María Neira (La Felguera, 1960), es una médica endocrinóloga que ha hecho de la salud pública, que afecta a todos los ciudadanos, el motor de su vida, porque ”curar enfermedades en un campo de refugiados no resuelve los problemas, hay que ir a las causas”, señala.

Como directora del departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no cesa de luchar por erradicar el plomo de las gasolinas, el amianto, el exceso de azúcar en las bebidas y, ahora, especialmente, la contaminación del aire. “Nos va la vida en ello, y no es broma”, asegura.

¿La solución de la contaminación del aire pasa por…? 

El problema con que nos encontramos es que mucha gente no sabe que tiene derecho a respirar aire limpio, a beber agua no contaminada, a comer comida saludable…

Si eres consciente de que las políticas que se hacen, van en contra de tu propia vida, vas a exigir cambios. Es posible que hoy por hoy la salud pública no sea un elemento decisivo para elegir a un presidente, pero sí, por ejemplo, para elegir a un alcalde. Cuanto más descentralizas la gestión política, el alcalde de turno va a ser juzgado por su política de transporte, por los atascos, por la contaminación de las calles, del aire, por el sistema de recogida de basuras…

El día que una mamá o una abuela entiendan que su hijo o su nieto tiene asma debido a la contaminación del aire, será una bomba. El problema, insisto, es que la gente no sabe, no es consciente de que hasta hace unos años se ponía plomo en las gasolinas y eso tenía un impacto muy negativo en nuestro desarrollo cognitivo. Gracias a la OMS ya no hay plomo en las gasolinas y eso se traduce en un aumento del coeficiente intelectual.

Necsitamos más coches eléctricos e impulsar las energías renovables.

Pero parece que aún estemos lejos de ser conscientes del grave problema de la contaminación del aire. ¡Mire lo que ocurre cuando ciudades como Barcelona o Madrid adoptan medidas! Muchos ciudadanos se sublevan…

Nosotros hemos lanzado una campaña, “Respira limpio”, a la que se han sumado un montón de ayuntamientos en la que explicamos cuáles son los beneficios de respirar un aire limpio, con una aplicación que permite ver cuál es el nivel de polución de tu ciudad en cada momento, que contiene una serie de mensajes, que propone intervenciones…

La OMS quiere movilizar a los profesionales sanitarios en la lucha no solo contra el cambio climático, sino también contra la contaminación del aire.

Nuestra estrategia pasa por movilizar a los médicos de familia, a los cardiólogos, a los pediatras, a los alergólogos, a los inmunólogos, a los neumólogos que están viviendo los efectos de la contaminación del aire todos los días y no pueden resignarse sólo a tratar a los pacientes.

Quiero oír a pediatras indignados decirle a su alcalde: “Esto no es aceptable porque los casos de asma están aumentando, así como la obesidad, porque los niños no tienen donde jugar, donde moverse”. El médico tiene que influir en el modo de vida de la comunidad, pero desde que nos hemos hiperespecializado, hemos renunciado a ese papel social.

No creemos que sea una cuestión de represión, que la OMS se convierta en una especie de policía sanitaria, nos conformamos con tener influencia institucional. A nadie le gusta que la OMS le señale como una ciudad contaminada, ni tampoco a ningún gobierno. Sinceramente, pienso que de la misma manera que con el tabaco se hizo un acuerdo marco legal, podemos y debemos hacer lo mismo ­respecto a la calidad del aire.

La mala calidad del aire que afecta a nuestros pulmones, es responsable de los accidentes cerebrovasculares, de los infartos, del cáncer de pulmón y del asma.

La industria escucha, pero ¿está por la labor? Numerosas empresas se proclaman defensoras de los derechos humanos, como el de la salud, en los países desarrollados, pero luego actúan con otra ética en los países en desarrollo.

Hay países donde el crecimiento económico ya va ligado al bienestar social, pero hay otros, como India por ejemplo, donde está completamente disociado. En Nueva Delhi hay unos niveles de contaminación del aire que son absolutamente inaceptables, incompatibles con la vida humana. Tuvimos unas charlas, digamos amistosas, con el ministro de Energía, quien me dijo que la contaminación del aire es molesta, pero que la producción industrial no se puede parar por el bien de los ciudadanos. Lo cual es absurdo, porque los países escandinavos, con un nivel económico altísimo, tienen una economía sin apenas contaminación y sin embargo siguen siendo economías fuertes, desarrolladas y sostenibles. En Estados Unidos tenemos el ejemplo de California, que era uno de los sitios más contaminados y ahora tiene cero contaminación y un mejor crecimiento económico.

Su principal argumento es que se puede alcanzar el desarrollo económico sin contaminar. 

La prueba está en que crecemos mucho más ahora en Europa que hace 50 años, cuando los niveles de contaminación eran altísimos. Era el tiempo en que los ríos en Asturias, como el Nalón, eran negros o cuando las empresas soltaban de sus chimeneas todo tipo de residuos y humos y nadie decía nada porque eso significaba trabajo. Ahora ya no contaminamos de la misma manera, no hay contaminación industrial y a ninguna fábrica se le ocurre echar los residuos al río porque si lo hace será perseguida. Y, sin embargo, la economía crece más. Está más que demostrado que no tenemos por qué destruirnos para generar un poquito de riqueza a corto plazo.

