La discusión sobre si los seres humanos somos “egoístas” o “altruistas” no es, en el fondo, más que una miserable cuestión terminológica.
Es evidente que todo lo que se hace voluntariamente, se hace porque hacerlo satisface nuestros sentidos, nuestros gustos, o nuestros sentimientos.
El más abnegado de los hombres se sacrifica porque al hacerlo siente una satisfacción íntima que lo compensa de las penalidades sufridas; y si renuncia voluntaria y conscientemente a la vida es porque a sus ojos hay algún bien superior que vale más que ella. De ahí que, en cierto sentido, se pueda afirmar, sin temor a equivocarse, que todos los hombres son egoístas.
En el lenguaje común se denomina egoísta a aquel que no piensa más que en sí mismo y en sacrificar a los otros a sus intereses, y altruista a aquel que, en mayor o menor medida, se preocupa tambien por los demás.
En resumen, “egoísta” sería el egoísta malo, y “altruista” el egoísta bueno.
Si yo me alimento, no puedo hacerlo con gusto si pienso que hay gente que se muere de hambre; si ejecuto un trabajo que me agrada, experimento remordimiento pensando que hay personas que valen más que yo y se ven obligadas a consumir su vida en un trabajo embrutecedor.
(Extracto. Adaptación libre)
Imagen: singlesbilbao.es
Fuente: http://asturbulla.org/index.php/temas/opinion/35919-la-base-moral-del-anarquismo