Los presuntos autores de uno de los crímenes más espantosos del año 2014 en España, pertenecen a las fuerzas del orden.

Diego PérezDiego Pérez, 43, vivía en Las Seiscientas, una de las zonas más depauperadas y peligrosas de Cartagena. Esquizofrénico, cocainómano, Diego se buscaba la vida haciendo recados, pasando papelinas y cometidos parecidos.

El día 11 de marzo del año pasado, Diego se enteró de que una de las familias más peligrosas de Las Seiscientas lo consideraban el autor del robo de una bicicleta de su propiedad y se asustó.

Al hacerse de noche, el pánico de Diego fue en aumento y, poco antes de las 10, tuvo la mala idea de llamar al 091, donde no le hicieron caso, por lo que su paranoia fue aumentando.

A las cuatro y media de la madrugada repitió la llamada, y ya nunca más se supo de él.

Al día siguiente, como no apareció por ningún lado, los cinco hermanos de Diego denunciaron su desaparición, imprimieron carteles con su cara y trataron de movilizar al barrio, convencidos de que nunca aparecería.

Pero sí apareció. Ahogado, dos semanas después, flotando en Cala Cortina, a tres kilómetros del centro. La autopsia no dejó lugar a dudas. Se trataba de un asesinato. Lo habían golpeado entre varios, fundamentalmente en la cabeza, le rompieron varias vértebras cervicales, y una vez muerto, lo arrojaron al agua.

Las pesquisas se dirigieron hacia la peligrosa familia de la bici, pero llegó a oídos de la juez de instrucción el comentario de un vecino del barrio, lo llamó, y lo convirtió en testigo protegido. El hombre aseguró haber visto a Diego subirse a un coche patrulla después de las cuatro y media de la madrugada. Y lo más sorprendente es que no había un solo coche Zeta en el lugar, sino tres. Pero por más que buscó, la juez no encontró ni registro ni constancia de aquel servicio.

¿Qué podía haber ocurrido para que la llamada de un infeliz como Diego hubiera podido movilizar a tres Zetas a altas horas de la madrugada? Un policía, que aquella noche se topó con la caravana policial, le contó a la juez que le había preguntado a uno de ellos qué hacían tantos coches juntos a aquellas horas y le contestó que: “nos aburríamos y estamos jugando al escondite”.

Miembros de la Unidad de Asuntos Internos se desplazaron desde Madrid y durante dos meses estuvieron investigando y poniendo micrófonos en los coches patrulla. Aunque en agosto, un sindicato policial denunció la existencia de micrófonos en los coches policiales y los sospechosos se pusieron en guardia, a principios de verano ya habían identificado a los seis miembros de la siniestra caravana que asesinaron a Diego Pérez. Y, en sus conversaciones, descubrieron también que no era un caso aislado y que, cuando no tenían trabajo o se aburrían, se juntaban para «divertirse» un rato.

Uno de los seis policías nacionales declaró ante la Unidad de Asuntos Internos que otro de sus compañeros que estaba en el coche patrulla en el que trasladaron a la víctima, dijo: «vamos a quitárnoslo de en medio», pero aseguró que ponía «la mano en el fuego por sus otros cinco compañeros», y que «el hecho de haber realizado una intervención malísima, no significa que fueran delincuentes, ya que fue un cúmulo de circunstancias«.

En otra de las conversaciones grabadas se escucha:

– Hemos pillado al Gordo. ¿Lo llevamos a  comisaría?

– No, mejor lo llevamos a la guarida.

– Sí, tengo ganas de darle un buen sartenazo al Gordo.

– Pues, venga, ¡a disfrutar!

A mitad de septiembre uno de los policías investigados descubrió el micrófono oculto en su coche y el miedo comenzó a apoderarse del grupo.

– Pero si no tienen nada, no pueden tener nada.

– Entonces, ¿por qué el micro?

– No sé, pero no olvides que el mar es estupendo y se lo traga todo.

La detención se produjo unos días después y declararon que acudieron a la llamada de Diego y, como le vieron muy asustado, se lo llevaron a la playa para que se tranquilizara, pero que nada más llegar, salió corriendo y ya no pudieron darle alcance.

La noticia del crimen de Cala Cortina, por el que están encarcelados los seis policías acusados de matar a ese hombre, destapó otros malos tratos y abusos policiales, protagonizados también por agentes de la misma comisaría, lo que se ha llevado por delante a la cúpula del Cuerpo Nacional de Policía en Cartagena.

Asuntos internos descubrió que formaban un grupo organizado, una red mafiosa criminal que robaba, chantajeaba y controlaba la noche de Murcia. Las grabaciones de los micrófonos ocultos en los coches patrulla confirma que, en una operación contra un narcotraficante, los agentes se quedaron con la droga y con el dinero que llevaba encima.

Uno de los implicados cobraba hasta 11.000 euros por llevar a cabo ajustes de cuentas, y cuando enseña a su compañero de patrulla el arma ilegal que utiliza, le comenta:

– Esta es la pistola ‘pa’ hacer el trabajo sucio, nene.

 – La tienes sin papeles ni….

– Exacto. La metes en la base de datos y ha sido Franco el que ha disparado…

(Extracto. Adaptación libre).


Imagen: ctxt.es

Fuentes:

http://ctxt.es/es/20150115/politica/17/Cuando-los-polis-se-aburren-Espa%C3%B1a-La-vida-en-negro.htm

http://politica.elpais.com/politica/2014/11/10/actualidad/1415646177_547031.html

http://www.laverdad.es/murcia/cartagena/201410/11/policia-crimen-cala-cortina-20141011133707.html

http://elpajarito.es/region/local-y-regional/cartagena/9669-policia-detenido-por-el-crimen-de-cala-cortina-le-vamos-a-dar-una-que-se-va-a-cagar.html

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