¿Por que las grandes farmacéuticas se oponen a la legalización de la marihuana para uso medicinal?

La historia de la criminalización de la marihuana poco tiene que ver con la salud de las personas o con el beneficio público. En realidad responde a un cúmulo de agendas comerciales que desde hace décadas han visto en la marihuana o en su consumo, un enemigo que amenaza sus suculentos negocios.

Si se miran objetivamente los efectos que el cannabis tiene en la salud física, el por qué de su prohibición se vuelve aún más incomprensible.

¿Por qué es ilegal consumir marihuana si múltiples estudios han confirmado que sus efectos son menos dañinos que los del consumo de tabaco para el organismo humano y que sus consecuencias son notablemente menos negativas que las del consumo de alcohol? ¿Por qué se prohíbe el cultivo de esta planta si está comprobado que puede aportar múltiples beneficios desde un punto de vista no solo medicinal? Porque, a partir de ella, se pueden generar desde combustibles y aceites comestibles, hasta ropa y todo tipo de tejidos, pasando por cuerdas y, por supuesto, papel.

Sin embargo, en 1936 Estados Unidos fue el promotor de su prohibición a nivel mundial, y las dos corporaciones que le presionaban por detrás para adoptar esta medida eran DuPont y Hearst Company.

DuPont estaba en esa época consolidándose en el negocio de los petroquímicos y de los polímeros, y por eso el cannabis representaba para ella un serio rival, pues de esta planta podían derivarse tanto fibras naturales que redujeran el consumo de nylon, uno de sus productos clave, como su utilización como combustible vegetal, lo que amenazaba su apuesta por los hidrocarburos. La otra industria que se sentía perjudicada por la presencia del cáñamo, era la Hearst Company que controlaba buena parte de la producción de papel.

El tercer actor que desempeñó un papel fundamental en la prohibición del canabis fue la industria tabacalera.

En esa época la cultura americana ya había adoptado los ci-garrillos, sin embargo, las grandes tabacaleras sabían que el consumo de tabaco entre la población que fumaba cannabis era menor que en aquellos que sólo consumían su producto, y que los fumadores de esta planta jamás se someterían a un mercado industrial ya que era relativamente fácil cultivarla caseramente y autoabastecerse sin necesidad de recurrir a una marca comercial.

Por el contrario, la siembra de tabaco era mucho más compleja y requería una extensión de tierra suficiente para cultivarse y no sólo un par de macetas. Tomando en cuenta esto, las grandes tabacaleras no dudaron en apoyar la cruzada en contra de la marihuana.

Entre sus beneficios constatados, se encuentra que combate el glaucoma, ayuda a la prevención de Alzheimer y reduce el dolor del síndrome premenstrual entre las mujeres, por mencionar sólo algunos. Para combatir todas estas patologías, las grandes farmacéuticas han desarrollado medicamentos sintéticos que en muchos casos han probado ser menos efectivos y mucho más costosos que tratarlas con marihuana. De hecho esta misma postura de las farmacéuticas es la misma que pretende volver ilegal el uso de plantas medicinales en Europa como sustituto de medicamentos.

En años recientes, la marihuana ha ido recuperando terreno en Estados Unidos, ante los insostenibles argumentos en favor de la «guerra contra las drogas». En los lugares donde se permite fumar marihuana libremente, se ha podido constatar como las personas reducen notablemente el consumo de diversos fármacos.

De los 17 estados que para 2013 habían legalizado el uso de marihuana medicinal, todos registraron significativas disminuciones en la prescripción de analgésicos, ansiolíticos, antidepresivos y otros medicamentos. De hecho, en estos mismos lugares el médico promedio emitió casi 4,000 dosis menos de medicamentos (especialmente de analgésicos) en comparación con aquellos estados que aún no ha legalizado la marihuana medicinal. Datos que sugieren que las personas en realidad están aprovechando las múltiples cualidades médicas de esta planta, y no solo consumiéndola con fines recreativos.

Que legalizar la marihuana con fines medicinales constituye un ataque directo a los intereses de las grandes farmacéuticas, se observa claramente en el siguiente gráfico, que muestra la reducción de pastillas para toda clase de enfermedades en los estados norteamericanos que ya han aprobado su consumo: