundial, se necesita mucho dinero y medios para obtener esa información y procesarla. Baste señalar que el equipo de Pandora analizó 12 millones de archivos.
El (OCCRP) fue creado en 2006 con financiación de la USAID (Agencia EEUU para el Desarrollo Internacional), que no es más que una fachada de la CIA. Por su parte, al Centro Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), fundado en 1997, lo financia la Open Society Foundation del magnate Soros, la Fundación Ford, etc.
Nadie ha explicado cómo los dos padrinos de la operación, el ICIJ y el OCCRP, lograron acceder a unos archivos que están celosamente protegidos, ni tampoco si algunos documentos fueron eliminados antes de su publicación.
Sea como fuere, los Papeles de Pandora, publicados por el The Washington Post, Le Monde, BBC Panorama y The Guardian salpican a 956 empresas, 336 políticos, 14 jefes de Estado, 11 expresidentes de gobierno, 12 exprimeros ministros, 4 primeros ministros en ejercicio, 19 ministros, 10 legisladores, 5 banqueros, 66 hombres de negocios, 3.000 mejicanos, o 600 españoles, todos ellos con cuentas opacas en paraísos fiscales.
Resulta llamativo que en esa relación no figure ningún político norteamericano, ni ninguno de los 400 principales multimillonarios estadounidenses. Y es que todas las revelaciones de estas dos ONGs han tenido siempre un marcado carácter selectivo y un claro sesgo de desviar la atención. Los Papeles de Panamá, por ejemplo, se centraban únicamente en las andanzas del bufete panameño de Mossack Fonseca, olvidándose de todos los demás.
Desde 2013, el ICIJ en colaboración con el OCCRP, inspirándose en Wikileaks, empezó a divulgar los nombres de personas que ocultaban sus bienes en paraísos fiscales. Así, en 2013 aparecieron los Offshore Leaks, en 2014 los Luxemburg Leaks, en 2015 los Swiss Leaks, en 2016 los Bahama Leaks y los Papeles de Panamá, en 2017 los Papeles de Paraíso, y ahora en 2021 los Papeles de Pandora.
Según la agencia de noticias independiente norteamericana ProPublica, Jeff Bezos (que tiene una fortuna de 200.000 millones de dólares), no pagó en 2007 y 2011 ni un céntimo de impuestos, lo mismo que ocurrió con Elon Musk (dueño de 190.000 millones de dólares) en 2018. Ejemplo que imitaron en 2019 Michael Bloomberg que entregó al fisco tan sólo el 1,30% de sus ganancias, o Warren Buffett que aportó el 0,10 %, etc.; menos que cualquiera de sus empleados.
Curiosamente también, a pesar del enorme escándalo suscitado por estas revelaciones que se vienen realizando desde el año 2013, nada ha cambiado en el mundo, los paraísos fiscales están hoy más vivos que nunca, y la evasión financiera sigue funcionando a pleno rendimiento.
Eso sí, después que Suiza, Luxemburgo, Bahamas o Panamá, dejaron de ser refugios seguros a salvo de filtraciones, fueron rápidamente sustituidos por los paraísos fiscales norteamericanos de Dakota del Sur (360.000 millones de dólares en activos), Delaware (35.000), Florida (37.000), Texas (24.000), Nevada (14.000), etc., sin que nadie dijera nada, ni lo denunciara.
La señal que los Papeles de Pandora envían al mundo es que no hay lugar más seguro del planeta para guardar el dinero sucio que EEUU.
Obviamente la solución no consiste en publicar los nombres de los beneficiarios, sino en investigar a fondo el origen ilícito de sus fortunas, y erradicar definitivamente los paraísos fiscales. La trama Pandora es el último brochazo cosmético para blanquear la corrupción inherente capitalismo.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: larazon.es|elespañol.com|businesinsider.es
