Andrei Fursov, miembro de la Academia Internacional de Ciencias de Innsbruck, Director del centro de estudios rusos de la Universidad Humanitaria de Moscú, Director del Instituto de Análisis Sistémico-Estratégico y Jefe del Departamento de Asia y África, es uno de los más destacados historiadores y sociólogos rusos contemporáneos.
Su trabajo se centra en estudiar el fenómeno del poder y la lucha mundial por la hegemonía. En 1990 predijo que, tras la caída del socialismo, se produciría una transformación radical del capitalismo, pero que de ahí no surgiría un sistema más humano, sino más cruel.
Se especula que vamos hacia un gobierno mundial, controlado por corporaciones dependientes de un puñado de familias multimillonarias, donde monarquías, como la británica, siguen desempeñando un papel central, ¿qué hay de cierto en eso?
Dentro de la élite globalista, hay al menos dos grupos. El primero lo forman los moderados que consideran que los estados nacionales deben existir al servicio de estructuras internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, o la Organización Mundial de Comercio, para ocuparse de los problemas locales.
El segundo grupo, al que yo denomino globalistas radicales, piensa que el estado hay que suprimirlo, y que el mundo ha de ser gobernado por megacorporaciones. Algo que solo puede suceder si desaparecen EEUU, China y Rusia, y en ese sentido, como el presidente Trump quiere conservar el estado, es su enemigo.
En EEUU se ha generado una ideología conocida como queer que despoja a la izquierda de su ambición de acometer cambios estructurales, para enfocarse en temas de género. ¿Por qué han introducido esta ideología?
A partir de los años 60 surgieron cuatro movimientos que minaban a la izquierda: el juvenil del rock, sexo y drogas; el feminista; el ecologista vegano animalista; y por último el de las minorías sexuales.
¿Cuál era el objetivo? Primero desunir a la sociedad, después dividir a los opositores, y por ultimo sustituir los problemas de clases sociales por los de relaciones con la naturaleza, relaciones entre hombres y mujeres, entre mayores y jóvenes, entre heterosexuales y homosexuales, etc., ocultando el conflicto fundamental entre quienes poseen los medios de producción y los que no.
La así llamada “nueva izquierda” fue otra forma sibilina de socavar a la izquierda tradicional, que a partir del año 1991, decae bruscamente. Vemos que se modifica nuestro lenguaje, vestimenta, gustos, y se ridiculizan nuestras tradiciones para cambiarlas por patrones importados, ¿se trata de un ataque cultural?
Por supuesto. A mediados de los años 50 cuando Nelson Rockefeller patrocinaba activamente la pintura abstracta, un conocido suyo le preguntó: “Nelson, como puede ser que te guste esa porquería?”, y Rockefeller le respondió: “Bueno, algo me gusta, pero no es eso lo que importa. Con la pintura abstracta nosotros vamos a crear una cultura universal única”. El objetivo era sustituir las culturas nacionales por una cosmopolita, desprovista de cualquier contenido social.
¿La guerra entre EEUU y Rusia se da en términos culturales, económicos, sociales, pero no militares, debido a la capacidad de destrucción mutua de ambas potencias?
Así es. Una sociedad desorganizada no puede ofrecer resistencia. Hablamos de una guerra encubierta que abarca aspectos económicos, sociales, políticos, psicológicos y culturales. Algo que pudimos comprobar cuando desapareció la Unión Soviética.
Había grupos organizados dentro del país que tenían interés en convertirse en propietarios, pero que no podían lograrlo sin ayuda externa. Al mismo tiempo había capital occidental que tenía interés en apoderarse de los recursos la URSS para explotarlos en su beneficio. Ninguno de los dos grupos podía lograr su objetivo por separado, pero sus esfuerzos combinados llevaron a la destrucción del país. El principal instrumento de que se valieron para lograrlo fue la desorganización, o lo que es lo mismo, la utilización del arma organizativa.
Los cambios tecnológicos y el avance de la Inteligencia Artificial harán que desaparezcan muchos trabajos de todo tipo, desde físicos hasta intelectuales. Un mundo sin trabajadores implica también un mundo sin consumidores, ¿cómo se resolverá esa contradicción que amenaza la existencia misma del capitalismo?
Según afirman diferentes economistas, las próximas décadas sobrevivirán las profesiones que requieren trabajo fuerte y sucio, como recolección de basura, atención a enfermos en los hospitales, personal doméstico, etc., aunque está claro que los robots van a desplazar a los humanos en la industria y otras profesiones.
Ya ha habido anteriormente casos en la historia en que una capa social que no trabajaba, vivía mantenida con subsidios. Me refiero a la Roma antigua, donde una parte considerable de los plebeyos recibía suministro gratuito de alimentos y vivía a base de “pan y circo”. Y lo mismo puede volver a suceder hoy día. El circo se puede obtener a través de Internet y la tele, y el pan se puede conseguir con ayudas al desempleo, renta básica, etc.
La superpoblación humana supone un enorme problema. Aurelio Peccei, uno de los fundadores del Club de Roma, ya advirtió que “tenemos que recortar la tasa de natalidad en África y en Asia, o tendremos que elevar la tasa de mortalidad”. Está claro que la élite trabaja para disminuir la población mundial a unos 2.000 millones de habitantes. Como manifestó Hitler “tengo derecho a destruir a millones de representantes de razas inferiores que se reproducen como parásitos”, y la élite ha sustituido a las razas inferiores por las clases bajas.
Tienen diferentes planes porque al igual que no existe un gobierno mundial, hay cantidad de clanes, logias y grupos que pugnan por la hegemonía. Y las monarquías y familias aristocráticas forman parte también de ese club selecto.
El problema de la élite es que, como cualquier otro grupo cerrado, tiende a degenerarse si no se abre a sangre nueva. Por eso necesita renovarse y seleccionar gente competente que le sirva, cuando lo que de verdad querría es funcionar como una organización hermética, impenetrable.
No se trata de alentar teorías de la conspiración, sino de darse cuenta de que hay un gobierno secreto, una política secreta y una economía secreta que se desarrollan fuera del conocimiento de la gente. El poder real lo poseen los financieros, y los gobiernos, presidentes y ministros, son sólo marionetas suyas.
Vd. ha dicho que “quienes realmente mueven los hilos del mundo son personas con una concepción místico-mágica, que está más allá del bien y del mal”. Resulta que el espacio desocupado por la religión se llena con la magia. Y no me extraña que en muchas corporaciones occidentales el confucianismo se haya vuelto muy popular.
Como sabe, el confucianismo carece del problema del bien y del mal. Funciona en base a lo correcto y lo no correcto, lo que resulta muy conveiente para proyectos como el de reducir la población.
Trump y otros antiglobalistas han alcanzado el poder, o están en vías de hacerlo oponiéndose a la degradación de los valores nacionales y religiosos.
Era de esperar la aparición de fuerzas políticas populistas que manipulasen a las víctimas de la globalización haciendo una mezcla de postulados de derecha e izquierda.
La intervención de Rusia logró frenar al Estado Islámico (ISIS), ¿pero podemos afirmar que el escenario geopolítico ha cambiado?
No. Los atlantistas han perdido la batalla de Siria, pero no han sido vencidos, y ahora intentan cambiar de escenario. Está claro que entramos en una época de turbulencias.
En el pasado tuvimos tres tipos de crisis: la del Paleolítico Superior que duró de 10.000 a 15.000 años y fue una crisis biosférica que provocó una disminución de la población del planeta del 80%; la Crisis de la Antigüedad en la que los bárbaros de la periferia acabaron con la civilización romana; y la Crisis Feudal, que transformó a la élite nobiliaria en capitalista. En el año 1648 en Europa, estaban en el poder el 90% de las familias reales, duques y condes que también lo estaban en el año 1453. Dicho de otro modo, los señores feudales mutaron en capitalistas.
La crisis en la que ahora entramos, presenta características de las tres anteriores, y el mundo poscapitalista va a nacer tras una agitación social aguda, si antes no ocurre una catástrofe global. Mucho de lo que pase dependerá de que la clase trabajadora logre resistir y desbaratar los planes de los amos del juego global, porque esas élites no son todopoderosas, sino que también tienen serios problemas en su seno.
Hace dos años las dos dinastías financieras más famosas del planeta, los Rothschild y los Rockefeller concluyeron una alianza, ¿qué opina de ella?
