Nuestros cerebros están más ocupados que nunca. Nos vemos asaltados por videos, mensajes, comentarios, opiniones y rumores que se hacen pasar por información. Intentar separar lo válido de la paja, lo que realmente se quiere saber, de lo que se puede ignorar o nos molesta, resulta agotador.
El verdadero origen de la crisis es un capitalismo de casino que apostó por productos financieros tóxicos como las hipotecas basura (subprime). Precisamente, el Deutsche Bank fue uno de los mayores implicados, según reveló el Senado americano. Merrill Lynch valoraba en 800.000 millones de euros los activos tóxicos de Alemania en el año 2009, pero en vez de procesar a los responsables, cerraron filas e iniciaron el descrédito del sur.
Cuando en 2010 nos declaramos en bancarrota nos dieron el préstamo más grande de la historia a condición de que redujéramos nuestros ingresos. No es necesario ser economista para entender que eso no funcionaría: si uno está en bancarrota significa que sus ingresos no son suficientes para pagar sus deudas, y si para solucionarlo se le da un préstamo que lo que hace es aumentar su deuda, y a condición encima de reducir aún más los ingresos, es imposible.
Argentina tuvo dos atentados: la explosión en la embajada israelí se produjo en marzo de 1992 y la explosión en la AMIA, en julio de 1994.
Justo al cumplirse un año de los acuerdos de Madrid entre Arafat y Rabin, explotó la embajada; 2 años después, la AMIA; y año y medio después mataron a Rabin.
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