Los historiadores Quinn Slobodian, profesor del Wesley College (EEUU) y Niklas Olsen de la Universidad de Copenhague, explican en esta doble entrevista como nació, se desarrolló y terminó convirtiéndose el neoliberalismo en la ideología dominante en la sociedad contemporánea.
Hernán Garcés dialoga con el profesor Slobodian.
Usted niega que el origen del neoliberalismo proceda de una reunión de intelectuales que se celebró en Mont-Pèlerin (Suiza) en 1947, a la que asistieron, entre otros, Friedrich Hayek, Ludwig von Mises y Milton Friedman.
Fue antes en el Coloquio Walter Lippmann de 1938, cuando se convocó a un grupo de personas para analizar el fracaso del liberalismo de laissez faire del siglo XIX, y la necesidad de adoptar alguna iniciativa para revitalizarlo.
El movimiento intelectual del neoliberalismo comenzó tras la desaparición del Imperio austrohúngaro al acabar la Primera Guerra Mundial…
Efectivamente. El fin de la Primera Guerra Mundial significó la desaparición de los imperios europeos. Hayek y Mises, súbditos ambos del Imperio Austrohúngaro, se vieron obligados a aceptar la generalización del sufragio universal, y la fragmentación en Estados – Nación como forma de organización política. El neoliberalismo nació para proteger al capitalismo de la democracia, y superar la división territorial y las barreras nacionales.
Hayek y Mises se inspiraron en el funcionamiento del Imperio austrohúngaro, que separaba la política de la economía.
En el Imperio Austrohúngaro la descentralización de los diferentes territorios otorgaba cierta autonomía a la administración local. Por ejemplo, en el ámbito de la educación, la Constitución autorizaba la enseñanza de una lengua cuando la hablaban cierto número de personas.
Sin embargo, en los intercambios comerciales las reglas eran idénticas, lo que hacía del Imperio Austrohúngaro un espacio unificado, sin fronteras, que garantizaba la libre circulación de personas, mercancías, y capitales. Para Hayek y Mises ese era el modelo ideal de organización, en el que los derechos de propiedad y de actividad económica se ejercían sin restricción alguna, combinados con algunas pequeñas libertades en la esfera del gobierno local y la cultura.
Esa idea de un doble gobierno que separa la política de la economía proviene de Carl Schmitt.
Para Schmitt el siglo XIX representa la aparición de dos mundos en permanente tensión. Por un lado, el del imperium, el de la de soberanía del Estado, y por otro, el del dominium, el de la soberanía económica de la propiedad privada.
El sueño de los liberales era que la propiedad (dominium) se situase por encima de la soberanía estatal (imperium), lo que para Schmitt resultaba inaceptable porque devaluaba la democracia. El economista alemán Wilhelm Röpke repuso que eso era a lo que aspiraban, porque para los neoliberales, el mundo de la política se tiene que supeditar siempre al de la economía.
Usted destaca cómo novedad que estos economistas pusieron por primera vez sus conocimientos al servicio exclusivo del capital.
Desde finales del siglo XIX el trabajo de los economistas consistía en armonizar las demandas de la clase trabajadora con las del capital para satisfacerlas en alguna medida y que no cayese en la tentación del comunismo.
Siguiendo sus recomendaciones, se pusieron en práctica iniciativas como las de la Seguridad Social y el reconocimiento de algunos derechos laborales. Durante el periodo de entreguerras desarrollaron además un nuevo campo de investigación: el de los ciclos económicos, asesorando a los inversores. Descubrieronn una serie de pautas que se repiten y que, si las estudias como un cardiólogo lo hace con el corazón, puedes comprender el funcionamiento de la maquinaria económica.
Economistas como Hayek y Mises, que trabajaban como consultores para la Cámara de Comercio Internacional, estudiaron los ciclos económicos de expansión y crisis para ponerlos al servicio de la patronal, a la vez que cuestionaban los seguros de desempleo, o medidas como la legalización de sindicatos y de huelgas, que consideraban obstáculos al desarrollo.
Constituyen un nuevo tipo de economistas que, a diferencia de sus predecesores del siglo XIX, no intentan establecer cierta paz y entendimiento entre el capital y el trabajo, sino someter a este ultimo.
La idea de que los neoliberales defienden un Estado débil o mínimo, es una patraña.
Los neoliberales apuestan por un Estado fuerte, con limitaciones en sus atribuciones, que fuerce a todo el mundo a someterse al imperio de la ley. Pero la cuestión aquí no es si creen que tiene que haber más o menos Estado, sino qué tipo de Estado quieren: con más ejército, policía, carceleros… o con más sanidad, educación, pensiones, etc. Como bien señala el académico Stefan Kolev, miembro de la Sociedad Mont Pelerin, la pregunta no es cuantitativa, sino cualitativa.
