La escritora y activista Clara Valverde, en su libro «De la necropolítica neoliberal a la empatía radical», denuncia que: “en la dictadura nos mataban. Ahora nos dejan morir”, y sostiene que el sistema neoliberal ha dividido a la sociedad.
¿Qué tenemos que entender por “necropolítica neoliberal”?
‘Necro’ es una palabra griega que significa ‘muerte’. Las políticas neoliberales son políticas criminales. No tanto porque los gobiernos maten con la policía, sino porque hacen que muera la gente con sus políticas de austeridad y exclusión. Se deja morir a los dependientes, a los sin techo, a los desahuciados, a los mayores, a los enfermos crónicos, a las personas que están en listas de espera, a los inmigrantes ilegales que se ahogan en el mar…
En una palabra, se deshacen de las personas que no son rentables, porque no consumen ni producen.
¿Cómo se consigue convencer este sistema a los ciudadanos de que esa política neoliberal les beneficia? ¿porqué no surge una rebelión masiva contra ella?
Los que aún no han sido excluidos, creen que son libres, y hacen suyo el discurso de los poderosos y de sus altavoces mediáticos: que los excluidos no son como ellos, que son gente diferente, vaga, sucia, extraña, con malos hábitos, que se ha buscado ella misma la situación que atraviesa.
El poder se encarga de que los incluidos no se fíen de los excluídos para que no se solidaricen con ellos. La gente que aún no está excluida, no se identifica con los excluidos, porque piensan que “eso nunca me pasará a mí”, a pesar de que las politicas neoliberales nos afectan a todos en mayor o menor medida, y que, en cuanto una persona que se halla integrada con una vida aparentemente normal, enferme o pierda el empleo, se encontrará sin ingresos y sin ayuda, y en EEUU perderá hasta el seguro médico.
¿Nadie defiende a los marginados?
¿Cuánta gente se organiza para apoyar a los sin hogar, a los desahuciados, a los ancianos o a los emigrantes ilegales? Casi todos los que pertenecen activamente a la PAH (la Plataforma Antideshucios), son personas a las que los bancos les han quitado sus viviendas (más de 600.000 familias en España).
El temor a la marginación ¿fomenta la insolidaridad en nuestra sociedad?
Es que se impone el sálvese quien pueda. Pongamos por ejemplo que eres conductor de autobús. Si enfermas, aunque lleves cotizando muchos años, es probable que el INSS te dé el alta aunque estés demasiado enfermo para trabajar. Y, entonces, ¿qué será de tí? Sin poder trabajar, ni tener ingresos y cargando con el coste que tu enfermedad conlleva y que no te cubre la Seguridad Social… ¿dónde terminarás?
El neoliberalismo impone su agenda mediante una ‘violencia discreta’ que es la más eficaz para sus intereses, ¿a qué se refiere?
Los recortes sociales, la privatización progresiva de la sanidad o el desmantelamiento de la educación pública constituyen una violencia discreta. No se mata a tiros a los enfermos, porque de eso ya se encargan las listas de espera.
Asegura que hay que volver a llamar a las cosas por su nombre y huir de la trampas del lenguaje.
Las condiciones laborales son malos tratos. Los recortes lo mismo. Que las personas hagan suyas frases trampa de los poderosos, como “esto es lo que hay”, “no me puedo quejar”, “virgencita que me quede como estoy”, o adopten el ‘pensamiento positivo’ que les obliga a estar satisfechas sea cual sea su situación, para no convertirse en “perdedores y gente incapaz de reinventarse”, resulta preocupante.
La tolerancia constituye otra gran trampa. ‘Tolerar’ significa ‘aguantar’ al que es diferente, e implica adoptar una posición de poder sobre él. Cuando lo que hay que hacer es analizar esas diferencias, para ver cómo se generan esas desigualdades y adoptar medidas para cambiar esa situación.
Menciona la propaganda como instrumento de manipulación.
Hace unos años la Fundación La Caixa utilizaba personas con síndrome de Down, no muy severo, como ejemplos de cómo deberían ser los trabajadores. Hay un anuncio de la compañía Balay, en la que un sordomudo dice: “¡Mirad! Si un trabajador discapacitado es el mejor trabajador, sonríe y no se queja, tú, que no eres discapacitado, deberías callar, trabajar y no protestar”. Esto es un ejemplo de utilización pornográfica de los discapacitados.
Porque la realidad es que la mayoría de ellos apenas si tienen ingresos y sufren discriminación. Y cuando alguno consigue un trabajo, la empresa se evita tener que cotizar por él a la Seguridad Social.
El sistema sanitario le sirve como ejemplo perfecto de la forma de actuar del neoliberalismo.
Los profesionales de enfermería de los hospitales en los que se aplica el método “Lean” – inventado para las cadenas de montaje de los coches Toyota – les importa más estar “on time” (ser puntuales para cumplir sus tareas; velocidad nada humana, ni para ellos, ni sobre todo para el paciente), que la calidad del trabajo, la buena práctica asistencial o el beneficio para los enfermos, y declaran estar contentos si están a tiempo, ¡como si fueran conductores de Renfe o de autobús!
El método Lean se ha conseguido implantar sigilosamente, sin que se hayan producido protestas de los profesionales sanitarios, a pesar de ser también ellos víctimas del autoritarismo y paternalismo de las administraciones sanitarias. Se les maltrata, pero a su vez se les exige que maltraten. Así opera este sistema perverso.
El antídoto contra esa política está en la voluntad de compartir.
Anteponer lo común es el antídoto contra todas estas políticas. Individualmente no se pueden parar. Lo que el poder quiere dividir, nosotros lo tenemos que juntar. Nos tenemos que unir, enfermos, sanos, y personas de todos los géneros, razas, etc., pero para eso tenemos que empezar a desarrollar una comprensión radical de los demás.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes:cincodias.elpais.com|laregion.es|txalaparta.eus|iberlibro
Muy buen artículo, dando en la llaga. Felicicdades, Andrés, por ofrecernos tan buenos artículos