Las compañías petrolíferas, en vez de invertir sus recursos para desarrollar las únicas energías duraderas y viables a largo plazo que tenemos: la solar y la eólica, estrujan la Tierra para mantener su negocio.
El petróleo y el gas natural fácilmente accesibles en superficie se han acabado hace tiempo, y ahora hay que extraerlo con mucha más dificultad y coste del interior de la Tierra.
Interior que está formado por capas de rocas de muy diversos tipos: duras y compactas, como el granito, el gneis y el basalto, y otras blandas y porosas como las pizarras y la arenisca. En algunas de estas rocas porosas, a unos 3.000 metros de profundidad, es donde existe petróleo y gas metano, empapándolas como el agua una esponja.
En el fracking se meten tubos verticales hasta llegar a ellas, se extienden esos tubos en horizontal varios miles de metros más, se inyecta por los tubos a alta presión disolventes y lubricantes , y luego se succiona para estrujar al máximo las arenas, areniscas y pizarras. Al final, se dejan estas rocas como las esponjas aplastadas dentro del cubo: con un volumen mínimo.
El proceso suele durar un par de años. Al cabo de este tiempo el yacimiento está completamente estrujado y no queda más para sacar.
El resultado es que las rocas que aguantaban el peso de las que tenían encima ya no lo hacen y todo el terreno se reasienta, se reorganiza y eso genera seísmos que pueden ser mayores o menores, pero que son inevitables.
Ohio sufrió una cadena de terremotos, hasta de magnitud 3 en la escala Richter, debido a la extracción de hidrocarburos mediante la técnica de fractura hidráulica.
(Extracto. Adaptación libre)
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