Los 60 – 65 años parecen una buena edad para jubilarse, pero Japón tiene casi un 30% de personas mayores de esa edad, y se ha planteado que sigan activas después mediante el uso de exoesqueletos mecánicos con los que pueden levantar pesos de hasta 25 kilos con los brazos, o moverse con menor esfuerzo.
Los exoesqueletos son armazones externos que colocados sobre la espalda o envolviendo el cuerpo de la persona, le permiten levantar objetos pesados y hacer tareas que de otro modo le resultaría imposible, recuperando en parte, o en todo, la movilidad.
Decenas de equipos de médicos e ingenieros llevan décadas buscando un exoesqueleto funcional que los pacientes discapacitados puedan controlar con un implante cerebral.
Las protésis que utilizan los ancianos japoneses están fabricadas con fibra de carbono y titanio que las hacen ligeras y resistentes. Son pasivas y funcionan con aire a presión, respondiendo a las señales que el cerebro envía a los músculos y que los sensores biómetricos detectan, aunque no es una solución barata, porque el exoesqueleto de Panasonic cuesta 5.000 euros.
Japón necesita que sus ancianos sigan trabajando, entre otras cosas por la baja natalidad (sólo en 2018 la población del país descendió en casi 450.000 personas), y estudia subir la edad de jubilación hasta los 70 años para sostener el mercado laboral y garantizar así el crecimiento económico del país.
En marzo de 2019 el primer ministro, Shinzo Abe, informó del aumento del empleo entre los ancianos, lo que puede de paso ayudar a resolver el problema del pago de las pensiones. En concreto, mientras que la fuerza laboral nipona disminuyó en 4,5 millones de personas en los últimos 6 años, el trabajo de hombres y mujeres de más de 65 años se incrementó en 2 millones cada uno en ese mismo período.
(Extracto. Adaptación libre)
Imágenes: Innophys
mano de obra hay de sobras en el mundo, es la división en estados lo que lleva a esta paranoia japonesa y a que gente que debe distrutar los últimos años de vida no lo haga