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En primer lugar, como nunca antes se han utilizado genes sintéticos RNA modificados para inmunizar, y es todo tan novedoso, nadie sabe a ciencia cierta qué puede ocurrir, y cuáles pueden ser los efectos de estas vacunas, a corto, medio y largo plazo.
En segundo lugar tampoco ha habido el tiempo indispensable para recolectar suficiente cantidad de datos, y comprobarlo. Una vacuna requiere un promedio de 10 años de investigación, y aquí estamos hablando de un año.
Por eso, tanto los partidarios de las vacunas que sostienen que este RNA va a servir para producir una proteína del virus que provoque la respuesta inmune del organismo, como los que se oponen a ellas, afirmando que ese RNA extraño va insertarse en el genoma humano, o a actuar como un silenciador de sus genes, están especulando, porque ninguno de los dos bandos puede probar lo que dice.
Con la evidencia disponible actualmente, nadie puede poner la mano en el fuego, ni garantizar a quien se vaya a inmunizar con esas vacunas, que no se le generará ningún daño, ni que el beneficio excederá el riesgo.
El hecho de que sean los estados, y no los fabricantes, los que asuman las indemnizaciones a los perjudicados, resulta muy esclarecedor, pero escasamente tranquilizador.
La vacuna rusa, por ejemplo, utiliza como vehículo un vector de adenovirus 5, cuando ya hace 10 años se tuvo que descartar, echando por tierra una larga investigación, porque generaba una respuesta inmune del organismo contra el mismo que dejaba a las células de la persona vacunada predispuestas a infectarse con el virus del sida, frente a concentraciones virales ínfimas, que nunca le hubieran contagiado en condiciones normales. Efecto a largo plazo que se descubrió durante la fase 2 de experimentación con humanos.
Pensar que te voy a inyectar un gen, y éste va a ir donde yo quiero, a hacer exactamente lo que yo le digo, obligando al organismo a reaccionar como se pretende, es una quimera. Hasta ahora todas las vacunas con virus vectorizados, salieron mal en los ensayos con monos, y terminaron con infecciones y enfermedades peores, agravadas por las vacunas.
Para combatir una pandemia que, según datos oficiales, presenta una probabilidad de muerte del 0,022%, se nos ofrece una vacuna como la de Pfizer, cuyos efectos adversos graves, comunicados por la propia empresa para su autorización, son del 4,6%.
Aquí en Argentina un deportista de élite de 36 años, que se presentó voluntario para la vacuna de Pfizer, a las 24 horas de haberle sido administrada la segunda dosis, desarrolló un cuadro hepático, neumonía bilateral, taquicardia que no lo mató por su excelente estado cardíaco, fiebre de más de 40º… consecuencias todas ellas que no figuraban en el consentimiento informado, debido a que se produce una interacción genética entre la vacuna y los genes del sujeto que la recibe, que no permite preveer cuál será la respuesta del organismo.
Y, si como ya se ha demostrado, secuencias del RNA del covid se insertan de manera espontánea en el genoma humano ¿qué nos induce a pensar que no se va a insertar del mismo modo, el RNA modificado de las vacunas géneticas?
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: youtube.com|theconversation.com|es.statista.com
Fuente: you tube