
-No tienen depositantes tradicionales. Captan recursos en el mercado financiero y lo aplican a comprar activos con plazos de vencimiento más largos. No están sujetos a regulación bancaria alguna. En una eventual crisis no pueden ser rescatados por el banco central, como sí sucede con los bancos comerciales.
Ejemplos de intermediarios no sujetos a regulación los encontramos en los fondos buitre, fondos de cobertura (hedge funds), fondos de inversión, como Pimco o BlackRock, que se dedican a derivados financieros, y los Credit Default Swap, entre otros.
El crecimiento de esta banca paralela fue el detonador de la crisis financiera de 2008, y esa misma crisis ha derivado en una mayor expansión de su actividad. Este paradójico resultado se debe a que el sistema tradicional, incluyendo la banca de inversión, quedó en el ojo del huracán, y las políticas de auxilio millonarias provocaron una mayor concentración bancaria. El dinero del rescate no se destinó a financiar el crédito al sector privado en recesión, sino a salvar los bancos y banqueros privados, pero esa caída fue parcialmente compensada por la expansión de la banca en la sombra que pasó a facilitar crédito a la economía real.
Los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han estado inyectando recursos sin cesar para dinamizar el crédito de la banca regulada, pero esas entidades han atesorado esos fondos o invertido en deuda pública y acciones en lugar de dar préstamos. Es en esa situación cuando emerge con mayor fuerza la banca en la sombra para canalizar el exceso de liquidez, dedicándose a conceder créditos sin cumplir los requisitos que se exigen a los bancos comerciales, y a comprar paquetes de control de empresas o deudas fallidas de compañías y países.
La banca en la sombra actúa del mismo modo que la banca tradicional, pero sin ningún tipo de supervisión pese a operar con todo tipo de instrumentos financieros. Es un enorme sistema que no rinde cuentas a nadie pese a alcanzar en alguno países un tamaño mayor que el de la banca tradicional.
Laura Kodres, subdirectora del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo Monetario Internacional, explica que esas entidades reúnen las siguientes características:
– Opacidad: adolecen de falta de información sobre el valor de sus activos e incluso sobre cuáles son esos activos.
– Tienen estructuras poco claras de gestión y de propiedad entre los bancos comerciales y los bancos en la sombra. – – Escasa o nula vigilancia regulatoria y de supervisión, como la aplicada a los bancos tradicionales.
– Ausencia de capital para absorber pérdidas y de efectivo para los rescates.
– Falta de respaldo formal de liquidez.
Como es habitual, el FMI manifiesta su preocupación por los monstruos que él mismo ayudó a crear. Alentó la desregulación financiera global y ahora advierte que el crecimiento de la banca en la sombra es una amenaza que sobrevuela la economía mundial. Kodres señala que podrían surgir problemas si sus inversores comenzaran a inquietarse por el valor real de los activos a largo plazo y decidieran retirar sus fondos, porque para pagarles, los bancos en la sombra tendrían que vender sus activos, y esas ventas forzosas a precios de remate reducirían el valor de los activos en general, obligando a otras entidades en la sombra (y a algunos bancos comerciales) a depreciar sus balances para reflejar ese menor precio de mercado.
El presidente del Consejo de Estabilidad Financiera del G-20, Agustín Carstens, advirtió que “mejorar la regulación bancaria no será suficiente para responder a las debilidades del sistema financiero reveladas por la crisis, mientras el sistema de banca en la sombra siga transformándose e innovando”. Y es que con una banca paralela cada vez más grande, un evento inesperado puede provocar otra crisis global y de mayor magnitud que la del 2008.
(Extracto. Adaptación libre).
Imagen: tarcoteca.blogspot.com