solopormegacomMás vale tarde que nunca, he terminado el último capítulo de una de las serie mejor valoradas de la Historia en IMDB: The Wire: Bajo escucha (2002), ocupando el quinto lugar con un 9.4, y primera en Filmaffinity, con un 8.9. Aunque seguramente su completa digestión aun no ha finalizado, me ha servido de inspiración para este artículo. Junto con reflexiones que llevaban tiempo fraguándose en mí, especialmente dentro de mi campo profesional, la ciencia y la investigación, trataré de explicar objetivamente cómo el sistema prima en demasiadas ocasiones la mediocridad frente a la excelencia. En Roman paladino, por qué los mejores no siempre llegan, siendo muchos altos cargos gente bastante mediocre.

Empezaré diciendo que, sin duda, gracias a su crudo realismo y a un certero análisis del mundo político, económico, policial, delincuente, periodístico o educativo, esas primeras posiciones en las listas que ocupa The Wire es en mi opinión un lugar más que merecido. Y diré más, ese hecho me hace recuperar parte de la fe perdida en la Humanidad, tras las recientes elecciones españolas. A modo de anécdota, también es la seria favorita de Obama o de Pablo Iglesias, pero dejemos para el final el juego de analizar qué papel interpretarían mejor nuestros políticos españoles en dicha serie.

A modo de ejemplo, centrémonos por el momento en el Departamento de Policía de Baltimore, organismo en el que se desarrolla en su mayor parte la serie, y que está a las órdenes en última instancia del poder político de turno. La serie, al menos cualitativamente en cuanto a su filosofía, se asemeja bastante al mundo real. En este caso, los diversos rangos policiales necesitan bajar las estadísticas de delincuencia para poder ascender de puesto en el escalafón, esto es, pasar de detective a sargento, teniente, coronel o comisario. La pregunta es ¿cómo se logran mejorar las estadísticas? La opción fácil, rápida y segura es aumentando las patrullas en la calle, que dan a la gente una sensación (en su mayor parte falsa) de seguridad, y apresando a delincuentes de poca monta, a la par que maquillando dichas estadísticas con altas dosis de ingenio: distribución de drogas pasa a ser posesión para consumo propio, algún asesinato no claro lo dejamos en suicidio, una agresión sexual menor se queda en discusión privada, una paliza en un forcejeo y con un poco de suerte, las estadísticas delictivas decrecen en un 5 o 10% dicho año y el político de turno puede presumir de las mismas y proseguir su ascensión de la pirámide.

La opción difícil, lenta y arriesgada para mejorar el sistema es bastante diferente, por supuesto. El gran objetivo son grandes redes mafiosas, con delincuentes de alta enjundia, lo cual implica menos patrullas pero más inteligencia, policías mejor formados, con unidades preparadas profesional y tecnológicamente. El llamado valor añadido, aplicable también al mercado laboral español. Problema: las investigaciones son lentas, con resultados no immediatos y menos seguros de alcanzar, y con la posibilidad de molestar a ciertos poderes corruptos en las altas esferas, políticas y judiciales, por ejemplo. La misma dicotomía existe en el mercado laboral español: competimos por abajo con Bangladesh, China, Taiwan e India, o por arriba cambiando el modelo productivo con Alemania, Dinamarca, Suecia o Estados Unidos.

Claramente, la presión política por resultados inmediatos hace mucho más apetecible la opción fácil. Así, al final, acaban ascendiendo, en un porcentaje demasiado alto, gente mediocre pero con altas dosis de pelotismo, y con buenas conexiones políticas, siendo el enchufismo y el amiguismo un ingrediente esencial del sistema. Y claro, también alguien por méritos propios otras veces, incluso con voces contrarias a las de arriba. En este sentido, un buen jefe debería tener a su lado gente profesional que piense independientemente, que le critique si es necesario, y que se atreva a decirle lo que no quiere escuchar. En el terreno político, redes clientelares aseguran un mínimo de votos. Y las líneas entre el lo moral y lo amoral son difusas, habiendo donaciones y subvenciones a fundaciones del partido político de turno por amor, claro, sin esperar nada a cambio.

