Sarah Wagenknecht, la viceportavoz del grupo parlamentario de Die Linke en el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán, nació en Jena, la antigua Alemana Oriental comunista, y vive cerca de la frontera francesa con su pareja, el expresidente del SPD y uno de los fundadores de Die Linke, Oskar Lafontaine.
En el 25 aniversario de la caída del Muro, ¿qué balance hace de la reunificación, especialmente en el Este?
Es difícil hacer un balance porque para mucha gente se mezcla la alegría por la caída del Muro, con la decepción que sobrevino después. La mayoría deseaba una economía de mercado social, pero se les ha dado un capitalismo cada vez más agresivo y propenso a las crisis.
Con la reunificación llegó la libertad de viajar y mejoró el abastecimiento de productos, pero, por otro lado, hubo una destrucción masiva de puestos de trabajo y se liquidaron las garantías sociales.
Mucha gente, en el Este y el Oeste, carece hoy de cosas fundamentales, tales como una vivienda asequible, y no saben cómo asegurarse con sus escasos ingresos, riesgos vitales como la salud.
Aún hay discriminación 25 años después. El PIB del Este representa el 66% del Oeste, y el paro es casi el doble. Este pobre balance tiene que ver con errores políticos en la unificación alemana, como la introducción del marco occidental al cambio de 1:1, y la política de privatizaciones en beneficio de las grandes empresas occidentales. Es una locura que las personas que trabajan en el Este reciban una pensión menor que las del Oeste.
El Este sigue siendo el bastión de Die Linke, ¿está contenta con los resultados en el Oeste?
Por supuesto que aspiro a mejores resultados en ambas partes.
Para ello es importante que no suavicemos nuestro perfil de izquierda cuando estamos en el gobierno. Die Linke es el partido de la justicia social y de la paz. Tenemos que destacar ese perfil y situarnos mejor en la sociedad, en los sindicatos y los movimientos sociales, porque no se trata de ganar elecciones y conseguir ministerios, sino de cambiar la sociedad poniéndonos del lado de los trabajadores por cuenta ajena, los parados y pensionistas en la batalla política y social.
En las elecciones regionales en Turingia y Brandemburgo parece que muchos votantes de Die Linke se fueron a la Alianza por Alemania (AfD), un partido xenófobo, ¿cómo se explica?
Como había ocurrido antes con el Partido Pirata, la AfD hoy es el nuevo partido protesta que atrae la atención de los medios, presentándose como el defensor de la gente corriente. En este sentido, no resulta sorprendente que consiga aprovecharse del descontento, muy extendido, respecto de la política de los partidos trasicionales.
Con eslóganes contra el rescate de la banca y la política antidemocrática de la UE, evidentemente ha tocado una fibra sensible de votantes de Die Linke, que quizás hubiera perdido menos votos con una campaña más crítica con la UE.
La AfD es un partido de los adinerados, donde manda gente como el antiguo lobista industrial y presidente de la patronal, Hans-Olaf Henkel; personas que están a favor de recortar salarios y pensiones y que incluso pretenden quitar el derecho a voto a los parados.
¿Es razonable y posible una salida de Alemania del euro?
Una salida de Alemania de la zona euro ciertamente reduciría un poco la brutal presión competitiva a la que sometemos a nuestros vecinos, pero, como la industria exportadora alemana es el primer beneficiario de la moneda única eso no ocurrirá.
Son más bien los países que han sufrido el dumping salarial y fiscal de Alemania los que deberían plantearse si les conviene seguir en el euro.
Lo que está claro es que una vuelta a las divisas nacionales debería ir acompañada de controles estrictos de los mercados de capital. Si no, se abriría un nuevo campo de juego para la especulación.
La alternativa sería reparar los errores en la construcción de la unión monetaria, como la falta de coordinación de las políticas fiscales y laborales, y también subir los salarios y pensiones en Alemania para fortalecer la demanda doméstica y reducir los tremendos superávits comerciales.
En los países que más han sufrido la crisis se han hecho fuertes partidos de izquierda como Podemos o Syriza, ¿a los alemanes les va demasiado bien como para seguir votando mayoritariamente a Merkel?
No, aunque en los últimos años los salarios han vuelto a subir ligeramente, el salario real medio todavía es un 3,7% inferior al del año 2000. Los pensionistas incluso han perdido un 20% de su poder adquisitivo. Una mayoría de la población vive hoy peor que hace 14 años.
Claro, que todo depende de con quién te compares. Mucha gente en Alemania ve el paro masivo en España y Grecia y llega a la conclusión de que le va relativamente bien. Los medios refuerzan esta idea.
Por eso muchos creen que su difícil situación personal es una cuestión del destino individual de cada cual y no el resultado de una política. Alguien que teme el descenso social a menudo es reacio a cualquier cambio y prefiere marcar la cruz en la papeleta de un partido que se llama conservador, en vez votar a Die Linke. En estos tiempos de la gran coalición se marginan las alternativas, y Die Linke aparece poco y mal en los medios.
¿Cree que la actual crisis del capitalismo puede producir cambios de calado o seguirá todo igual cuando se supere el peor momento?
“Quien quiere que el mundo se quede como está, no quiere que el mundo se quede”, dijo el poeta Erich Fried.
La clave es que las cosas no pueden seguir igual porque las contradicciones y problemas en Europa y en el mundo se están agravando, la desigualdad entre ricos y pobres crece, la destrucción del medio ambiente se acentúa, las crisis económicas son cada vez más frecuentes y más graves, y aumentan las guerras por materias primas y mercados.
Por ello, no se trata de decidir entre “seguir como ahora” y un cambio radical, sino que como dijo Walter Benjamin “que todo siga igual es ir a la catástrofe”.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: de-de.facebook.com|karldoenitzneonazi.wordpress.com
Fuente: http://www.lamarea.com/2014/11/08/todavia-hay-discriminacion-25-anos-despues-de-lacaida-del-muro/