tarcotecablogspotcomAdemás del sistema de banca comercial que todos conocemos, existe también la denominada banca en la sombra (shadow bank), que funciona sin supervisión. Si la estructura bancaria sobradamente conocida es una fuente de preocupación e inestabilidad, su expansión paralela, sin control alguno, agudiza los riesgos.
El término banca en la sombra (shadow bank) fue definido por el economista Paul McCulley en 2007 en el simposio financiero anual de la Reserva Federal de Kansas City. La banca en la sombra está compuesta por todos los agentes financieros que sin ser bancos, ni estar por tanto sometidos a sus controles, compran y venden todo tipo de productos financieros.
El Consejo de Estabilidad Financiera, organismo creado en la reunión del G-20 en Seúl en 2008, publicó el “Informe de seguimiento de la banca global en la sombra 2013″ donde se señala que la intermediación financiera ajena al mercado bancario tradicional de Estados Unidos suma activos por valor de 26 billones de dólares.
Le sigue la Zona Euro con 22 billones, el Reino Unido con 9 billones y Japón con 4 billones de dólares. Según el FMI, en China representa del 40 al 50 por ciento de su PIB. En total, incluyendo el resto de plazas, el monto alcanzaría los 71 billones de dólares, casi lo mismo que el Producto Interno Bruto global de 2013 y equivalente a la mitad de todos los activos controlados por el sistema bancario mundial. El informe advierte que “estas cifras son una estimación conservadora del tamaño del sistema bancario global en la sombra”.
La banca en la sombra es la intermediación del crédito por fuera del circuito bancario tradicional. La diferencia entre uno y otro sistema se expone a continuación:
¿Qué hacen los bancos comerciales?
-Captan depósitos, normalmente a corto plazo, que hasta cierto importe tienen cobertura oficial, para financiar préstamos a más largo plazo y están controlados por el banco central.
¿Qué hacen los bancos en la sombra?

-No tienen depositantes tradicionales. Captan recursos en el mercado financiero y lo aplican a comprar activos con plazos de vencimiento más largos. No están sujetos a regulación bancaria alguna. En una eventual crisis no pueden ser rescatados por el banco central, como sí sucede con los bancos comerciales.

Ejemplos de intermediarios no sujetos a regulación los encontramos en los fondos buitre, fondos de cobertura (hedge funds), fondos de inversión, como Pimco o BlackRock, que se dedican a derivados financieros, y los Credit Default Swap, entre otros.

El crecimiento de esta banca paralela fue el detonador de la crisis financiera de 2008, y esa misma crisis ha derivado en una mayor expansión de su actividad. Este paradójico resultado se debe a que el sistema tradicional, incluyendo la banca de inversión, quedó en el ojo del huracán, y las políticas de auxilio millonarias provocaron una mayor concentración bancaria. El dinero del rescate no se destinó a financiar el crédito al sector privado en recesión, sino a salvar los bancos y banqueros privados, pero esa caída fue parcialmente compensada por la expansión de la banca en la sombra que pasó a facilitar crédito a la economía real.

Los bancos centrales de Estados Unidos y Europa han estado inyectando recursos sin cesar para dinamizar el crédito de la banca regulada, pero esas entidades han atesorado esos fondos o invertido en deuda pública y acciones en lugar de dar préstamos. Es en esa situación cuando emerge con mayor fuerza la banca en la sombra para canalizar el exceso de liquidez, dedicándose a conceder créditos sin cumplir los requisitos que se exigen a los bancos comerciales, y a comprar paquetes de control de empresas o deudas fallidas de compañías y países.

La banca en la sombra actúa del mismo modo que la banca tradicional, pero sin ningún tipo de supervisión pese a operar con todo tipo de instrumentos financieros. Es un enorme sistema que no rinde cuentas a nadie pese a alcanzar en alguno países un tamaño mayor que el de la banca tradicional.

Laura Kodres, subdirectora del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo Monetario Internacional, explica que esas entidades reúnen las siguientes características:

–  Opacidad: adolecen de falta de información sobre el valor de sus activos e incluso sobre cuáles son esos activos.
– Tienen estructuras poco claras de gestión y de propiedad entre los bancos comerciales y los bancos en la sombra. – – Escasa o nula vigilancia regulatoria y de supervisión, como la aplicada a los bancos tradicionales.
– Ausencia de capital para absorber pérdidas y de efectivo para los rescates.
– Falta de respaldo formal de liquidez.

Como es habitual, el FMI manifiesta su preocupación por los monstruos que él mismo ayudó a crear. Alentó la desregulación financiera global y ahora advierte que el crecimiento de la banca en la sombra es una amenaza que sobrevuela la economía mundial. Kodres señala que podrían surgir problemas si sus inversores comenzaran a inquietarse por el valor real de los activos a largo plazo y decidieran retirar sus fondos, porque para pagarles, los bancos en la sombra tendrían que vender sus activos, y esas ventas forzosas a precios de remate reducirían el valor de los activos en general, obligando a otras entidades en la sombra (y a algunos bancos comerciales) a depreciar sus balances para reflejar ese menor precio de mercado.

El presidente del Consejo de Estabilidad Financiera del G-20, Agustín Carstens, advirtió que “mejorar la regulación bancaria no será suficiente para responder a las debilidades del sistema financiero reveladas por la crisis, mientras el sistema de banca en la sombra siga transformándose e innovando”. Y es que con una banca paralela cada vez más grande, un evento inesperado puede provocar otra crisis global y de mayor magnitud que la del 2008.

(Extracto. Adaptación libre).


Imagen: tarcoteca.blogspot.com

Fuente: http://www.attacmadrid.org/?p=12118

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