Vivimos en la civilización de la posesión, la explotación y la desigualdad, y no de la libertad, la democracia y los derechos humanos como se afirma a diario, que tan solo son eslóganes publicitarios del sistema.

El capitalismo ha propiciado una devastación existencial sin precedentes. La vida bajo el capitalismo se supedita a la economía. Lo que se vote resulta secundario porque lo que cuenta es tener dinero o no para vivir, comprar una vivienda, alimentarse, vestirse, curarse o morir. Para ser o no ser en definitiva.

La esencia del capitalismo es el lucro. Los derechos humanos en el capitalismo se compran con dinero. La diferencia entre un jeque y un moro de patera, la establece el pozo de petróleo. Cada persona lleva una etiqueta con su precio marcado. Si la mujer ha logrado equipararse al varón ha sido, entre otras cosas, porque al capital le pareció más rentable emanciparla de los fogones y tareas domésticas para ponerla a trabajar en fábricas y oficinas.

La propiedad privada es el pecado original de la humanidad. Marx tenía toda la razón al reivindicar la propiedad colectiva de los medios de producción para evitar la explotación del hombre por el hombre, pero se olvidó del poder, un arma tan dañina como la propiedad privada.

El poder implica por definición desigualdad, y no puede ser por tanto un medio válido para conseguir igualdad. La economía planificada y dirigida desde arriba constituye un grave error, porque no se trata de conquistar y ocupar el poder, sino de desmontarlo. La centralización y el culto al cargo desembocan en el culto a la personalidad. Tan parásita resulta la casta burocrática como la clase capitalista. De hecho, ambas son perfectamente intercambiables, como hemos visto con el paso al capitalismo de los regímenes comunistas, cuando los jerarcas del aparato, se reconvirtieron de la noche a la mañana, en magnates  del nuevo sistema.

Los mismos perros con distintos collares: que todo cambie para que todo siga igual. El poder constituye el caldo de cultivo idóneo para que medren los tipos hábiles, astutos y sin escrúpulos, hechos de una mezcla de ambición, codicia y oportunismo.

El problema radica en la naturaleza humana, y por eso, cualquier sistema que conceda atribuciones a unos seres humanos sobre otros, estará condenado de antemano al fracaso. Da igual que la élite sea económica,  profesional, étnica, científica, religiosa, militar, política, de origen divino, de clase o de cuna. Las jerarquías y desigualdades de poder entre humanos, son y seguirán siendo la fuente de todos los privilegios y abusos.

Por eso, concentrar los esfuerzos en eliminar la propiedad privada, sin intentar acabar a la vez con el poder – los dos males que corroen a la sociedad -, implica quedarse a mitad del camino. Algo que los anarquistas supieron ver perfectamente.

Ese es el punto en el que ambos revolucionarios, Marx y Bakunin discreparon radicalmente, y en el que ahora deben confluir, reconciliando el rigor alemán, con la independencia eslava. Porque solo de esa manera el anarquismo y el comunismo podrán superar las debilidades y fallos que los lastran.

¿Cómo vencer al poder sin poder? ¿Cómo enfrentarse a las fuerzas combinadas del capitalismo y del estado, sin una organización sólida detrás?

Por temor a contaminarse no puede uno quedarse en la inacción. El método asambleario se ha demostrado insuficiente para organizar la sociedad y tomar decisiones que exigen agilidad, y en la práctica, se ha revelado tan incapaz de modificar el curso de los acontecimientos, como las bombas, atentados y sabotajes con que debutó en su día el anarquismo y que a día de hoy son historia. Los sectarismos, la atomización y la dispersión de esfuerzos tampoco han favorecido precisamente el éxito de la izquierda.

Se necesita alumbrar un nuevo modelo de sociedad. Solo con la conciencia limpia no se triunfa. Una izquierda sin organización no es izquierda. La transformación de la sociedad requiere:

  • Una toma generalizada de conciencia por parte de los ciudadanos.

  • Hacer coincidir los intereses de la mayoría con la dirección del cambio.

  • Dinamizarlo.

Los avances en el primer apartado resultan muy lentos, debido a la domesticación y al adoctrinamiento inculcados desde la infancia por la familia y el sistema educativo, reforzados más tarde por el lavado de cerebro al que los medios de comunicación, monopolizados por el capital, nos someten a diario.

Pero el segundo punto es el que quizá resulta más conflictivo a nivel personal, porque aunque pensemos de izquierda, vivimos de derecha. El entorno nos condiciona. Remar contra corriente es duro y la conciencia se acomoda a los intereses personales.  Todos tenemos algo que perder, y el consumo, el bienestar material y la comodidad, minan la voluntad colectiva, demostrando que, como acertadamente señaló Marx «no se vive como se piensa, sino que se piensa como se vive».

El tercer aspecto es el más problemático porque exige mayor apoyo. Pasar del campo de la teoría al terreno de los hechos, requiere:

  1. Dar la batalla de las ideas, elaborando una alternativa ideológica, viable y clara.

  2. Entrar en el mundo económico, impulsando proyectos alternativos y cooperativos en todos los campos productivos: agrícola, industrial, comercial, financiero, científico, artístico, mediático, cultural, etc.

  3. Actuar en el escenario político, por medio de un movimiento participativo desarrollado a escala global [1]Equisocialismo.