¡Es tan evidente que debemos respirar un aire limpio! Es preciso tener menos coches, lo que nos permitirá poder pasear por la ciudad, hablar con otra gente, socializarnos. También significa que vas a pasar menos horas estresada en un atasco. En Bangkok, por ejemplo, es imposible circular. En las horas punta, la gente se pasa horas sentada dentro del coche. ¡Todos los días, entre cuatro y cinco horas! Yo no sé si alguien cree que eso es lógico, además de ser totalmente improductivo. Va en contra de cualquier tipo de economía.

Usted aboga claramente por la prevención. ¿Cuál sería el primer paso?

Aumentar el presupuesto. En los países más ricos ahora mismo se destina un 3% de los recursos del gasto en salud a prevención primaria y mi teoría sería que ese porcentaje aumente hasta el 10%. Pero no quiero que ese incremento venga del presupuesto de Sanidad sino del presupuesto del Ministerio de Energía, con políticas energéticas sostenibles, carburantes limpios… y eso supondría una revolución enorme de reducción de enfermedades respiratorias y de accidentes cerebrovasculares. O que ese porcentaje viniera también del presupuesto del Ministerio de Medio Ambiente por el uso de pesticidas, de sustancias químicas, de la regulación de la calidad del aire. O que se detraiga del Ministerio de Planificación Urbana.

Es ahí donde vamos a encontrar el dinero para la prevención, no del presupuesto del Ministerio de Sanidad, que es lógico que se dedique a curar enfermedades. Nosotros somos ministros de la salud, no de la enfermedad, por eso se llama Organización Mundial de la Salud, pero no podemos limitarnos a curar sin hacer nada por prevenir.

Si lo hacemos, vamos a gastar menos en sanidad. En Europa mueren más de 400.000 personas al año por la contaminación del aire y más de 12 millones en todo el mundo.

¿A qué otros desafíos se enfrenta su departamento?

Los relativos al cambio climático y la contaminación del aire son la prioridad, aunque es cierto, y en absoluto lo olvidamos, que tenemos otros desafíos como los brotes epidémicos o la resistencia microbacteriana, que es un problema gravísimo, porque la gente toma antibióticos como si fueran pastillas de limón…

Pero si hablamos de políticas de salud pública está claro que las referidas a la contaminación del aire son las más importantes. Si yo pudiera tener una varita mágica, pediría reunirme con todos los ministros de Energía para que se comprometieran a utilizar energía limpia en pocos años. Es evidente que hay que abandonar el carbón, los combustibles fósiles, y que hay que moverse a una energía renovable.

¿Qué plazos tenemos?

Con el tabaco podemos cantar victoria, pero costó 50 años conseguirlo por la actitud de las tabacaleras, que intentaron destruir las evidencias por todos los medios. Con la calidad del aire imagino que vamos a tener una oposición similar. La gran diferencia es que con el tabaco tú puedes escoger fumar o no fumar; bueno, los fumadores pasivos, no, pero en el tema del aire, no.

En Pekín, llegó un momento en que el aire se convirtió en irrespirable. Los ciudadanos tenían un sabor metálico permanente en la boca, picor en la nariz o la garganta. Se dieron cuenta también que muchas multinacionales no querían instalarse en Pekín, porque si vives allí unos años, pierdes unos meses de esperanza de vida. Ahora, el Gobierno chino ha convertido la lucha contra la contaminación del aire en la prioridad número uno.

Cuando vives en México DF, por ejemplo, no escoges. Respiras porquería y lo notas. Vivir en Pekín te resta años de vida, como en Lima, Bangkok, Yakarta. ¡Tantos y tantos lugares! Hay estudios que dicen que la esperanza de vida de nuestros hijos va a ser menor que la nuestra. Y eso es dramático, como no sea que esta generación de repente despierte y lo haga pronto. Hay chicos que me dan esperanza, jóvenes que están muy concienciados. Y si alguien no cree en esta visión ambiental, que entienda que estamos hablando de economía pura y dura. Hablamos pro ejemplo de de mermar la producción agrícola por el calentamiento global.

Hay quienes rechazan la defensa del medio ambiente porque se asocia a grupos de izquierda con los que no comulgan. 

Hace poco estuve discutiendo con alguien que tenía una posición muy elevada y que reducía el cambio climático a un tema de activistas de Greenpeace. Le pregunté si le parecía bien que el agua que bebe en su casa estuviera contaminada. Por supuesto que no, me contestó. Le volví a preguntar si estaba de acuerdo con respirar un aire que le matara. De nuevo contestó que no.

Pues entonces, le dije, estamos hablando del cambio climático. Esto no es una cuestión ni religiosa ni filosófica, sino de sentido común. Vamos a crecer y  desarrollarnos, pero no podemos contaminar, porque la contaminación nos va a matar. Hazlo por proteger tus pulmones, por proteger tu cerebro, por proteger a tus hijos.

(Extracto. Adaptación libre)


Imagenes: El Diario Vasco| kerchak.com| compromiso atremedia

Fuentes: http://www.magazinedigital.com/historias/entrevistas/maria-neira-los-hijos-tendran-menos-esperanza-vida

http://www.diariovasco.com/sociedad/maria-neira-directora-20180227002227-ntvo.html

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