La falacia del Estado débil es un éxito de la maquinaria de propaganda de los neoliberales y, en particular, de Milton Friedman, que hizo creer a la gente que las reformas que proponía, reducirían el peso del Estado, evitando tanto su intromisión en la vida de las personas, como en la actividad económica, mezclando interesadamente ambos conceptos para salirse con la suya.
Dentro del movimiento neoliberal usted habla de la importancia que tiene la Escuela de Ginebra.
He acuñado este término para describir a una serie de personas que desempeñaron un papel relevante en el movimiento neoliberal y que de una manera u otra tienen una conexión con la ciudad Ginebra. Todas ellas coinciden en que el problema central del neoliberalismo es la necesidad de crear un orden institucional global para proteger al capitalismo.
Para ello propusieron crear un marco normativo que amparase con firmeza los derechos de propiedad y empresariales, permitiendo ejercer presión externa sobre los Estados. Su moedelo fue el de la Corte Europea de Justicia, que replicaron, incluso con mayor rigor, en la Organización Mundial del Comercio.
Un capítulo de su libro está dedicado a la división que provocó entre los neoliberales la creación de la Comunidad Económica Europea (CEE).
Algunos neoliberales declararon inaceptable la Política Agraria Común (PAC) de la CEE porque consideraban que subsidiar un área tan importante como la agricultura, resultaba incompatible con sus postulados.
Pero cuando en 1962 se otorgó plenos poderes a la Corte de Justicia de la CEE para, por ejemplo, impedir a los Estados miembros subsidiar empresas nacionales, lo recibieron como un regalo caído del cielo, porque buscaban un mecanismo supranacional capaz de disciplinar a los Estados.
Usted menciona como pilares del neoliberalismo a Milton Friedman, a Wilhelm Röpke, que apoyó al régimen sudafricano de apartheid y a Hayek, que se opuso a que se le impusieran sanciones porque destruían “el orden económico internacional” ¿Qué concepción tiene el neoliberalismo de la democracia?
El sistema neoliberal tiene claros los límites de hasta dónde debe llegar, pero no se plantea su destrucción, sino que sólo le preocupa imponer un orden económico que favorezca a los ricos frente a los pobres, utilizándola como herramienta al servicio de sus intereses.
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El periodista Daniel Zamora conversa con el profesor Niklas Olsen:
¿Cómo define usted el neoliberalismo?
Entiendo el neoliberalismo como una ideología que pretende promover un orden social basado en el mercado libre y la libertad individual. Varios de sus impulsores estaban relacionados con la Sociedad Mont Pelerin, y querían redefinir las funciones del Estado para que no perjudicara la competencia ni interfiriera la vida económica.
Crearon el mito del consumidor soberano como un instrumento útil para justificar su proyecto. Obviamente no concibo al consumidor soberano como un individuo real, sino como una construcción ideológica destinada a sostener que la libre elección del consumidor define la economía de mercado.
¿Qué implica para el consumidor el hecho de ser soberano? ¿Era una manera de sustituir la soberanía del Estado por la del consumidor?
El concepto de soberanía es muy ilustrativo. Su significado debe retrotraerse a la época y contexto en que surgió, a principios de la década de 1920, cuando el economista austriaco Ludwig von Mises inventó la noción de consumidor soberano.
Como defensor a ultranza de la ideología liberal, Mises se vio obligado a responder a quienes – como el pensador alemán Carl Schmitt – criticaban al liberalismo por su falta de soporte social, y lo hizo acuñando la figura del consumidor soberano. Una nueva fuente de autoridad no limitada por normas religiosas ni instituciones políticas, que respondía exclusivamente a los deseos individuales y la libertad de mercado.
Y como el poder, las intromisiones y las tendencias autoritarias del Estado constituían la principal preocupación de los neoliberales durante el periodo de entreguerras, propagaron la idea del consumidor soberano para socavar la soberanía estatal. De este modo la soberanía del consumidor triunfó sobre la soberanía nacional, y sobre la base del consumidor soberano se forjó la sociedad individualista.
El consumidor soberano ha sido la figura clave a la hora de legitimar el proyecto neoliberal, en cuanto responsable máximo de orientar la actividad económica.
Al establecer un falso paralelismo entre la compra como votación de mercado y la votación política en una urna electoral, los neoliberales presentaron a los consumidores soberanos como los principales impulsores del capitalismo y de la democracia liberal, manifestando que su decisión en el mercado constituía su manera de participar en la sociedad. Ciudadanía de centro comercial para una democracia transformada en compraventa de bienes. Concepción puramente mercantilista de la sociedad en la que la libertad de compra sustituye a la auténtica libertad política.
