Aunque en Cataluña existen problemas políticos, no hay 2 millones de ciudadanos angelicales cuyas legítimas demandas han sido despreciadas por un estado corrupto, autoritario y neofranquista.

Se trata de 2 millones de personas comprometidas con un proyecto alimentado por mentiras, propaganda y adoctrinamiento educativo y mediático, construido pacientemente por el régimen pujolista, gemelo del monárquico, con el que lleva pactando el reparto del botín del estado español, desde el fin del franquismo, a lo largo de casi 40 años.

Régimen que ha creado una estructura de redes clientelares de paniaguados y liberados, militantes y agitadores del nacional-catalanismo, intelectuales, docentes y líderes de opinión, que ha ido infiltrando y permeando todos los ámbitos de la sociedad y de la Administración, desde sindicatos y partidos, hasta asociaciones vecinales y organizaciones civiles.

Gentes que han hecho del independentismo su modus vivendi, su trabajo y su negocio, a diferencia de los asalariados encerrados en los peores, más duros y mal pagados trabajos, calificados por ellos como «fascistas ajenos a Cataluña», que sólo pueden manifestarse en domingo porque su jornada laboral no les permite otra cosa.

La historia falsificada por los independentistas ha creado el mito de la opresión eterna de Cataluña por parte de España, postulando una identidad inmutable catalana a través de la historia, sembrando el odio entre comunidades, y envenenando la convivencia entre sus propios ciudadanos. Lo malo de las enfermedades imaginarias es que no tienen cura.

Patrañas históricas, a las que se unen las económicas, culturales y políticas, cuando la causa real de los problemas económicos catalanes radica, no en su integración en España, sino en los factores estructurales del capitalismo contemporáneo: la existencia de paraísos fiscales, la globalización, deslocalización, financiarización y desregulación, el diseño del euro, la devaluación salarial, la precariedad laboral, los recortes sociales que estrangulan el crecimiento y el empleo, etc.

Si alguien piensa que la secesión catalana es la forma de forzar el cambio en el estado español, y no de reforzar al PP, se equivoca profundamente, porque  un cambio político sólo tiene sentido para gobernar mejor la nación, pero si en el proceso te cargas la nación, estás actuando de manera irracional.

Al enfrentar a unos pueblos con otros, bajo falsas banderas, se imposibilita la necesaria coordinación de la lucha contra el verdadero enemigo común: la oligarquía global y sus ejecutores locales. La izquierda siempre queda destruida, cuando el nacionalismo la corrompe, como sucedió en la primera Guerra Mundial, cuando apoyó la sangría de unos obreros contra otros.

Las balanzas fiscales, que se esgrimen como prueba de la extracción ilegítima de renta, lo único que reflejan es que todos deben contribuir en función de su renta.  Aunque un rico aporta más de lo que recibe, nadie sensato se atrevería a decir que los pobres los colonizan y explotan con los impuestos, como sostienen los independentistas que ocurre con los territorios más prósperos.

El déficit fiscal de Barcelona respecto a Cataluña es mucho mayor que el de Cataluña respecto a España. El Govern obtiene en Barcelona el 81,3% de sus ingresos pero solo devuelve a esa provincia el 65,6% de lo recaudado, lo que representa un déficit del 15,7%, para poder proporcionar a cambio un superávit fiscal a Gerona del 4,75%, a Tarragona del 5,32% y a Lérida del 5,58%.  ¿Colonizan, explotan y roban Gerona, Lérida y Tarragona a Barcelona?

Las mentiras sobre las balanzas fiscales también afectan a su cuantía, recurriendo a trucos obscenos, como abstraer las partidas de pensiones y subsidios de desempleo y políticas activas de empleo, transferencias que recibe el Govern y sin embargo se sacan de los balances. Y dentro del capítulo de trolas, merece una mención especial Oriol Junqueras, que se inventó que en Alemania había un límite a la solidaridad entre regiones del 4% del PIB de cada Länder; límite que no solo no existe, sino que ni siquiera se calculan las balanzas fiscales porque la contribución solidaria de todos no es objeto de debate.

La idea del coste cero de la independencia, no resiste el menor contacto con la realidad, porque implicaría la salida del euro y del mercado único, y la imposición de aranceles a las exportaciones catalanas. Cataluña tendría que cargar además con su parte de deuda pública española, situada actualmente en un billón de euros, es decir unos 200.000 millones, más los 75.000 millones de deuda autonómica catalana que ya hoy es basura que no puede vender en los mercados normales, y que por eso el Estado se la financia a coste cero a Cataluña a través del Fondo de Liquidez Autonómica.

Esa imposibilidad de financiar al Estado Catalán le obligaría a emitir una moneda propia, a aplicar un corralito y a convertir los ahorros de sus ciudadanos a la nueva divisa que nacería con una devaluación inicial de entre el 30% y el 50% respecto al valor actual del euro.

Sin embargo los independentistas dicen que eso es algo que no les afectará, porque el mundo será lo que ellos quieren que sea; discurso que parece sacado de un manual de autoayuda; a ese nivel han llegado.

El independentismo catalán ha diseñado el procesismo como última baza histórica para afirmar su poder de clase. La calificación abusiva de «presos políticos» a quienes se han saltado todas las leyes y cometido toda clase de desmanes públicos, intimidación, acoso, ocupación de colegios electorales, etc., ha indignado a los presos supervivientes de las cárceles y torturas franquistas, y a tantos exiliados de verdad, que jamás fueron en business class a esconderse en hoteles de 5 estrellas, a llorar y hacerse las víctimas por lo mal que a les trataba. Patético.

¿Por qué el procesismo ha tenido que envolverse en tamaña sarta de disparates y mentiras para venderse? Porque carece de un programa, claro, honesto y transparente de emancipación que aborde los problemas reales de la gente. Por eso ha tenido que recurrir al enmascaramiento y a la falacia, porque los motivos verdaderos no podía divulgarlos, ya que el procesismo constituye tan sólo un invento de la oligarquía catalana de siempre para preservar su hegemonía de clase y sus privilegios económicos, echando un pulso al Estado.

El chantaje nacionalista catalán es claro: o se les ofrecen privilegios, o se discute las condiciones de la secesión, porque una España igualitaria no les interesa desde el momento que «ellos son diferentes». Ese es el marco del diálogo y la negociación que proponen.

Lamentablemente, en el siglo XXI, la izquierda patriótica asume el papel de dividir a los explotados por regiones, alienándolos bajo las utópicas banderas de proyectos nacionales supuestamente liberadores, mientras la ofensiva capitalista avanza sin encontrar resistencia, arrasándolo todo.

(Extracto. Adaptación libre)


Imágenes: Cataluña-blog-blogger| periodista digital.com| Aki frases

Fuente: https://www.reddit.com/r/podemos/comments/7bn08r/c%C3%B3mo_debatir_con_discursos_hechos_de_mentiras/

 

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