Volviendo al caso de la policía, en Suecia, por ejemplo, es casi imposible ver policías en las calles, siendo casi todo el cuerpo secreto, mientras que en España cada pocos minutos pasa un coche de policía patrullando (y hay que dejar claro que eso no quita el hecho de que tenemos unos buenos servicios de inteligencia). La analogía inmediata ocurre en la popular discusión sobre el fraude fiscal: dedicamos la Agencia Tributaria a perseguir a Pablo Echenique y el gravísimo caso con su asistente, y la multitud de mal-empleados en B (en el hogar, por ejemplo), o al fraude cuantitativamente relevante, poco ejemplo, al de las 33 empresas del IBEX de 35 con cuentas en paraísos fiscales. Si es legal, habrá que cambiar la ley, porque moralmente es inaceptable.

En la esfera educativa, sucede algo muy parecido. En este caso, la necesidad de los colegios y por ende de los docentes de superar con nota los tests (PISA o Selectividad, por ejemplo), hace mucho más rentable para la carrera profesional del pedagogo focalizar la enseñanza en superar dichos exámenes que en enseñar a pensar, esto es, compensa más memorizar respuestas correctas que aprender a crear. Así, se enseñan muchos conocimientos en lugar de ayudar a aprender a razonar, con espíritu crítico. A nivel general de la sociedad, la necesidad de tener títulos (la famosa titulitis), y con buenas notas, hace que en las carreras uno dude entre elegir asignaturas optativas, no por el interés o nivel de aprendizaje de las mismas, sino por la facilidad o no con la que se alcanzará una nota elevada. Y acabada la carrera, nada como un buen máster, cuánto más caro y pijo mejor, en el cuál en general aprueba el 100% de la gente, siendo su coste (la matrícula) directamente porporcional al número de aprobados y a sus notas. Otro caso paradigmático del fallo del sistema ocurre en Suecia, donde los departamentos de las universidades cobran de acuerdo al número de estudiantes matriculados, y en especial por los que aprueban: no es difícil imaginar el conflicto de intereses que eso conlleva, ocupando las finanzas gran parte de las reuniones del departamento.

En el terreno periodístico, los medios de comunicación que venden más sobreviven, pura selección natural Darwiniana. Eso hace que los periodistas que inflen o adornen noticias, o directamente las inventen (hemos visto hasta corta y pegas de Youtube) rápidamente puedan subir en popularidad o audiencia, y por lo tanto en anuncios comerciales y en ventas. Una posible futura rectificación compensa con creces, y para el perjudicado el daño está hecho y es irreparable. Es muy importante que el periodismo sea serio y riguroso, que fiscalize las acciones de los políticos, no se centre solo en las ventas. Para ello, los consumidores debemos premiar la objetividad y la calidad, no el que nos cuenten lo que queremos oir.

En el terreno sanitario específicamente, además del problema del ascenso en la pirámide mejorando estadísticas engañosas, el cual ocurre en todos los sectores, tampoco es dificil entender que la presión de los pacientes y los posibles pleitos puede aumentar innecesariamente la cantidad de prubeas solicitadas, dando lugar a altos niveles de medicina preventiva, con el consiguiente aumento inútil del gasto y el perjucio del sistema en su conjunto. Asimismo, médicos en urgencias operando 24 horas seguidas, o médicos de familia con 15 minutos por paciente, claramente mejorarán sus estadísticas de pacientes atendidos, pero no siempre las de pacientes tratados adecuadamente.

En la carrera investigadora, dada su altísima competitividad y la nula estabilidad, en la mayoría de sus etapas sucede algo semejante. Un investigador doctorando o postdoctorando, sin una posición estable o fija, dificilmente puede dedicarse a la opción difícil, lenta y arriesgada antes mencioanda, ya que necesita publicar resultados y artículos periódicamente, a la par que dar conferencias y hacer networking, para poder optar a continuar en dicha carrera investigadora con un nuevo contrato de dos o tres años. Esto provoca que en ocasiones se premie más la cantidad de artículos que su calidad.

mrtrendingesY las citas o referencias a los mismos, que son otra de las medidas estrella de la excelencia investigadora, dependerán en gran medidad de la moda del subcampo o del tema en particular en el que se decida trabajar. Por ejemplo, un resultado experimental anómalo con una señal sin demasiada significancia estadística, puede dar lugar rápidamente a centenares de artículos cientifícos, dada la necesidad de publicar en grandes cantidades de la comunidad científica (ejemplos con centeneares de artículos en física de particulas hay muchos, por ejemplo, el exceso en dibosones a 2 TeV o en difotones a 750 GeV, que luego han desaparecido). Además, gracias a la actualidad del tema, se produce un fenómeno exponencial donde cada nuevo artículo cita todos los anteriores, y así en breve se pueden alcanzar centenares de referencias al mismo, lo cual para un artículo de igual o más nivel pero que no esté en la moda, llevaría varios años. Es decir, el sistema de nuevo premia la opción rápida y efímera, que en general desaparece con más datos experimentales. Como prueba, se puede preguntar a los investigadores cuántos de sus artículos creen que sobrevivirán al paso del tiempo, y cuántos son ya o serán en el futuro inmediato, completamente irrelevantes. Muchas veces la analogía de la cantidad de producción científica y el consumismo (capitalista) de productos baratos chinos, en lugar de la búsqueda de la calidad, es una realidad tangible.

