El número de vacunas que se inyecta a los niños no deja de incrementarse cada año. Una tendencia que parece no tener fin. En EEUU el país que marca la pauta al resto, eso representa actualmente unos 50 pinchazos. Se calcula que por cada vacuna que se agrega al calendario oficial el fabricante obtiene 1.000 millones de euros. Medicar cuerpos sanos constituye un lucrativo negocio.
Pero para abaratarlas y producirlas más fácilmente en masa, las compañías farmacéuticas utilizan estos ingredientes:
Sostienen que la cantidad de aluminio y de mercurio (timerosal) que agregan a las vacunas para potenciar su efecto, no suponen ningún riesgo. Pero para comprobar que efectivamente no rebasan los umbrales de seguridad establecidos, tendrían que sumar todas las dosis recibidas, en vez de considerarlas por separado. Algo que por supuesto no hacen.
Aunque a menudo se ha relacionado el aluminio de las vacunas con el asma y el autismo, como dudar de sus bondades se considera un sacrilegio, no se ha realizado hasta la fecha un solo estudio que pruebe que la salud de los niños vacunados es mejor que la de los no vacunados.
Las vacunas infantiles constituyen un artículo de fe, naturalmente científica… si es que tal cosa es posible.
Imagen: Astillas de Realidad
Fuente: Astillas de Realidad y elaboración propia