¿Qué determina lo que está bien y lo que está mal, lo qué es justo o injusto, y establece la regla de nuestro comportamiento en sociedad?
El historiador y arqueólogo británico Ian Morris defiende en su libro: ‘Cazadores, campesinos y carbón’, la existencia de una moral universal común a todas las culturas, cuyo descubrimiento es condición necesaria para comprender las diferencias que existen entre ellas.
En su ensayo, Morris menciona tres grandes sistemas que se han ido sucediendo a lo largo de la historia:
- El de los ‘Valores de los Cazadores – Recolectores’, asociado a las sociedades que viven de recolectar plantas y semillas y de cazar animales salvajes. Son sociedades que valoran la igualdad y toleran la violencia.
- El de los ‘Valores Agrícolas o Campesinos’, adoptado por las sociedades que se alimentan de cultivos domésticos y animales de granja. Son sociedades que valoran la jerarquía por encima de la igualdad y no toleran bien la violencia.
- El de los ‘Valores de los Combustibles Fósiles’, propio de sociedades que incrementan la energía de las plantas y animales que consumen gracias al carbón, el gas y el petróleo. Estas sociedades valoran la igualdad por encima de casi todos los tipos de jerarquía, y no toleran nada bien la violencia.
«Cada época tiene las ideas que necesita», advierte, «si tengo razón y el modo de captura de la energía determina los valores de un grupo humano, los que nosotros defendemos hoy, probablemente perderán su utilidad muy pronto«.
Morris reconoce que la historia de la humanidad y de sus valores- puede resumirse en la célebre fórmula acuñada en los años cuarenta por el antropólogo Leslie White:
C = E x T
donde C es cultura, E energía y T tecnología.
«La cantidad creciente de energía que los humanos han sabido capturar durante los últimos veinte mil años ha sido el motor del proceso de evolución cultural, y como parte de dicho proceso, los valores humanos han cambiado».
Según él, hace 100.000 años surgieron los valores humanos modernos. Los sucesivos modos de captura de la energía determinaron el tamaño y la densidad poblacional, lo que a su vez permitió que unos conjuntos de valores tuvieran más éxito que otros. Para los minúsculos grupos de cazadores-recolectores las jerarquías eran odiosas, pero no así la violencia; en cambio para las populosas comunidades de agricultores, las jerarquías resultaban mucho más cómodas, mientras que la violencia atacaba su necesidad de vivir juntos; y, para nosotros, voraces consumidores de combustibles fósiles que vivimos en comunidades aún más grandes, ni las jerarquías ni la violencia resultan convenientes.
«La gente es muy parecida en todas partes».
Morris sostiene que, ha sido a través de la violencia,como se han ido creando sociedades cada vez más grandes, que a su vez, para poder sobrevivir, necesitaban mantener la paz. Aunque resulte paradójico, la realidad demuestra que cuanto mayor es la sociedad, más personas viven en paz, porque «cuanta más gente hay metida dentro de un sistema, mayor es el coste de desencadenar en él la violencia; el precio de la violencia ha subido mucho».
No es que seamos mejores, sino que las consecuencias se han vuelto peores.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: you tube|blogturismo.com|detribusurbanas.com
Fuente: http://www.elconfidencial.com/cultura/2016-10-28/ian-morris-cazadores-campesinos-y-carbon_1280449/