Para ello hay que construir una organización de nuevo cuño, igualitaria, democrática y no jerárquica, que sea eficaz sin caer en el autoritarismo, y que sepa conciliar los liderazgos naturales con la ausencia de privilegios. Un movimiento en el que nadie ostente ningún estatus especial o más derechos que otro, con independencia de las responsabilidades que tenga.

Bakunin, en su libro Dios y el Estado, ofrece algunas pistas al respecto:

Una academia científica, incluso la de los hombres más ilustres, acabaría indefectiblemente por corromperse moral e intelectualmente. Esta es la historia de todas las academias. El mayor genio científico, desde el momento en que se convierte en académico, en sabio oficial, patentado, pierde su espontaneidad, su atrevimiento; sin duda gana en cortesía y sabiduría utilitaria y práctica, lo que pierde en potencia de pensamiento, porque toda posición privilegiada mata el espíritu y el corazón de los hombres.

Cuando se trata de zapatos, prefiero la autoridad del zapatero; si se trata de una casa, de un canal o de un ferrocarril, consulto la del arquitecto o la del ingeniero. Pero no dejo que se impongan a mí ni el zapatero, ni el arquitecto ni el sabio. Les escucho libremente y con todo el respeto que merecen su inteligencia, su carácter y su saber, pero me reservo el derecho incuestionable de crítica y de control. No me contento con consultar a una sola autoridad especialista, consulto varias; comparo sus opiniones, y elijo la que me parece más justa.

Pero no reconozco autoridad infalible, ni aun en cuestiones especiales; por consiguiente, no obstante el respeto que pueda tener hacia la honestidad y la sinceridad de tal o cual individuo, no tengo fe absoluta en nadie.

Una fe semejante sería fatal a mi razón, la libertad y al éxito de mis empresas; me transformaría inmediatamente en un esclavo estúpido y en un instrumento de la voluntad y de los intereses ajenos. Si me inclino ante la autoridad de los especialistas, y me declaro dispuesto a seguir, en una cierta medida, durante todo el tiempo que me parezca necesario sus indicaciones y aún su dirección, es porque esa autoridad no me ha sido impuesta por nadie.

La más grande inteligencia no podría abarcarlo todo. De donde resulta para la ciencia tanto como para la industria, la necesidad de la división y de la asociación del trabajo. Yo recibo y doy, tal es la vida humana. Cada cual es dirigente y dirigido a la vez. Por tanto no hay autoridad fija y constante, sino un cambio continuo de autoridad y de subordinación mutuas, pasajeras y sobre todo voluntarias.

Aceptamos todas las autoridades naturales y todas las influencias de hecho, pero ninguna de derecho, porque toda autoridad o toda influencia de derecho, y como tal oficialmente impuesta, se convierte pronto en una opresión y en una mentira, que nos conduce indefectiblemente, a la esclavitud y el absurdo”.

La especialización del tipo que sea, no tiene porque reportar ventajas a nadie. Cualquier jerarquía de talentos debe ser abolida. Ninguna ocupación o profesión tiene porque ser considerada superior a otra, ni remunerada más que ella: el médico más que el albañil, el agricultor más que el maestro, el juez más que el minero (los que se asusten con esta clase de razonamientos, deberían recordar que nuestra sociedad paga mejor a futbolistas, cantantes o estrellas de cine, que a cirujanos. inventores e investigadores, y ve absolutamente normal que se recompense más el entretenimiento que la salud).

En una sociedad un poco más sana, organizada en comunidades de dimensión humana, y construida desde abajo, solo debería haber límites a lo que una persona puede ganar, no a lo que puede hacer. El ser humano tendría que dedicar menos de la mitad de la jornada actual a tareas especializadas, ya que las no especializadas serían asumidas por todos sin excepción.Las diferencias salariales en su seno deberían ser mínimas. El estímulo provendría de desempeñar bien la labor que a uno le gusta, haciéndola en las condiciones adecuadas y gozando del reconocimiento de los demás.

Nada de esto es imposible: los que piensen que éstos son planteamientos excesivamente avanzados, utópicos e irrealizables, tendrían que comprender que no nada hay más inviable e insostenible que la actual sociedad, y que, mientras el ser humano no aprenda a compartir personas y bienes, seguirá estando en la edad de piedra, y por más sofisticados que sean sus juguetes tecnológicos, no conseguirá vivir en paz consigo mismo y con los demás.


Publicado originalmente en rebelion:  http://www.rebelion.org/noticia.php?id=26324

Para saber más sobre Equisocialismo:

Una alternativa comunitaria al capitalismo y el mercado: https://andresherrero.com/wp-content/uploads/2014/03/Fragmento-cap%C3%ADtulo-20.pdf

Mercado Equisocialista: https://andresherrero.com/mercado-equisocialista/

Bases del Movimiento Equisocialista: https://andresherrero.com/bases-estatutos-del-movimiento-equisocialista/),

Miguel Ángel Llana entrevista a Andrés Herrero https://andresherrero.com/entrevista-a-andres-herrero-para-rebelion/

Entrevista en audio de Diana Cordero a Andrés Herrero: https://andresherrero.com/audio-andres-herrero-tenemos-que-empezar-a-distinguir-una-sociedad-con-tecnologia-de-una-sociedad-tecnologica/

Imágenes: lowinpact.org|14ymedio.com|chumy chumez

References

References
1 Equisocialismo
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad