Sabemos que la era del petróleo se acaba, y que pronto habrá una reorganización a nivel mundial, pero algunos creen que de alguna manera mágica podremos seguir teniendo ordenadores e internet con los que trabajar o ver películas después de un duro día laboral.
No se trata de alentar teorías de la conspiración, sino de darse cuenta de que hay un gobierno secreto, una política secreta y una economía secreta que se desarrollan fuera del conocimiento de la gente.
Si a los datos suministrados por la Administración (como edad, sexo, enfermedades y situación económica), se le suman los exigidos al cliente por parte de la empresa, ésta les podrá poner cara sin problema alguno.
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