Estos son los efectos adversos de las «vacunas covid», registrados por los organismos oficiales encargados de su seguimiento: EudraVigilance de la Unión Europea, VAERS de EEUU, y MRHA de Gran Bretaña, hasta el 6 de noviembre, 5 de noviembre, y 27 de octubre respectivamente:

Qué casualidad, que no causalidad, que la cifra de víctimas se haya disparado  en los tres organismos a la vez, coincidiendo con la campaña de vacunación masiva. Pero aún siendo tremendas esas cifras, las reales son muy superiores, ya que la mayoría de casos adversos no se reportan, bien sea por no asociar los problemas causados a la inyección (desaparición de la menstruación por ejemplo), bien sea por no poderse probar los efectos nocivos sin un estudio en profundidad (como con los cánceres en remisión que se reactivan), bien sea por aparecer los daños al cabo de varias semanas o meses, bien sea por tratarse de una persona mayor, bien sea por tener otras patologías previas, bien sea por no efectuar autopsias a los fallecidos para determinar las causas, etc.

A estos casi 50.000 muertos confirmados, hay que añadir 1.322.602 reacciones graves, sólo en la Unión Europea. Cualquier vacuna que hubiera causado 30 muertes, hubiera sido retirada inmediatamente, pero estas «vacunas covid», que se hallan en fase experimental, funcionando con una autorización de emergencia, parece que como 007 tienen licencia para matar.

A diferencia de las vacunas tradicionales, las «vacunas covid» no evitan que quienes las reciban, se contagien y transmitan la enfermedad a otros, sin embargo cuanto más se evidencia su falta de seguridad y de eficacia, más fuerte se presiona y coacciona a todos los ciudadanos, conculcando sus derechos, para que se vacunen sin descanso (incluidos quienes han superado de forma natural la enfermedad y presentan una inmunidad mucho más robusta, e intentando inocular a niños y jóvenes que tienen más probabilidad de morir por la vacuna que por la enfermedad).

Si Gibraltar con el 100% de la población vacunada, está experimentando una nueva oleada de contagios desde el mes de octubre, y recomienda a sus ciudadanos evitar reuniones, llevar mascarillas y mantener la distancia de seguridad, ¿también es por culpa de los no vacunados? Y lo mismo pasa con Singapur que cuenta con un 82% de vacunados, mientras que países africanos que tienen tasas muy bajas de vacunación, no sufren ese problema. Si algo ha quedado claro a lo largo de este tiempo, es que ningún porcentaje de vacunación garantiza la inmunidad de rebaño.

La  principal razón  para vacunar por la fuerza a toda la población, es que no se pueda comparar quien tiene mejor salud, si los vacunados o los no-vacunados, tal y como hizo Pfizer, que nada más terminar su ensayo que duró 2 meses, vacunó rápidamente a todo el grupo de control para hacerlo imposible, pues sabido es que las comparaciones son odiosas.

Su objetivo no declarado es vacunar a todo el planeta contra viento y marea, a costa de lo que sea: la democracia, la legalidad, la lógica, y hasta la salud.

Hasta que aparecieron las llamadas «vacunas covid» (una terapia génica experimental), nadie ponía en tela de juicio los datos de EudraVigilance, VAERS y MRHA, pero ahora son muchas las personas que no los reconocen, o dicen que se malinterpretan, apoyando la vacunación obligatoria en beneficio de las compañías farmacéuticas más que del suyo propio, olvidando que toda protección por daños de las vacunas es para ellas, no para nosotros.

El balance no puede ser ya más desastroso.


Imágenes: astillasderealidad

 

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