Carlobbccom M. Cipolla, historiador económico italiano y profesor de las universidades de Pavía (Italia), de Berkeley en California (EE.UU.) y de la London School of Economics (Reino Unido), identificó cuatro tipos de individuos en la sociedad, según el beneficio o perjuicio que le causaban.

Y los clasificó así:

  • Inteligentes: benefician a los demás y a sí mismos.
  • Incautos: benefician a los demás y se perjudican a sí mismos.
  • Malvados: perjudican a los demás y se benefician a sí mismos.
  • Estúpidos: perjudican a los demás y a sí mismos.

Para él, los estúpidos eran los peores de todos, ya que hasta los malvados producían algún beneficio. Por ejemplo, desde el punto de vista económico, mientras que los estúpidos no aportaban nada. Y fue pensando en estas categorías, como Cipolla formuló sus «leyes básicas de la estupidez»:

  1. Siempre e inevitablemente subestimamos la cantidad de estúpidos en circulación.
  2. La probabilidad de que una persona dada sea estúpida, es independiente de su posición social.
  3. Una persona es estúpida cuando causa daño a otros o a sí mismo, sin obtener de ello provecho alguno.
  4. Las personas no estúpidas siempre subestiman el potencial dañino de la gente estúpida, olvidando que asociarse con ella, constituye un error que se paga.
  5. Una persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que puede existir. El estúpido es más peligroso que el malvado.

No todos los humanos son iguales, ya que unos son más estúpidos que otros. Cipolla explica que uno nace estúpido del mismo modo que tiene el cabello rubio o determinado grupo sanguíneo: por un capricho de la naturaleza. Y que si se divide la población universitaria en cuatro grandes grupos: subalternos, empleados, alumnos y docentes, el porcentaje de estupidez es el mismo en todos y cada uno de ellos.

Y lo mismo ocurre con los Premios Nóbel.

heterotopia50wordpresscomLa cuota o fracción de estupidez se mantiene constante e invariable en todos los grupos humanos, afectando por igual a hombres que a mujeres. En cualquier ambiente uno deberá enfrentarse a la misma proporción de gente estúpida. Que algunos estúpidos causan perjuicios limitados, dependerá tan sólo de la posición de poder o autoridad que ocupen en la sociedad.

«Las elecciones generales permiten votar a la fracción de personas estúpidas, perjudicando a todas las demás, contribuyendo de paso a mantener la obligada cuota de estupidez entre los poderosos.

Una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado y preveer las acciones y sucias maniobras propias de su racionalidad perversa, pero con un estúpido eso resulta imposible porque no se ajustan a regla alguna. Y aún hay otra diferencia: el inteligente, el malvado y el incauto, saben que lo son, mientras que el estúpido no.

Con demasiada frecuencia, tanto los inteligentes como los malvados, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar su defensa ante tamaña situación de peligro.

Porque con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, arruinar tus relaciones, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, costarte dinero,  tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia ni remordimiento alguno y sin razón. Estúpidamente.

Con los malvados todo se reduce a una transferencia de riqueza a su favor (lo que uno gana, otro lo pierde), pero la sociedad en su conjunto, no se ve beneficiada ni perjudicada. Pero cuando intervienen los estúpidos, las cosas cambian, porque siempre ocasionan pérdidas, a ellos mismos  o a otros, con lo que la sociedad se empobrece.

¿Por qué pues unas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Depende exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos».

Cipolla fue un intelectual atípico que siempre fluctuó entre las investigaciones serias y las reflexiones desenfadadas y, a pesar de que murió hace casi ya dos décadas, sus ideas parecen hoy más actuales que nunca.

Cipolla elaboró estos principios en clave de broma, y los escribió y los guardó en un cajón durante muchos años hasta que una casa editora, lo convenció de que los publicara, obteniendo un enorme y sorpresivo éxito, lo que hizo que fueran traducidos a numerosos idiomas.

Cipolla solía hablar de su breve ensayo con una sonrisa, bromeando sobre el hecho de que había logrado un bestseller con un libro tan sencillo, y no con uno de los sesudos análisis a los que dedicó tanto tiempo y esfuerzto.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: Carlo M. Cipolla BBC|heterotopia50.wordpress.com

Fuentes: http://www.bbc.com/mundo/noticias-36986310

http://www.economia.unam.mx/profesores/eloria/PDFs/Cursos/6-estupidez%20humana.pdf

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