1. Los Museos y Monumentos NO son lo primero. Si visitas un lugar lejano, diferente y exótico, resulta más interesante vivir el presente que desempolvar el pasado. No olvides que la vida está en la calle. Con frecuencia se va por obligación en busca de la cultura y se pierde lo que tiene uno al lado, llevándose la impresión de haber visto un montón de cosas importantes, pero de las que luego ¡no se recuerda nada!
2. Acude a bares, plazas y sitios públicos. Allí tendrás la oportunidad de observarlo todo, ver cómo viven, lo que sucede en el país, podrás entablar conversación y conocer a la gente del lugar y sus costumbres, adquiriendo experiencias enriquecedoras.
3. Evita, siempre que puedas, los viajes programados. A cambio de la comodidad de que te lo faciliten todo, pierdes libertad de movimientos y vas inmerso en una “burbuja” que te aísla, te encierra y te separa, impidiéndote intimar con las gentes, con las cosas, con los paisajes.
4. No establezcas comparaciones. Con tus parajes, con tu ciudad, con tu región o con tu país. No eres árbitro de nada, vas a ver y saber como viven los otros, lo que puedes aprender de ellos, de su realidad, de su entorno, de su vida. Vas en suma a incorporar, a enriquecerte, no a probar que tú eres, o estás, mejor o peor que ellos.
5. Comunícate y entra en contacto con la gente. No tengas miedo tampoco a internarte en calles y lugares desconocidos. El miedo bloquea. Aunque desconozcas el idioma, encontrarás apoyo, orientación, sugerencias, nunca te extraviarás para siempre, y seguro que al final, encontrarás más cosas positivas que negativas.
6. No pretendas ver el país entero en 15 días. Más vale ver bien una ciudad en 5 días que 5 ciudades en una semana. Los lugares, como el buen vino, necesitan su tiempo para saborearlos y apreciar su encanto. Se trata de evitar el “si hoy es miércoles, esto es Bélgica”.
7. Los viajes son un descubrimiento personal, una aventura. El viaje más caro, o más lejano, no es el mejor. Huye de lo estereotipado, de los lugares turísticos abarrotados de personas que no tienen otro interés que hacerse la foto típica para decir que estuvieron allí. Es importante descubrir detalles, rincones que patear, de los que no has oido hablar y que hay que encontrar.
8. Sé viajero, no turista, y muévete con libertad, a tu aire. Organizate sin imposiciones, presiones ni normas. No olvides que lo mejor en esta vida es hacer lo que a cada uno más le gusta, así que sacríficate lo justo, sin enriquecerlo con complicaciones y dificultades añadidas.
9. Sé siempre respetuoso. No intentes convencer a otros de que tu manera de ver el mundo y hacer las cosas debe ser la de todos, porque es la mejor. Por supuesto, debes tener paciencia, mostrar comprensión, adoptar un talante receptiva y dispensar un trato amable a todo aquel que se acerca ti. No es un enemigo, y si es más pobre que tú, te importuna por necesidad.
10. No se trata de ver y retratar absolutamente todo, sino de disfrutar. No te estreses por las pequeñas incidencias que ocurren en todos los viajes y que son inevitables; relajáte, no intentes abarcarlo todo, ni te castigues con listas interminables de cosas que hacer, porque no estás trabajando sino de vacaciones: coleccionar recuerdos es para los coleccionistas, los viajeros coleccionan experiencias.
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