Snowden es un refugiado político. El ex-analista de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional de EEUU) se enfrenta a cargos de espionaje y traición por haber revelado que EEUU espía de manera sistemática a todos los ciudadanos del planeta. Si no estuviera en Rusia, gracias a un permiso de asilo que ya ha renovado dos veces, estaría en la cárcel. Aunque como él mismo señala, no vive en Rusia, sino en internet.
¿Por qué se espía masivamente a los ciudadanos?
Los gobiernos interceptan todas las comunicaciones de todas las personas sin excepción, incluidas las que no son sospechosas de ningún delito. Lo mismo si eres el presidente de un país que un ciudadano de a pié, y tanto si creen que eres inocente, como si creen que eres Osama bin Laden.
Esta «recolección a granel», este espionaje moderno, masivo e indiscriminado, que practican todos los gobiernos del mundo, lo realizan sin orden judicial alguna que les autorice a monitorear, interceptar y archivar secretamente las actividades de las personas.
La recogida de datos funciona del siguiente modo: cada vez que alguien hace una llamada telefónica, manda un mensaje de texto, envía un correo, un fax, un tuit, busca información en google, visita una web, efectúa una compra, contrata un viaje o unos servicios médicos, cruza una frontera o pasa junto a una antena de telefonía móvil, se crea un registro donde se guarda el rastro que va dejando a su paso y que se almacena en una base de datos.
Se captura esa información a gran escala y con carácter general, porque resulta más sencillo, barato y cómodo hacerlo así, que intentar localizar los datos de una persona determinada.
Y aunque es cierto que el contenido de los mensajes y las conversaciones se desconoce, los metadatos o datos que los acompañan, proporcionan detalles mucho más importantes y reveladores: cómo a quién has llamado, que día, a qué hora, desde qué ordenador, teléfono o dirección, cuánto tiempo ha durado la conversación, con quien te has reunido, dónde has estado, en qué tienda has comprado, cuáles han sido tus movimientos y desplazamientos, etc.
Las palabras presentan además el inconveniente de que se pueden malinterpretar y exigen dedicarles demasiado tiempo, cuando eso no es necesario en absoluto, porque registrando todas sus actividades diarias, se obtiene un cuadro, un retrato del individuo mucho más exacto y preciso.
Luego esa información se filtra y analiza, creando un “patrón de vida”, o perfil de cada persona, que el poder tiene a su disposición para utilizar en cada momento cómo, cuándo, dónde y contra quién le interese, lo que viola además de la constitución, nuestra privacidad, porque privacidad no significa tener algo que esconder, sino algo que proteger, y lo que estamos permitiendo es que, desde el poder, se elaboren fichas policiales de personas inocentes, lo que nos deja indefensos y a su merced.
¿No resulta indispensable recurrir a esa vigilancia masiva para combatir el terrorismo?
Cuando creas una puerta trasera, estás creando una vulnerabilidad que debilita la seguridad de todo el sistema. Es un agujero que no solo servirá al gobierno y a los servicios de inteligencia para penetrar arbitrariamente en tu ordenador o en tu móvil, sino también a grupos criminales, hackers, competidores, criminales o espías extranjeros, lo que facilita los ciberataques. El problema de las puertas traseras no es un problema de vigilancia, es un problema de seguridad. Para hacer la vida del espía más fácil, ponemos en riesgo la seguridad de toda sociedad.
La lucha contra el terrorismo constituye la coartada perfecta para desarrollar programas de espionaje masivo indiscriminado, cuya finalidad real es el control social. La evolución natural de la autoridad es a buscar más autoridad. La vigilancia no tiene nada que ver con la seguridad, sino con el apetito de poder, porque cambia el equilibrio de poder entre los ciudadanos y el Estado. La vigilancia masiva aumenta el poder del gobierno sobre los ciudadanos, y de ahí surge el abuso como inevitable subproducto del poder. Cuando más poder consiguen los gobiernos, más rápidamente se acostumbran a él y cuanto más tiempo lo tienen, más difícil es quitárselo.
EEUU me prometió no torturarme si regresaba al país y me entregaba, a pesar de saber perfectamente que nadie fue dañado como consecuencia de mis revelaciones. Ni los más altos cargos de EEUU, cuando les preguntaron bajo juramento si podían señalar a una sola persona que hubiese muerto como consecuencia de ellas, pudieron facilitar un solo nombre. Aunque yo he pagado un alto precio, de lo único de lo que me arrepiento es de no haberlo denunciado antes, porque prefiero renunciar a mi patria que renunciar a mi voz.
Osama Bin Laden dejó de usar móviles en 1998. En EEUU, dos comisiones auditoras independientes, designadas a raíz de mis revelaciones para analizar la eficiencia de los programas de espionaje masivo, comprobaron que después de 10 años no habían logrado evitar ni un solo ataque terrorista.
Ni siquiera los grupos terroristas más agresivos del mundo, como el Estado Islámico, suponen una amenaza mortal para nuestras sociedades porque carecen de la capacidad operativa necesaria. Esto no significa que el terrorismo no sea un crimen abominable que debamos tomarnos muy en serio, ni que no debamos estar vigilantes y combatirlo, tratando de mitigar la amenaza que representa. Pero eso debe hacerse sin sacrificar la naturaleza de nuestras sociedades, convirtiéndolas en sociedades policíacas y represivas. Dejar de ser una sociedad libre por miedo al terrorismo es la única manera que tienen los terroristas de ganar.
A los políticos les gusta hablar de “seguridad nacional”, y se defienden de las críticas argumentando que utilizan estos programas para controlar las posibles amenazas… ¿pero qué es una amenaza a la seguridad nacional?
El buen gobierno es transparente, pero aquí lo son los ciudadanos y es el FBI el que controla a los que se manifiestan y protestan contra él.
En EEUU se dio hace años el caso de un clérigo muy popular y con gran influencia, que por meterse en política, fue considerado un individuo radical y peligroso para la seguridad nacional al que había que vigilar estrechamente de cerca. Ese hombre era Martín Luther King.
Ese es el peligro que nos acecha a todos. Evidentemente, la “seguridad nacional” y el interés nacional, no son lo mismo que el interés público.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: ft.com| 21stcenturywire.com| calls.com.mx| madridposicionamientoweb.es
Fuentes: http://www.eldiario.es/internacional/entrevista_Edward_Snowden_0_494150889.html
http://www.eldiario.es/internacional/teleco-usando-conectada-cordel-privacidad_0_494500669.html
http://www.lasexta.com/programas/el-objetivo/noticias/entrevista-completa-edward-snowden-objetivo-version-extendida_2016031300159.html (entrevista original en inglés de Ana Pastor, de la que la Sexta ha quitado los subtítulos en castellano)