En el moderno sistema capitalista los asalariados se conforman con plantear reivindicaciones puramente económicas: «pagadnos un poco más y seguiremos siendo vuestros fieles esclavos».
Al capitalismo le va muy bien enfrentar a los de abajo: fijos contra precarios, precarios contra parados, parados contra emigrantes, mujeres contra hombres… y así hasta el infinito. La historia de la humanidad no es una batalla entre hombres y mujeres, sino entre esclavos y tiranos.
Para el feminismo radical, el problema no es la explotación que una pequeña minoría ejerce sobre la mayoría de asalariados, sino sólo sobre la mujer, que ésta sin duda experimenta en mayor grado que sus homólogos varones.
Pero desviar el tiro y convertir la explotación que el sistema capitalista ejerce indistintamente sobre hombres y mujeres, en explotación sólo del hombre, constituye una jugada maestra de distracción para cambiar la lucha de clases por la lucha de géneros.
En este sentido, la huelga feminista convocada a escala internacional para el 8 de marzo de 2018, a la que los medios de comunicación de masas están dando una publicidad nunca antes vista, además de un trato exquisito, forma parte de una estrategia psicológica cuyo fin es vincular aún más a los explotados a sus explotadores.
Porque esta huelga sólo sirve para animar a las mujeres a que se integren mejor en el sistema de explotación capitalista y consigan el derecho a ser explotadas en las mismas condiciones que los varones.
Por si esto fuera poco, la forma en la que han planteado la huelga, excluyendo de modo sectario al 50% de la población, los hombres, y, en muchas ocasiones, equiparándolos a sus explotadores, le quita gran parte de su validez.
Porque el machismo de la sociedad no se cura con huelgas, sino con un cambio de mentalidad y de los roles inherentes a ella.
(Extracto. Adaptación libre)
Imagen: Diario Público
Fuente: https://conspiracionabierta.blogspot.com.es/2018/02/huelga-feminista-del-8-de-marzo-o-como.html
