get_imgEl alcalde de Cádiz, José María González Santos, Kichi, sigue viviendo en el Barrio de la Viña. En una casa más pequeña que el solemne despacho en el que nos recibe.

¿Qué balance, breve, hace de lo que ha sido el primer año?

Las palabras no pueden ser otras que difícil y positivo. Difícil porque cuando llegamos al ayuntamiento nos encontramos con un ayuntamiento desierto. Sabíamos a lo que veníamos, sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero la realidad superó todas las expectativas posibles.

Sabíamos de los 275 millones de euros de deuda, sabíamos que este ayuntamiento había funcionado como un cortijo para unos pocos con el dinero de todos, pero la realidad superó la ficción. Esto parecía un desierto, aquí no había nadie. No había rastro de Teófila ni del equipo de gobierno. Fue subirnos a una máquina en movimiento que no se podía parar y de la que no teníamos el manual de instrucciones.

¿Se refiere a un desmantelamiento?

Yo no sé si desmantelamiento, pero ni el teléfono tenía batería. Habían dejado todo en reset. No había ordenadores. Directamente se los habían llevado a cuestas (risas). La agenda de la alcaldía, los compromisos que tenía el nuevo alcalde contraídos por la anterior alcaldesa, estaban absolutamente suprimidos. No había nada, empezamos de cero en todos los sentidos. La verdad es que generó al principio ciertas situaciones de pánico… para dónde tirar, qué hacer primero… resultó complicado.

La deuda aparece como un tema central. ¿Cómo afecta a la acción de gobierno?

La deuda ha marcado gran parte de nuestra acción de gobierno. Es un lastre importante aunque no el único. La deuda nos hace jugar esta partida con una mano atada a la espalda. A la hora de elaborar los presupuestos por ejemplo, que hemos aprobado hace un par de semanas, nos impide hacer lo que hubiésemos querido hacer. Hemos hecho lo que hemos podido, no lo que hubiéramos querido. Aun así, no es el único lastre.

El pago a proveedores también ha sido un obstáculo importante, porque tenemos una lista enorme de gente a la que le debía este ayuntamiento. En unos casos son locales, gente que levanta la persiana de sus negocios cada día, que hacía negocios con el ayuntamiento sin saber cuándo iban a cobrar. O empresas importantes de ámbito estatal.

En el marco jurídico también hay otros lastres que no son menos importantes: la infrafinanciación que sufren los ayuntamientos, la Ley de Estabilidad Presupuestaria, la modificación del Artículo 135, que establece como prioridad el pago de la deuda por encima de la inversión en tus vecinos… Todo eso, mezclado y agitado, da como resultado una serie de limitaciones muy importantes. No obstante, no son excusa. Nosotros las convertimos en reto.

Otra de las dificultades, escenificada en la aprobación de los presupuestos, es la indefinición del PSOE en su apoyo al equipo de Gobierno. ¿Cómo vive esa inestabilidad?

Empezamos el diálogo con el PSOE que nos apoyó. Y en julio del año pasado, nos encontramos una noticia que decía que nos apoyaban para arrinconarnos después. Contaba lo que había ocurrido en una asamblea local y se está viendo, con el tiempo, que era verdad.

No esperamos nada del Partido Popular porque tenemos modelos opuestos, de ciudad, de política y de entender la democracia. Pero el PSOE tiene un problema enorme. Porque está obligado a escoger entre apoyar al PP o apoyarnos a nosotros. A mí me da muchísimo coraje porque conozco a mucha gente del PSOE que merece la pena, que es de izquierdas y lleva toda la vida luchando por sus vecinos. Lo mismo pasa en la Junta de Andalucía, donde tenemos al PSOE más de derechas de todo el país.

Con sus socios de gobierno, Ganar Cádiz en Común, también ha habido problemas. ¿Cómo es la relación?

Bien, ha sido un trabajo complicado, porque somos dos formaciones diferentes. Hemos tenido que aprender a ser diferentes dentro de la unidad, a formar parte del mismo equipo de gobierno, pero manteniendo cada uno su naturaleza, idiosincrasia, su método organizativo.  Y a la vez, aprendiendo a trabajar en equipo, a establecer mecanismos de coordinación que sean eficientes y sostenibles… En esas estamos.

¿Cómo ha sido su relación durante este año con la Junta de Andalucía y el Gobierno central?

Ha sido como en un vaivén. De pronto el señor Montoro nos manda una carta en tono amenazante diciéndonos que tengamos cuidadito,  pero cuando vamos al Ministerio de Economía y Hacienda en Madrid nos recibe una señora encantadora que nos felicita por la gestión y la reducción de 10 millones de deuda.

Con la Junta de Andalucía ocurre un poco lo mismo. Con la Diputación de Cádiz hemos sido capaces de desbloquear una situación que era un clamor ciudadano. Uno de los edificios más emblemáticos de esta ciudad que lleva diez años parado, vacío. La colaboración interinstitucional ha hecho posible que desbloqueemos este proceso.

Por el contrario, nos encontramos con una Susana Díaz que no responde a las cartas y con un delegado de la Junta de Andalucía que nos acusa de montar circos, cuando nosotros siempre vamos por el mismo camino, y son los otros los que van cambiando sobre la marcha, dependiendo del viento que sople y de sus intereses.

Otro elemento de presión son los ciudadanos excluidos que reclaman y exigen trabajo y condiciones de vida dignas.

No hemos abandonado ninguno de los frentes que iniciamos. No nos gusta hacer promesas electorales que después no podamos cumplir. Hay determinados colectivos como la Corrala a los que nosotros acompañamos incluso antes de pensar en presentarnos a las municipales y que saben que todavía hoy seguimos haciendo todo lo posible por solucionar su situación.

Nosotros no le prometimos nada a nadie. Lo único que prometimos es que nos íbamos a partir la cara y eso es lo que hacemos, pero a nadie le prometimos el cielo. A nadie, porque sabíamos dónde veníamos.

Es fundamental que la sociedad civil gaditana vuelva a salir a la calle, porque solamente seremos capaces de hacer algo dentro de las instituciones si tenemos detrás un pueblo que nos apoye.

La oposición y los periódicos más importantes, como el Diario de Cádiz, repiten constantemente el mensaje de que no hacen nada.

Yo creo que están instalados en ese discurso, en el del bloqueo, en el de la ciudad que no funciona, una ciudad que desde que ellos se fueron es un caos.

Detrás, a grandes trazos, lo que hay es un año de trabajo intenso que pasa por cambiar las dinámicas y las prioridades de este ayuntamiento en lo económico y los social: frente a la política de despilfarro, la reducción de la deuda y del periodo medio de pago a proveedores, modificar las ordenanzas fiscales,  dibujar un nuevo plan de movilidad y sostenibilidad urbana, diseñar un bono social eléctrico estableciendo el mínimo que se puede garantizar para que a nadie se le corte la luz y tenga un suministro mínimo vital garantizado…

¿Por qué la prensa no se hace eco de estas realizaciones? ¿Hay malas relaciones, mala intención?

Hace un mes fui a Barcelona, a un congreso internacional sobre refugiados y acogimiento. Ahí estábamos varias ciudades. Estaba Ada Colau, estaba A Coruña, estaba Madrid, hablamos y todos tenemos los mismos problemas. Los medios locales son atroces con la política de los nuevos ayuntamientos. Durante estos veinte años de gobierno (popular) en Cádiz se generó un clientelismo, una estructura paralela que les ayuda a mantenerse en el poder…

¿Pero eso es ideología de la prensa, o dinero?

Yo creo que ambas cosaKichis. El Partido Popular y el PSOE no han escatimado en utilizar todos los medios que estaban a su disposición, no solamente los de comunicación, para impedir que Podemos se convierta en una alternativa real al Gobierno del bipartidismo.

Los medios de comunicación desde el día uno nos están atizando, a veces con motivo, a veces sin él y con frecuencia inventándose el motivo directamente.

Nosotros no queremos titulares favorables, lo que queremos son titulares libres. En las redacciones de los principales medios de este país, con las condiciones de trabajo de los profesionales de la información, con unas situaciones de precariedad intolerables, hay periodistas cautivos de las líneas editoriales.

La web de desmentidos que hizo Manuela Carmena, y que también tiene la UE… ¿Eso funciona?

Nosotros no la hemos puesto en marcha la web de desmentidos. Es  necesario, pero ¿que ocurre? Que al final lo urgente tapa lo importante, y esas cosas no se hacen. Pero creo que es importante poder contar tus propias historias.

Todavía hoy, el otro día, no recuerdo ahora dónde estaba, me preguntan: ¿Usted, qué, se ha ido a vivir al Puerto de Santa María, no?  Y les respondo: Que no, que yo vivo en La Viña, ‘pisha’, ¡en mi barrio de toda la vida!

Otro frente es la protesta de los policías locales, que piden su dimisión.

De mis palabras no se puede extraer en ningún momento un menoscabo o juicio de valor sobre la labor de la policía. Lo que ocurre es que el problema no es la policía, es la ley mordaza. El verdadero problema es la pobreza. La pobreza que lleva a nuestros vecinos bordear a veces a los márgenes de la legalidad, y buscarse la vida como pueden para poner un plato de comida encima de la mesa. Ése es el verdadero problema.

 ¿Y por qué se han plantado?

No lo sé. Hay intereses políticos e intereses sindicales. Lo que digo es que en la denuncia por la Ley Mordaza me quedo con el ciudadano. Soy alcalde de todo el mundo y tengo que defender a todos los ciudadanos. Y de una forma especial a los más vulnerables, creo que es mi obligación.

¿Con qué logros se iría a casa satisfecho después de cuatro años?

Tengo tres fundamentales. El primero la remunicipalización, que los derechos de los ciudadanos dejen de ser un negocio, el segundo hacer realidad la eficiencia y el ahorro energético, que a nadie se le corte la luz y el agua en Cádiz. Y el tercero, y el más importante, conseguir que Cádiz sea cien por cien renovable.

(Extracto. Adaptación libre)


Fotos: Juan Carlos González Santiago

Fuente: http://ctxt.es/es/20160525/Politica/6246/Kichi-Cadiz-ayuntamiento-medios-deuda.htm

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