A propósito de la contemporánea afición al gimnasio, siendo benévolos podríamos acudir al tópico manido y decir eso de que «hay gente pa too», o que para gustos están los colores, pero adoptando una línea más humana, habría que señalar que los gimnasios están para los nórdicos (no les quedan más huevos), las personas obesas, los cultivadores de la hipermusculación, bastantes anormales estilo Luis Enrique, ciertos normales despistados y algún pijo suelto para dar color a la cosa.
¿Porque, a quién le puede gustar permanecer en un cubículo cerrado, lleno de hongos, humedad y gente sudorosa, torturado y al limite de sus fuerzas, moviéndose sin sentido o haciendo lo que les ordena un fulano con pantalones ajustados, pendientes, collares y varios tatuajes tipo amor de madre?
Por si fuera poco, en los gimnasios pata negra (los más horteras) según parece, ponen música a todo trapo, con lo que quedan anuladas las pocas neuronas que aún funcionaban. Y, para colmo, como si fuera un espectáculo digno de ver, los ponen montados en sus bicicletas pedaleando en un escaparate. Para nota, oiga. A la rica caloría que se quema sin ganas.
Creo que los gimnasios están justificados en todos los sitios en los que por el clima, o por cualquier otro motivo, no se puede hacer deporte al aire libre. También para rehabilitar, fortalecer y recuperar lesiones. Los miembros de la tercera edad quizás están mejor vigilados en un gimnasio (quiero creer), que agonizando por un parque, o (mucho peor) por una carretera.
Pero lo de correr por la calle o por los parques como posesos, merece capítulo aparte.
Espero que sólo se ofendan los que se tienen que ofender.
Imágenes: hidrolipoclasia.com.es|mujeresculturistasvip.blogspot.com