La pandemia de covid 19 está cambiando nuestros hábitos de compra.

Desde el comienzo del estado de alarma hasta el final de la desescalada, las compras en línea aumentaron un 67 % en España, y un 71 % a escala global.

Parece claro que el comercio electrónico es rápido, cómodo y conveniente para el consumidor, ¿pero lo es también para la sociedad? Porque el comercio por internet tiene un gran impacto ambiental sobre el transporte, el almacenamiento y el empaquetado, al que se podría añadir el de la tecnología necesaria para realizar y recibir los pedidos.

En el transporte, el modelo con menos emisiones sería un individuo que va caminando a comprar los productos que necesita. Por contra, el reparto puerta a puerta usando vehículos, genera más emisiones y aumenta la congestión urbana, porque gasta carburante y obliga a realizar frecuentes paradas. Al impacto de la entrega, debemos sumar el de las entregas fallidas y el de las devoluciones que, en muchos casos (ropa, complementos), se incrementan exponencialmente.

Emisiones que se reducirían con el uso de bicicletas, o con otros modelos de entrega, usando drones por ejemplo. También, con la entrega centralizada (donde los productos se entregan en un punto de recogida al que acude el consumidor) las emisiones disminuyen, porque se centraliza la recogida y entrega de los pedidos.

Una de las razones por las que se multiplican las emisiones es porque en los productos que los consumidores piden, los envíos no se centralizan por hogar, sino por proveedor, y se despachan de manera independiente. Centralizarlas en un punto de recogida al que acude el consumidor, reduce notablemente las emisiones asociadas a múltiples entregas, porque se convierte en el equivalente a un cliente que compra todo lo que necesita en una visita al establecimiento.

La segunda fuente de impactos son los almacenes. Contar con unos más grandes hace que el impacto por unidad de producto servida, se reduzca, aunque la complejidad de la gestión de envíos multiplica los costes ambientales asociados.

La tercera fuente de impacto, quizá la más visible para el consumidor, es el empaquetado. Si ha hecho usted alguna vez un pedido se habrá sorprendido de ver una caja de 50 cms. que protege un objeto de 10 cms.

El uso de cartón y plástico para proteger los envíos genera impactos asociados a su producción y aumenta los residuos generados en las compras, especialmente si los comparamos con las bolsas de las tiendas físicas.

En definitiva, en las zonas urbanas, donde existen establecimientos a los que poder acudir andando, la compra en tiendas físicas genera muchas menos emisiones. En cambio en las zonas rurales puede ocurrir lo contrario: que sea preferible que haya un solo vehículo haciendo entregas a 10 hogares, que 10 personas yendo en coche hasta el punto de venta, si éste no se encuentra en el mismo municipio.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: microsiervos.com|kartox.com|istockphoto.com
Fuente: https://theconversation.com/el-impacto-ambiental-de-comprar-por-internet-149462

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