Ambos clanes compiten entre sí desde hace muchísimo tiempo, comenzando por el despegue de China con ayuda de los Rothschild, que golpeó fuertemente a EEUU (feudo de los Rockefeller), siguiendo por la aparición del euro (contrapeso al dólar norteamericano), y terminando en multitud de encontronazos. Como, por ejemplo, el del oligarca ruso Mijaíl Jodorkovski dueño de la empresa petrolífera Yukos, a la que los Rockefeller le habían echado el ojo, y que como resultado de la lucha de poder entablada entre ellos, fue detenido, y perdió Yukos.
Y, ahora, de repente, esos dos titanes se unen y crean un trust conjunto de 40.000 millones de dólares. Una unión que no constituye más que la punta del iceberg, la parte visible de sus acuerdos secretos. Una alianza, en efecto, extraña. Dos poderosísimos clanes, de la primera línea mundial, que llevan cien años controlando el Sistema de la Reserva Federal de los EE.UU., es decir la máquina de imprimir dólares ¿y sólo unen activos de tan escaso valor?
Pero es una suma importante, ¿no?
Sí para los Gates y los Buffet, pero para ellos es calderilla. La lista de los súperricos mundiales publicada por “Forbes”, Bloomberg, etc., sirve para engañar a la plebe. La realidad es otra muy diferente.
¿Qué son los 60.000 – 70.000 millones de los Gates y Buffet, frente a riquezas familiares acumuladas durante siglos? La fortuna conjunta de los Rothschild, según los cálculos más prudentes, supera los 3,2 billones de dólares, aunque nadie lo sabe con certeza, porque no la dan a conocer. A lo largo del siglo XIX fueron considerados la familia más rica del planeta.
Los Rockefeller por lo visto tienen un billón menos. El fundador de la dinastía, John, fue la persona más rica que jamás ha vivido sobre la tierra. La revista “Forbes” valoró su fortuna de entonces en 318.000 millones de dólares de ahora. Compárelo con Gates, con Buffet, con Slim… A su lado son pordioseros.
Otro detalle curioso ha sido el reparto del capital. Los Rockefeller han invertido en el trust 37.000 millones, y los Rothschild tan sólo 3.000 millones, y sin embargo son ellos los que mandan.
Pero no demonicemos demasiado a ambas familias porque tampoco son los número uno. Los hay más ricos. Tal vez lo sea la familia Baruch. Aunque probablemente su fortuna financiera sea menor que la de los Rothschild o Rockefeller, su posición dentro de la cúpula de poder mundial es mucho más alta. Fueron ellos los que en 1613 fundaron el “Standard Chartered Bank”, ¡el banco de los bancos!, hace justamente 400 años y sigue funcionando como el primer día, en todos lados, desde Londres a Hong Kong.
Una docena de acaudaladas familias aristócratas británicas, las de los Reading, Samuel, Fleming y Keswick, usan a los Rothschild como administradores o testaferros para gestionar su riqueza. Los Rothschild son su fachada.
Al gran capital le gusta el silencio, porque el poder real es el poder secreto.
En mi opinión, el acuerdo significa la victoria de los Rothschild sobre los Rockefeller. Todo el siglo XX ha sido un tira y afloja entre estas dos dinastías. A principios del siglo, en la cima estaban los europeos Rothschild. Pero los Rockefeller ganaron las dos guerras mundiales, y por añadidura conquistaron la URSS. Los Rothschild habían llegado antes a Rusia en tiempos de los zares. Sus competidores les apartaron con Stalin, financiando los primeros planes quinquenales, la industrialización soviética. David Rockefeller mantenía encuentros regulares con sus dirigentes Kruschev, Kosiguin y Gorbachov.
Durante la segunda mitad del siglo XX, los Rothschild estuvieron preparando la revancha. Y, al fin la lograron.
Las relaciones entre el Reino Unido y China empezaron en los 60 y los 70, después de que los británicos aceptaran que habían perdido su imperio. En China los Rothschild quitaron de en medio al importante miembro del Politburó Bo Xilai al que temían. Le despojaron de todos sus cargos y le expulsaron del partido. A su esposa incluso la condenaron a pena de muerte, aunque su ejecución fue pospuesta. Y todo por haber envenenado presuntamente a un hombre de negocios inglés que, con toda probabilidad, era un agente del Mi-6. El caso de Bo Xilai se convirtió en el mayor escándalo de la reciente historia política de China.
