El problema con la policía norteamericana no son los “malos elementos” infiltrados en su seno, sino que es una institución creada a propósito para mantener un orden racista y desigual en la sociedad.

En Inglaterra la primera fuerza policial moderna la financiaron los comerciantes ricos para evitar los robos de mercancías en los puertos. Así fue como nació, en 1829, la Policía Metropolitana de Londres. Y años más tarde la policía norteamericana porque:

  • En las grandes ciudades del Norte, durante la época de la industrialización, los empresarios necesitaban una fuerza regular que impidiera insubordinarse a los trabajadores y abortara sus huelgas.
  • En las haciendas del Sur los dueños de las plantaciones necesitaban guardias para controlar a los esclavos, evitar rebeliones y capturar a los fugitivos.

Para satisfacer los intereses de estos dos grandes grupos de propietarios, surgió la policía norteamericana, que pagada por todos los contribuyentes, les resultaba más barata que crear sus propios ejércitos privados.

La represión de las minorías, los pobres, los indocumentados ilegales o los trabajadores, se convirtió desde ese momento en su principal objetivo.

Organizada jerárquicamente con una disciplina semi militar, muchos de sus métodos de tortura y abuso los ensayaron y aprendieron durante la guerra colonial para someter a la población rebelde de las Islas Filipinas (1899-1913), y, una vez terminada, los trasladaron a los Estados Unidos. Después, durante la guerra fría, este modelo represivo, de eficacia probada, la exportaron también a las dictaduras de sudámerica y de otros lugares del mundo.

La función que cumple la policía no es de “seguridad pública,” sino de dominación de clase para mantener las desigualdades sociales. Precisamente porque su razón de ser es defender un sistema injusto, resulta imposible que proteja y sirva a todas las personas por igual. Y el hecho de que trabaje a las órdenes del gobierno, no cambia nada.

No es que la policía americana esté “fallando en su misión”, o que su racismo sea un hecho aislado, sino que se trata de un problema estructural. La violencia no desaparecerá poniendo más policías en las calles, sino erradicando la desigualdad y la pobreza. Con trabajos y condiciones de vida dignas para todos, y no a base de balazos.

Que «las vidas de los negros en realidad nunca nos han importado», lo demuestra el sistema policial americano a diario, con sus actos de brutalidad contra ellos.

Pero no toda la culpa es del agente que mata, sino del sistema de justicia que lo encubre y protege aun cuando asesine a sangre fría; de los políticos que dicen que no hay nada equivocado en esa forma de actuar, aunque su comportamiento sea  arbitrario, autoritario y xenófobo; y en definitiva de quienes le garantizan impunidad absoluta para que pueda matar de manera “legal” a los más desfavorecidos de la sociedad.

Por eso, George Floyd, el hombre negro asesinado a sangre fría por la policía de Minneapolis, supone tan sólo un número más en la macabra estadística que antepone la propiedad privada a la vida humana.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes:BBC.com|radio.uchile.cl|eleconomista.es

Fuente: https://www.todoporhacer.org/un-mundo-sin-policia/

Historia racista e imperialista de la policía

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