Usted explica que la figura del consumidor soberano se creó para configurar el mercado como el espacio democrático por excelencia, haciendo del sistema de precios el mecanismo idóneo para practicar una continua elección, como expresó Mises.
Así es. Para muchos neoliberales, el mercado constituye la mejor solución para asegurar la representación y participación individual de los ciudadanos en los procesos sociopolíticos, ya que, supuestamente, según ellos, permite una elección personal libre, no ligada a la voluntad de la mayoría.
Los neoliberales intentan cambiar los cauces de la política tradicional por los de la democracia de mercado basados en la elección del consumidor y el mecanismo de precios. Ambición que se refleja también en la creación de instituciones internacionales blindadas para proteger al mercado de la presión de la democracia.
Economistas neoliberales, como Mises, Hayek o Milton Friedman, apoyaron regímenes dictatoriales e incluso fascistas como el de Pinochet porque para ellos preservar el mercado era más importante que preservar la democracia, ¿no es así?
Sí. Está claro que la democracia de consumidores que proponían era aplicable únicamente a los procesos económicos, y no a los derechos políticos y libertades democráticas. Lo evidenciaron claramente con su apoyo a Pinochet y sus políticas económicas, o en la década de 1930 cuando se alinearon con el nacionalsocialismo de Hitler. Un patrón recurrente en la historia neoliberal.
Señala usted que Mises escribió una vez que nadie es “espontáneamente liberal” a menos que le “fuercen”. Pero, ¿cómo puede ser liberal un orden en que la gente se ve “forzada” a ser liberal?
La idea de que la gente tiene que aprender a ser liberal es ampliamente compartida por los ideólogos del credo neoliberal. Para crear una sociedad de mercado, primero hay que construir un orden de mercado y después enseñar (obligar) a las personas a comportarse conforme a sus reglas.
Mises no esperaba que el mercado neoliberal surgiera por generación espontánea, y calificó al Estado de herramienta indispensable para implantarlo y salvaguardarlo. Su visión del laissez-faire demandaba una fuerte acción estatal, y por eso no hacía ascos a una política gubernamental de dureza, como demuestra su apoyo al régimen autoritario de Engelbert Dollfuss en Austria en la década de 1930. Algo tan conocido como su elogio en 1927 a los logros del fascismo italiano, o como el respaldo de Hayek y Röpke al régimen racista de apartheid sudafricano.
La retórica de la libre elección del discurso neoliberal es tramposa. Si bien es imposible estar en contra de la idea de que exista una libre elección para todos, la realidad es que la mayoría de las personas tienen muy poco dinero para gastar y aún menos bienes para elegir, dentro de una economía regida por la desigualdad y dominada por las grandes corporaciones monopolísticas dueñas del mercado.
El neoliberalismo ha acabado convirtiéndose así en una suerte de fundamentalismo de mercado.
¿Se pretende, con la noción de soberanía del consumidor, contrarrestar la crítica de la izquierda de que el capitalismo se caracteriza por la soberanía del productor?
Los neoliberales presentan la noción de democracia de consumo como la auténtica democracia económica que, en contraste con el ideal socialista, garantiza a todos los miembros de la sociedad participar en la toma de decisiones económicas, calificando a los consumidores como amos de la producción, para ocultar que el capitalismo es un sistema dirigido por los propietarios de los medios de producción.
¿Cómo explicaría usted la conversión de la izquierda a los postulados neoliberales?
Se trata sin duda de uno de los acontecimientos políticos más importantes de la segunda mitad del siglo XX, que comenzó renunciando al papel del Estado para intervenir y regular la actividad económica, y terminó olvidando la idea de bien común para conseguir una distribución más justa de la riqueza, confiando el bienestar social más a las fuerzas del mercado que a las instituciones.
De este modo, en vez de cuestionar el capitalismo, se centró en denunciar las insuficiencias del estado del bienestar. Su gran error fue aceptar trasladar las decisiones políticas al mercado como querían los neoliberales, presentándolo como un espacio privilegiado que nos traerá lo que el estado no nos puede ofrecer: eficiencia, libertad, espíritu emprendedor y democracia.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: SoundCloud|Facebook|Arbeit macht frei|libertyk.com|gmiradasmultiples.blogspot.com| eldiario.es|Economia para todos
Fuentes: https://vientosur.info/spip.php?article14738
https://vientosur.info/spip.php?article14742
http://www.elcaptor.com/economia/oscuro-camino-neoliberalismo-fascismo