Parecería que, una vez alcanzada una posición investigadora permanente, uno pudiera dedicarse en profundidad a un tema durante varios años, pero ni aun entonces: además de la exponencialmente creciente burocracia que emerge conforme se sube en la pirámide, el profesor o el catedrático de turno también necesita mantener su tasa de publicaciones para obtener financiación para estudiantes, conferencias o material, así como producir estudiantes de Doctorado, para lo cual de nuevo se requieren varias publicaciones. Sería interesante saber si Einstein, trabajando de director de Departamento y con varios estudiantes a su cargo, y no con el tiempo libre que le dejaba la oficina de patentes, hubiera podido en 1905 llegar a la teoría de la Relatividad Especial. Supongo que en general sí, pero dependiendo del Departamento, no lo tengo claro.

En resumen, en muchos terrenos de la sociedad, las presiones por producir masivamente, debidas a unas medidas evaluadoras y unos baremos de excelencia, que son muchas veces tan objetivos como alejados están de las necesidades reales, hacen que a la postre no se premie solo el mérito o la capacidad de trabajo, que claro que también, si no una cierta flexibilidad moral que permite focalizar el esfuerzo en lo que más se va a valorar de uno mismo, lo que más va a rentar, en lugar de en lo más conveniente o necesario. Desde luego que cualquier sistema debe estar en constante evaluación y con mucha autocrítica, pero los baremos nunca pueden ser puramente estadísticos/cuantitativos. Es cierto que es difícil compatibilizar búsqueda de calidad con objetividad e imparcialidad, pero quizá una buena idea sea contar también con comités externos de expertos, elegidos exclusivamente por criterios técnicos, premiando siempre la excelencia y la calidad frente a la cantidad. A modo de ejemplo, para mí, dado mi profesión, es bastante sencillo diferenciar entre artículos e investigadores excelentes o prometedores y otros más normales, o incluso algún gran jefe que dejó de investigar hace ya mucho tiempo. Sin embargo, si únicamente nos fijamos en número de artículos, citas o trienios, esto es bastante complicado, y puede distorsionar la realidad. En este sentido, hay que poner cotas a la aplicación del sistema capitalista consumista a todas las facetas de la sociedad.

Los ciudadanos también tenemos nuestra responsabilidad, ya que debemos premiar en los políticos, no el cortoplacismo (ya no digo la corrupción), si no las políticas a largo plazo, para que empezando desde lo alto del sistema, en cada uno de sus engranajes se busque siempre el bien común de la sociedad y no únicamente la carrera profesional.

Para concluir, una frase muy afortunada de Daniels, el inspector bastante honrado de The Wire: »En algun momento debes decidir entre hacer bien tu trabajo y tu carrera profesional». Y una cita que sintetiza certeramente el problema: »cuando la medida evaluadora (estadísticas de delincuencia, tests educativos, cantidad de artículos o citas) se convierten en el objetivo, dejan de ser una buena medida de la calidad».

PD: Como lo prometido es deuda, para los que hayan disfrutado de la serie, juguemos a buscar analogías con la situación política actual de España. Salvando las distancias, y sin ánimo de ofender, mi opción sería la siguiente: Rajoy tiene la movilidad de Burrell y la actividad frenética de Jay, Pedro Sánchez tiene el mismo liderazgo que Valchec y Rivera es tan inmoldeable por el poder como Rawls. Hasta aquí la ironía. Pablo Iglesias peca de idealismo, como Carcetti, y en ocasiones de formas demasiado agresivas, con subidas de tono, pero también ingeniosas, como Mc Nulty, Errejón tiene la amplitud de miras y la visión de Lester, y Garzón es íntegro y honrado como Bunk, aunque quizá demasiado estricto/dogmático en su visión económica/social de la realidad, al igual que Daniels, con tintes idealistas como Colvin.


Imágenes: solopormega.com|mrtrending.es

 

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