youtubecom2El lenguaje cala en nuestras mentes y modela nuestra visión del mundo y de la realidad. En los informativos televisivos, las noticias vienen acompañadas de una amplia profusión de datos estadísticos, cuyo efecto principal es la uniformización, la despersonalización y la eliminación de cualquier expresión de individualidad.

El bombardeo continuo de imágenes morbosas, en forma de grandes desastres, espectaculares accidentes, explosiones, cadáveres, violencia, dolor y muerte, acaba teniendo un efecto devastador sobre nuestra forma de ver el mundo, a las demás personas y a nosotros mismos. Nos hemos acostumbrado a ver perecer a otros seres humanos,  clasificándolos según etiquetas como la cosa más natural del mundo.

Supongamos que un noticiario, nos muestra el video de un accidente grabado por una cámara de vigilancia. Una persona pasea tranquilamente por la calle con su perrito y de repente, vemos como el animal se lanza a la calzada, su dueño corre tras él y un coche lo atropella .

Contemplar una escena como ésta, puede provocarnos un fuerte impacto emocional. No importa si esa persona es china, rusa, blanca o negra. Nos identificamos con ella y eso hace que su desgracia nos provoque dolor. ¿Pero qué sucede si esas imágenes se acompañan de una nutrida dosis de fríos datos estadísticos? Supongamos que mientras lo contemplamos, una voz señala que “cada año mueren 1.500 personas atropelladas por distracciones, de las cuales un 25% fallecen”, y posteriormente se nos pasan vídeos muy cortos de atropellos múltiples en diferentes países, con comparativas de víctimas.

Esa profusión de lagacetadeltaxicomdatos, acompañada de imágenes impactantes, genera un efecto demoledor en nuestra psique, en nuestra forma de ver y de sentir la realidad. De repente, ya no estamos ante una persona desconocida con la que podíamos identificarnos, sino ante el reflejo visual de un dato estadístico. Programación de nuestra mente, que se repite de forma incesante y que  no se limita a convertir a las personas en simples cifras, sino que también las clasifica conforme a un sistema de valores.

Vamos a intentar aclararlo. Cada día las noticias nos muestran a personas muriendo o sufriendo, pero a las que los medios no tratan por igual. Existen diferentes escalafones, determinados por la raza, la proximidad,  clases sociales y profesiones.

Por ejemplo, de forma inadvertida y sutil, se nos transmite la idea de que la vida de un policía o agente de la autoridad tiene más valor que la de un civil… ¿cuántas veces hemos escuchado realtos del tipo “en el tiroteo, se produjeron 7 víctimas mortales, 2 de las cuales eran policías?”.

Cuando en España sufríamos atentados de ETA y moría un policía, un guardia civil o un militar, siempre nos decían cuántos hijos tenía la víctima, con la intención de manipular nuestras emociones e inducir una respuesta de apoyo a la víctima y de rechazo hacia los terroristas.

Cuando en cambio mueren 4 obreros en un accidente laboral, nunca nos informan de cuántos hijos huérfanos dejan. La razón es quela vida de un trabajador tiene un valor muy inferior a un policía, porque no representa a la autoridad y el poder.

Cualquier tgyaltsenorgragedia es cuantificable tanto en Magnitud como en Intensidad y dispone de su propia unidad de medida.

La Magnitud de una tragedia se mide en muertos, y los heridos equivalen a los decimales. Si una catástrofe provoca 30 muertos y 15 heridos, su magnitud es 30,15. El cálculo frío e inhumano de una tragedia.

Pero además se cuantifica su Intensidad, es decir la carga emocional que debe suscitar el hecho, y cuya unidad de medida es el Niño Muerto.

Cuando se informa que “el accidente provocó 200 muertos, 75 de los cuales eran niños”, lo que se nos está transmitiendo es que la tragedia tuvo una Magnitud de 200 y una Intensidad de 75.

Pero, ademas de las unidades de magnitud e intensidad que sirven para cuantificar las tragedias y la respuesta emocional condicionada que deben provocar en el espectador, la redacción de las noticias esconde otras perversidades mucho más sutiles.

Y es que, como indicábamos antes, no todos los muertos cuentan igual. Para calcular el valor de un muerto, se aplica una fórmula matemática implícita, que incluye una serie de factores correctores.

El valor que tiene un muerto depende de su profesión y proyección pública: un político cuenta más que un policía, y un policía más que un un camionero; cuenta su posición social: un empresario vale más que un obrero; su nivel de celebridad: un jugador de fútbol o un personaje famoso vale más que un maestro de escuela, etc…

Y a ello, debemos añadir otros elementos correctores como la raza, la religión, la nacionalidad, etc. En Occidente, por ejemplo, un blanco vale 1, un asiático 0,3 y un africano negro 0,1; un hindú, un musulmán o un budista menos que un cristiano; un alemán más que un sirio o un rumano, etc…

Si la víctima habla tu idioma vale más que si no lo hace; y podríamos afirmar sin equivocarnos que la importancia de la víctima es inversamente proporcional a la distancia que separa su lugar de origen del tuyo. Otro factor fundamental es la forma cómo se ha producidoel hecho. Así, al muerto en un accidente de avión se le otorga un valor de tragedia superior al muerto por hambre, a causa del impacto visual y psicológico del suceso…

statistics-graph_645x400Es este conjunto de rutinas, instaladas inadvertidamente en nuestra mente, las que hacen que sintamos mayor impacto emocional por 4 muertos en un accidente de avioneta en nuestro país, que por 5.000 muertos en Etiopía a causa del hambre o de la guerra. Y las aplicamos constantemente, como  la cosa más natural y lógica del mundo, porque  han programado y condicionado nuestro cerebro con esos parámetros.

Han logrado alterar nuestra percepción de la realidad y nos han infectado la mente con su lenguaje numérico, estadístico y burocrático para que no veamos al ser humano que hay debajo, y sacrifiquemos sus vidas en altares abstractos, como las patrias, las religiones, la eficiencia y la productividad.

(Extracto. Adaptación libre)


 Imagen: youtube.com|lagacetadeltaxi.com|gyaltsen.org

Fuente: http://gazzettadelapocalipsis.com/2015/08/09/el-lenguaje-de-la-bestia/

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