Cuando señalan el peligro de la expansión china para Occidente, eso no afecta a los Rothschild porque tienen una fuerte presencia en la economía de la República Popular China, y no tienen nada que temer.
Otra cosa es que el nuevo secretario general del Comité Central del PCCh, Xi Jinping, vaya a jugar a su favor. Lo dudo porque ya indicóque “si nos comportamos como Gorbachov, acabaremos como él, así que debemos actuar de otro modo”. En China existe un Instituto de la URSS, donde doscientos investigadores estudian y analizan el modo cómo los occidentales destruyeron a la Unión Soviética.
Los Rockefeller están muy relacionados con el Vaticano. En la retirada de Benedicto XVI, uno de los objetivos en la batalla por la silla del Papa era el control del Banco del Vaticano. Sus activos, según algunas valoraciones (¡nadie lo sabe con seguridad!), ascienden a 2 billones de dólares. Un premio muy goloso.
Pienso que las viejas familias se han unido bajo las banderas de los Rothschild y Rockefeller, para quitar de en medio a los nuevos ricos.
En junio de 2012, inmediatamente después de la creación de esa alianza, un informe de Morgan Stanley Management señalaba claramente que había que confiscar las fortunas de los especuladores y chupasangres. Christine Lagarde, directora del FMI, señaló la necesidad de tomar medidas extraordinarias, para confiscar el “dinero joven”, y “expropiar a los expropiadores”, y poco después, por una insignificante infracción fue multado el Standard Chartered Bank con 340 millones de dólares.
Está claro, que sin el permiso de los Baruch nadie se hubiera atrevido a hacerlo. Fue una acción puramente simbólica. ¡Chicos, si se atreven a multar hasta los Baruch, a los representantes del “dinero joven” les sacarán las tripas sin más! A continuación vino la quita de los depósitos bancarios de Chipre, luego el escándalo de los propietarios de dinero negro escondido en las Islas Vírgenes británicas, uno de los paraísos fiscales más seguros del mundo, y en Panamá. A juzgar por los apellidos famosos hechos públicos, allí los ocultaban los dueños del “dinero joven” de Rusia, China, Asia, América Latina…
Algunos pececillos se han dado cuenta de que se los pueden comer. Buffet y Gates han dicho que dejarán a sus herederos tan solo una parte insignificante de sus capitales. Lo más probable es que se trate de un gesto, del sacrificio indispensable para que les permitan acceder a la cúspide. Han debido decirse que, si entregamos nuestros capitales, nos quedaremos arriba, aunque sea en el puesto trigésimo tercero. Así no nos lo confiscarán todo. Incluso si después de efectuado el pago solo les quedan unos pocos miles de millones, tienen garantizada una vida “sin penurias”, por decirlo suavemente.
En el duro mundo de la postcrisis que se avecina ya no habrá sitio para todos los ricachones actuales. Si hace falta los “viejos” limpiarán a los “jóvenes” y les quitarán hasta el último centavo. A medida que la crisis vaya avanzando veremos muchas sorpresas. La época de la contrarrevolución neoliberal Reagan y Thatcher de los años 1980-2010, se ha terminado porque ha generado una serie de acontecimientos no deseados. En particular, la aparición de un“dinero joven”, que comenzó a amenazar la existencia de las viejas familias. Y los Rothschild, junto con los Rockefeller, son los iniciadores de la purga.
Ante nuestros ojos está comenzando a aflorar una época completamente nueva. La época del antiliberalismo.
(Extracto. Adaptación libre)
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Fuentes:
https://www.euskalrus-vesta.org/2018/07/19/el-frio-viento-de-este-de-la-primavera-rusa/
https://www.lahaine.org/b2-img13/Rothschild_Rockefeller.pdf
https://www.mentealternativa.com/andrei-fursov-el-papel-de-los-rothschild-en-el-imperio-britanico-y-la-alianza-con-china/
https://mundo.sputniknews.com/sociedad/201703131067561707-revoluciones-bolchevismo-rusia/
https://analisis06.wordpress.com/2018/03/12/ai-fursov-como-un-mediocre-stalin-los-genios-de-la-revolucion-mundial-lenin-y-trotsky-vencieron/
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