Hace 20.000 años el nivel del mar era 120 metros inferior al actual, pero en los últimos 5.000 años se ha elevado 2 metros. La subida del nivel del mar se ha acelerado desde los años 90 del siglo pasado y experimenta ya un ritmo de crecimiento de 3 milímetros al año.
Sin embargo, aunque la elevación media ronda los 8 centímetros en los últimos 25 años, no se da un reparto uniforme de la misma.
“Desde principios de los noventa, en las zonas tropicales del oeste del Pacífico se producen aumentos de 25 centímetros, y algunas islas bastante pobladas de esta región están siendo afectadas por el fenómeno”, indicó Anny Cazenave, doctora en Geofísica por la Universidad de Toulouse, una de las tres personas que han obtenido el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático, junto a John Church catedrático de la Universidad de Nueva Gales del Sur, y Jonathan Gregory, físico británico que ha sido clave en los informes de la ONU sobre calentamiento global (IPCC).
Los tres científicos han obtenido el premio porque sus aportaciones han permitido “detectar, entender y proyectar la respuesta del nivel del mar” al cambio climático provocado por la acción humana. Concretar esas subidas es uno de los grandes retos científicos, porque a la variabilidad natural de estas oscilaciones se unen las elevaciones derivadas de las actividades humanas (expansión térmica, aumento CO2, deshielo de glaciares y zonas polares).
Por eso, lograr medir las elevaciones recientes y distinguir en ellas la mano del hombre “constituye un milagro tecnológico”, ha declarado Gregory.
Los tres investigadores han sido pioneros en integrar las diferentes fuentes de información: observaciones por satélite, mediciones costeras in situ, e innovadores modelos numéricos. El resultado ha sido una descripción precisa y consistente del cambio en el nivel del mar a escala global y regional.
Los satélites han permitido disponer de registros precisos de la altura del mar a lo largo de los últimos 25 años y compararlas con mediciones costeras que se remontan al siglo XVIII. Los modelos matemáticos desarrollados por Gregory han permitido integrar las variables y registros del pasado para hacer proyecciones de futuro con los datos disponibles, de manera que sea factible predecir, conociendo el grado de incertidumbre, la evolución futura del sistema.
“El futuro no será una mera réplica del pasado”, precisa Gregory al explicar la complejidad de su tarea. La conclusión unánime es que ha aumentado la velocidad de ascenso marino respecto a la época preindustrial. Si entonces, la subida era sólo de décimas de milímetro al año, en el siglo XX aumentó a entre 0,5 y 2 milímetros al año, y en los últimos decenios alcanza los 3 miímetros al año.
“Si continuamos sin reducir nuestras emisiones, podríamos sufrir un aumento de hasta un metro o quizás más a finales de este siglo. Y el aumento del nivel del mar no va a cesar en 2100. Estamos ante un problema gravísimo, que no solo es importante, sino urgente”, señala Church. “Muchos políticos reconocen su importancia, pero pocos asumen el grado de urgencia con el que debemos reaccionar. Reducir las emisiones para lograr un aumento de temperatura de hasta 1,5 grados es el objetivo que debemos marcarnos”.
“Que el aumento del nivel del mar sea inevitable no significa que no se pueda hacer nada», ratifica Gregory, “incluso en el mejor de los escenarios de reducción de emisiones, el aumento del nivel del mar no se estabilizará, sino que continuará durante muchos siglos, porque la escala temporal de calentamiento del océano profundo es de siglos o milenios, sin embargo, sí podemos influir sobre cuánto aumentará y cuál sería esa velocidad, porque no es demasiado tarde para hacer algo por mitigarlo y reducir su impacto”.
A los escépticos y a quienes optan por no hacer caso de los avisos Gregory les responde: “Estos son hechos objetivos. No es una cuestión de opiniones, y no puedes rechazarlos porque no te gusten”.
(Extracto. Adaptación libre)
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