Con la caída de Afganistán estamos viviendo un giro histórico donde EEUU, si bien sigue siendo todavía la primera potencia, pierde el protagonismo y la supremacía mundial que le caracterizaron hasta ahora.

La va a resultar difícil continuar ostentando el liderazgo con 2 guerras perdidas  (Vietnam, Afganistán), pese a acumular un déficit brutal de su PIB para mantener la primacía militar.

Una derrota, la de Afganistán, que se produce al mismo tiempo que el ascenso de sus dos grandes rivales geopolíticos: Rusia y China, que en vez desgastarse en  guerras exteriores, se han dedicado a crecer económica y socialmente en su territorio, así como a incrementar su influencia sobre los demás países.

China es la única nación que puede ofrecer capitales, tecnología, infraestructura, etc., para comenzar la recuperación de un Cercano Oriente (Irak, Siria, Afganistán, Yemen) arrasado por un Occidente que les ha sumido en la pobreza y el atraso, pese a que algunos de esos países disfrutaban de un digno nivel de vida antes de que aparecieran por sus tierras petroleras los benefactores yanquis y su cohorte de vasallos europeos (a España intervenir en ese conflicto ajeno, le ha costado más de 100 muertos y casi 5.000 millones de euros).

Un esfuerzo muy loable el que Occidente ha hecho por devolverlos a la Edad Media, que ningún burka informativo puede ya ocultar.

Suerte que los “malos” son los talibanes.


Imagen: biobiochile.cl

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